"Los judíos creían que el nombre marcaba el destino de quien lo llevaba"

Álvaro López Asensio presenta este lunes un libro sobre la genealogía de los hebreos residentes en Aragón hasta 1492 y localiza 7.319 individuos 

El historador Álvaro López Asensio ha estudiado la 'Genealogía de los judíos de Aragón'.
El historador Álvaro López Asensio ha estudiado la 'Genealogía de los judíos de Aragón'.
Aránzazu Navarro

¿Se apellida usted Albalá y procede de La Almunia de Doña Godina? Pues quizá tenga orígenes judíos. O no, porque el apellido tiene raíces árabes.. El historiador Álvaro López Asensio presenta este lunes un libro, 'Genealogía de los judíos de Aragón' (editorial Certeza), que ayuda a navegar por los nombres y apellidos de la comunidad judía en Aragón entre los siglos XII y XVI. La obra constituye un auténtico tratado de genealogía judía de Aragón y Sefarad. López Asensio, licenciado en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca, especialista en historia del judeo-cristianismo y en antropología bíblica, ha publicado ya varios libros dedicados a los judíos en Calatayud, junto a manuales divulgativos y de éxito como 'La cocina de los judíos de Sefarad en la Edad Media'. El pasado 21 de marzo dio en youtube una conferencia/presentación internacional del libro ahora publicado,  al que asistió 'público' virtual de varios países. 

"Quería estudiar la genealogía porque es un aspecto muy importante dentro de la cultura judía -señala-. En el caso de los varones especialmente: el nombre y el apellido no solo servían para identificarles, sino que creían que influían en el carácter y en el destino de quien lo llevaba. Por eso entre los varones predominaban los nombres bíblicos".

Pero no todo era tan sencillo. Para su libro, Álvaro López Asensio ha buceado en todo tipo de fuentes documentales, con paciencia casi bíblica, en busca de nombres y apellidos judíos. Ha elaborado una lista, y el resultado es espectacular: en las 67 juderías atestiguadas de Aragón ha encontrado 7.319 nombres judíos (6.813 de varones y 506 de mujeres) entre los siglos XII- XV. A partir de ahí ha ido estableciendo patrones: por el origen (romance, árabe, griego, romano, hebreo...), por el significado (oficios y cargos públicos, cualidades, topónimos, patronímicos...). En un tema de enorme complejidad, el libro de López Asensio sirve como sextante para orientarse. Quizá por eso la primera edición del estudio se agotó a la semana de su publicación.

"Los judíos tienen mucho interés en saber de dónde vienen, algunos lo saben, o tienen alguna información, por tradición oral. Me pasó en una ocasión con una judía de Nueva York, que se apellidaba Pardo y provenía de La Almunia de doña Godina". 

Los 7.319 judíos que ha identificado el historiador se concretan en 1. 133 apellidos o linajes distintos. De estos últimos, la mitad se circunscribe a 96 apellidos. Algunos, como Cohen y Leví, están en todas las juderías. Los apellidos más comunes fueron Arruest, Leví, Abenforna, Cohen, Anbrón... "En la ciudad de Zaragoza había un poco de todo -señala López Asensio-, pero en juderías de otras partes de Aragón, como en las Cinco Villas, por ejemplo, lo que se ve en Sos o Uncastillo, es bastante endogamia. Los mismos apellidos".

Los varones judíos solían conservar nombres de tradición bíblica, pero las mujeres acostumbraron a cambar sus nombres por romances. Estadísticamente, López Asensio ha localizado 76 nombres propios de mujer, los más comunes eran Sol, Myra y Oro. En los varones, los más  habituales erán Juçé, Isaac, Abraham, Mossé y Salomón. Los judíos sefardíes ponían al primogénito el nombre del abuelo paterno vivo, si era varón, y a la primogénita el de la abuela materna, así que en un árbol genealógico sefardí se suele encontrar el mismo nombre cada dos generaciones. Si el abuelo paterno había fallecido cuando se producía el alumbramiento, al recién nacido se le ponía el nombre del abuelo materno vivo. O de la abuela, en el caso de que fuera niña. El Talmud enseña que el nombre tiene una influencia sobre quien lo lleve, por lo que siempre estará ligado a su alma y a su vida. 

El apellido era menos importante. Mientras que en el varón permanecía  inalterable durante toda la vida, la mujer, al contraer matrimonio, adoptada el del marido y, en caso de enviudar, podía utilizar cualquiera de los dos, el de soltera o el de casada.

¿Qué ocurrió con los conversos? "Cuando se bautizaban -señala el historiador- adquirían el apellido del sacerdote, de los padrinos cristianos, del titular de la parroquia e incluso de ángeles. O, también cualidades y colores. Apellidos como Pardo, Rojo o Royo, son de judíos conversos". 

Son falsas las creencias de que los apellidos relacionados con oficios o los procedentes de topónimos sean de origen judío, ya que era algo común a todas las culturas. También que el judío Peres provenga del  hispanocristiano Pérez.

Álvaro López Asensio prepara ya nuevos trabajos de investigación, como un tratado sobre 'El antijudaísmo en la Edad Media'. Y quizá extienda su estudio sobre la genealogía a otras comunidades, como la vecina Navarra..

'Genealogía de los judíos de Aragón' se presenta este lunes a las 19.00 en la Biblioteca de Aragón, en un acto que contará con la participación del autor; del editor Vicente Zalaya; de Timna Segal, presidenta de la Asociación Cultural Sefarad Aragón; y María de Miguel, coordinadora de actividades del Centro Sefarad-Israel.

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