Muros de la patria

Castillo de Jarque de Moncayo
Castillo de Jarque de Moncayo
Laura Uranga

Agosto es mes de vacaciones, en el que muchos conducen su coche para bañarse en la Costa Dorada, celebrar unas fiestas patronales o hacer esa excursión pendiente a la provincia vecina. Además de toros y cañas, se buscan huellas del pasado, se visitan museos, monumentos o edificios emblemáticos como complemento del ocio. En Aragón hay de todo: tesoros por los que parecen no pasar los siglos, como el Monasterio de Piedra; castillos cuyos restos se han consolidado con sutiles intervenciones, como el de Jarque de Moncayo; pero también ruinas desatendidas que se desvanecen ante las inclemencias del tiempo y la mirada distraída de nuestros gobernantes, caso del palacio de los duques de Villahermosa en Los Fayos y su iglesia aneja, dedicada a María Magdalena, con un imponente lienzo de Vicente Berdusán en su retablo. Como en aquel soneto de Quevedo: "Miré los muros de la patria mía, / si un tiempo fuertes, ya desmoronados". Según el artículo 46 de la Constitución, los poderes públicos deben garantizar la conservación y promover el "enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad". A veces, los concejos municipales chocan con todo tipo de trabas para acometer la protección o restauración de su arquitectura cuando esta se encuentra en manos privadas o eclesiásticas. Más que por partidos y banderas, las naciones se sostienen por las personas y se miden por el cuidado de su cultura.

Almudena Vidorreta es poeta y profesora

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