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La raqueta rota

Raqueta
Una raqueta 
Pixabay

Cuenta Toni Nadal una anécdota de cuando entrenaba a su sobrino que da medida del temperamento del supercampeón mundial de tenis. Entonces Rafa era un adolescente imberbe y disputaba un torneo en una localidad catalana. Perdía 6-0 cuando su tío se dio cuenta del motivo por el que estaba sufriendo tamaño castigo: jugaba con una raqueta rota. Una vez que la cambió, Rafa remontó, aunque no lo suficiente: perdió el segundo set por 7 a 5.

Cuando acabó, el entrenador le preguntó que cómo era posible que con todos los partidos que había disputado a esas alturas, no hubiera advertido que su raqueta estaba rota. Y la respuesta de su sobrino le dejó de piedra: "Estoy tan acostumbrado a tener la culpa yo de todo, que ni se me ha pasado por la cabeza que la culpa podría ser de la raqueta".

La reflexión del jovencísimo Rafa Nadal da medida de lo mal repartido que está el mundo entre quienes no se sienten responsables de nada ni admiten un solo error y quienes apechugan con todo y se adjudican incluso los fallos ajenos.

Han pasado dos décadas de aquel episodio y hoy el comportamiento de Rafa Nadal es objeto de estudio para la neurociencia. Porque ningún programa de inteligencia artificial ha sabido recrear sus reacciones, su autocontrol, su resiliencia y su capacidad de anticiparse a lo que va a suceder. Eso no hay algoritmo que lo emule.

Otros héroes deportivos que están ganando laureles mundiales, como los aragoneses Salma Paralluelo y Eduardo Santas, vienen de la escuela de Rafa Nadal: pelean por sus sueños hasta la extenuación sin echar balones fuera ni emitir una queja. Enhorabuena y que cunda su ejemplo.  

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