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Pilar Almalé: «La música te hace vibrar, emociona y devuelve a la vida»

El jueves 7 de marzo, a las 20.30, la cantante, compositora y violagambista presenta su tercer disco ‘Golondrinas’ en el Teatro de las Esquinas

Pilar Almalé, en su estudio de la orilla del Ebro.
Pilar Almalé, en su estudio de la orilla del Ebro. Si algo la caracteriza, más allá de su talento, es su coraje, su pasión de vivir y soñar.
Oliver Duch.

A sus 30 años tiene la facultad de llegar a casi todo: pinta, canta, compone, es una virtuosa de la viola da gamba. Se pone el mundo por montera. Hoy, a las 20.30, presenta su tercer disco ‘Golondrinas’ en el Teatro de las Esquinas, donde rinde homenaje a su abuelo Luis y a su hija Alma.

«Estoy bien, más animada que nerviosa, con muchas ganas para el concierto de esta noche en el Teatro de las Esquinas. Lo he preparado con mucho cariño. Es mi tercer disco, ‘Golondrinas’, lo he grabado en Sevilla con el productor y violagambista Rami Alqhai, de gran proyección internacional, porque me gusta mucho el sonido que logra y, además, tiene dos hijos pequeños y le resultaba muy difícil conciliar. Ha sido una experiencia espléndida», dice Pilar Almalé (Zaragoza, 1993 ), que hace algún tiempo logró un local desvencijado a orillas del Ebro, lo ha restaurado y lo ha convertido en su refugio de trabajo, en su escenario de ensayo y en su estudio de artista. Pilar, además de cantante, intérprete de viola da gamba y compositora, es pintora abstracta de mucho color.

¿Es usted ambiciosa, inquieta, padece ansiedad quizá? ¿No tiende en exceso a la dispersión? 

No, no. En otro momento de mi vida he podido ser dispersa, pero ya no. Más que ambiciosa, soy curiosa. Me interesa todo, me estimulan muchas cosas. Pero estoy muy centrada: soy metódica. Disciplinada. Estudio, compongo, hago mis horas con el instrumento, realizo algo de deporte y estoy con mis dos hijos. Soy ordenada. En estos meses no he logrado sacar tiempo para pintar, algo que me gusta mucho.

Se ve en todos los cuadros que cuelgan de las paredes. ¿Y usted, como decía Alqhai, cómo ha logrado conciliar?

Con dificultad. Tengo una niña de diez meses, e intento estar con ella todo lo que puedo, pero no es fácil. Yo, más que compositora, cantante e instrumentista, me siento artista, en un sentido general. Me gusta hacer muchas cosas. Hoy, ser madre y artista resulta estresante. A la vez es un maravilloso regalo la maternidad.

¿A quién quisiera parecerse?

Me gustaría encontrar mi camino, mi personalidad, mi mundo. Admiro a Caroline Denervaud es una bailarina que danza y que graba sus pasos; luego compone una pieza musical y finalmente, a partir de todo lo que ha hecho, pinta un cuadro. Es muy creativa.

¿Cómo surgió su disco?

No era fácil organizarlo. Es un disco en tres tiempos con melodías medievales, renacentistas y sefardíes, y de ahora mismo, de diversas tradiciones y de composiciones propias. Es un disco dividido en tres partes que me exigió mucho esfuerzo; la parte central es una ‘Suite’ de ocho minutos en cuatro tramos. Por eso he añadido distintos fragmentos sonoros que separan cada parte: el sonido de las golondrinas, que grabé en los Pirineos, o una grabación de mi abuelo paterno Luis.

¿Por qué él?

Fue muy importante en mi vida. Aquí recuerda cuando era niño, acudió al café Ambos Mundos en el paseo de la Independencia y allí oyó a un trompetista que tocaba ‘Begine the beguine’ de Cole Porter. Tararea el tema y yo me sumo. Era un hombre extraordinario, de extracción humilde, que estuvo en la emigración en Alemania. Ya falleció. En ‘Golondrinas’ le rindo homenaje a él y a mi hija Alma. En el disco he añadido la canción ‘Gracias a la vida’ de Mercedes Sosa, que siempre me gustó mucho. Creo que nos retrata. Es un canto al futuro.

¿Incluso ahora, en tiempos tan oscuros?

Se percibe la preocupación de la gente por la precariedad, los alquileres, el cambio climático, la sequía, la inestabilidad laboral, etc. Quizá por eso, en mis discos me gusta poner un poco de luz.

Usted se mueve en muchos registros. ¿Qué busca?

Intento establecer un equilibro entre lo antiguo (o lo clásico) y lo moderno. Quisiera eliminar barreras. ¿Qué es lo que hago? Cojo temas antiguos y les doy un tratamiento moderno con mi instrumento y con mi voz. Y viceversa: adapto temas modernos y les doy un recorrido clásico. No soy purista. Me gusta la mezcla. Y ahí trabajo. No engaño a nadie.

Ha tocado con mucha gente. ¿Quién le ha dejado huella?

Muchos artistas. Por ejemplo, Silvia Pérez Cruz. Es una de esas criaturas que disfrutan en el escenario, especiales y relajadas, con inmenso talento. Se ve que está tocada por la mano de Dios.

¿Y Pilar Almalé está tocada por la mano de Dios?

No lo sé. Ojalá. Me entrego, me vuelco. En los dos últimos años he dado unos 100 conciertos en total, 50 por año. No me quejo de nada. Tengo ilusiones. Me gustaría concentrarlos para estudiar y ensayar más, para componer, para hacer bandas sonoras, etc.

Después de esa experiencia y de los años que lleva en la música: tocándola, programándola, sintiéndola... ¿Cómo vive la gente la música?

Le despierta emociones. Vivimos tan de prisa que a veces ni nos damos cuenta de que estamos vivos. La música te hace vibrar, nos devuelve la vida. Terapéutica. A veces estamos tan bloqueados que ni sabemos bien lo que sentimos, y la música despierta las emociones, los sentimientos, te llega muy al fondo. Ojalá suceda hoy en el Teatro de las Esquinas.

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