Dar cera, pulir cera, oír una nota y sentirla

Las últimas herramientas de IA aplicadas a la expresión cultural ya generan novelas, canciones, cuadros o películas: de todo. Aplican el lema ‘dar cera, pulir cera’, como en ‘Karate kid’. Los sentimientos que brotan de esos esfuerzos, sin embargo, no son comparables a las obras hechas con el cúmulo de pequeñas imperfecciones que las dotan de alma. ¿Llegará la IA a pilotar estos esfuerzos, o siempre será aliada de los humanos?

Javier Roldón, en su estudio de Zaragoza, referente en la masterización de discos.
Javier Roldón, en su estudio de Zaragoza, referente en la masterización de discos.
Guillermo Mestre

Allá por el pasado mes de noviembre, el mundo (que se sobresalta fácilmente) implosionó un poquillo con el nueva tema de Bad Bunny, ‘NostalgIA’. La característica voz del puertorriqueño, una especie de murmullo con inflexiones anárquicas, le ha llevado en los últimos años a la cima de la industria (la latina y la gringa) con todos los premios y reconocimientos imaginables. La canción se viralizó en Tik Tok y enfureció al artista; no faltó quien dijo que parte del furor se debía a que la IA consiguió mejorar la calidad de todo el último disco del ‘Conejo Malo’.

No fue el único caso en aquellas fechas: justo hace un año, el tema ‘Heart on my sleeve’ fascinó a los seguidores de los estadounidenses Drake & The Weeknd, dos de los intérpretes más famosos y seguidos del planeta. The Weeknd, por ejemplo, actuó en el intermedio del SuperBowl    en 2021, y su tema estelar ‘Blinding lights’ lleva algo más de 4.180.000.000 reproducciones en Spotify. Es decir, si fueran reproducciones únicas, la canción habría sido escuchada por más de la mitad de los habitantes de la Tierra.

La canción ‘falsa’ –no lo era: existió– desapareció de las redes tras la presión de los sellos discográficos afectados y las plataformas digitales que apoyan a estas dos estrellas del pop y el rap. El debate, empero, se abrió por completo. No es ético, pero... ¿es ilegal? Para los abogados del sello Universal, sí: no tanto por el ejercicio de Frankenstein realizado por el usuario web que subió la canción a las redes, sino por el hecho de "entrenar a la inteligencia artificial generativa usando la música de nuestros artistas, lo que representa tanto una ruptura de nuestros acuerdos como una violación de la ley de los derechos de autor".

El problema estriba, por tanto, en el entrenamiento, que se hace con elementos protegidos por el ‘copyright’, como la música y las voces de los artistas, creando un producto nuevo (no remixes: canciones de cero) sobre el que los ‘autores’ no tienen control. ‘Autores’ entre comillas, porque su voz no puede ser considerada como un mero ingrediente de la receta.

La apuesta artesana

Más allá de esta reflexión, se apela al sentimiento. Hace apenas unos días, el MC zaragozano Momo sacó su nuevo disco de estudio, ‘Artesanía’, el primero en cinco años. La elección del título no es casual: Momo, que ya no es un artista emergente y que por cuestión de edad y trayectoria    (tampoco hay muchos años de diferencia) mira con reverencia a Violadores del Verso, apuntó como valor añadido de su trabajo el carácter artesano, sin bases ‘descongeladas’ de la red ni intervención en la producción de una inteligencia artificial.

Más. Los dos miembros vivos de The Beatles (Paul McCartney y Ringo Starr) aprobaron hace medio año la revisión del ‘Now and then’ que compuso Lennon (Harrison, fallecido en 2002, tampoco participó en su día) como homenaje a su esposa Yoko en 1978, apenas dos años antes de que el mago de Liverpool fuera baleado y muriera frente al edificio Dakota de Central Park en Nueva York. La canción está rematada con IA. Suena ‘beatle’, sí. No suena como The Beatles.

Aliada, no timonel

Javi Roldón, fundador de Vacuum Mastering, ha hecho que Zaragoza sea una referencia nacional en esta faceta de la producción musical de la que mucha gente habla sin saber exactamente de qué se trata. Masterizar un disco es, básicamente, el último paso de una grabación musical con marchamo profesional, se trata de armonizar los elementos sonoros de una mezcla estéreo y garantizar una reproducción de calidad en cualquier sistema o formato. En este proceso entran en juego acciones como la ecualización, la compresión, la limitación o la expansión estéreo.

Roldón explica que "en mi trabajo tenemos ‘plugins’ de IA, complementos al programa principal empleado que son muy útiles para ciertos subprocesos. Agilizan la tarea y hacen magia, por ejemplo, para quitar un chasquido o una tos en la grabación de un concierto antiguo, cuando lo que haces es remasterización de algo que te llega y debes ‘rescatar’ en la medida de lo posible. Sin embargo, el componente artesano continúa siendo fundamental, incluso en esas tareas: tienes que meter unos parámetros y conducir al programa a la creación de un algoritmo que reconozca y elimine ese problema".

Roldón, entre bromas y veras, explica en primera persona que la proliferación de opciones ‘online’ de ‘mastering’ muy barato acaba llenando su cartera de clientes. "Me generan mucho trabajo, sí –ríe– porque aquellos que los usan salen escaldados y vienen a mí".

El zaragozano matiza esta reflexión. "No solo es cuestión de oído o experiencia, que también: hablo de la relación orgánica con los artistas, eso va más allá de los unos y ceros. Es hablar, motivarse, ver cómo vuelven a creer en su proyecto si llegaban con dudas y encuentran soluciones contigo... Eso no lo da la inteligencia artificial. Otro ejemplo:existen programas de análisis de espectro de ecualización, que toman 10.000 canciones pop de una onda similar y analiza la curva de ecualización:a la hora de abordar un nuevo tema, te dan los parámetros ‘lógicos’, pero resulta que el artista quiere otra cosa, otra expresión del sentimiento que le llevó a ese tema. Creo que siempre quedará un reducto humano en los trabajos creativos. Yo voy a favor del desarrollo, pero apuesto por el equilibrio entre el ADN y los bytes".

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