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Christian Peribáñez: "Me interesa el amor real que está inevitablemente unido al sexo"

El escritor y periodista de HERALDO publica el poemario, 'Tantos hombres mejores' (PUZ), y dice que "la poesía y el arte son una carrera de renuncias"

Christian Peribáñez publica un libro personalísimo sobre el amor, la renuncia, la ocultación y los símbolos.
Christian Peribáñez (Zaragoza, 1979) publica un libro personalísimo sobre el amor, la renuncia, la ocultación y los símbolos.
José Miguel Marco 

¿Por qué ha tardado seis años en publicar un nuevo poemario: ‘Tantos hombres mejores’ (PUZ), que presentó ayer en el Paraninfo con otro poemario como 'Motel Pandora' de Octavio Gómez Milián? ¿Es su libro más pensado?

Uno se pasa el día escribiendo y borrando, y volviendo al cuaderno, y cercenando otra vez lo que parece ridículo o cursi… Aunque la escritura no cesa, el preparar un poemario sí me requiere mucho tiempo hasta conseguir dar con un puñado de poemas presentables. La poesía, y por extensión el arte, es una carrera de renuncias: de la idea original hasta lo que se publica hay mucha ida y vuelta, mucho camino hecho y a la vez desandado, hasta lograr juntar unos textos que la propia autoexigencia considere defendibles.

¿Cuál diría que es el asunto central: las pequeñas cosas de la vida, los viajes, el inventario metafórico de lo que nos pasa, el azar, la pasión, persistente pero contenida?

Creo que siempre escribo sobre la forma en la que se relacionan las personas y, en este libro, es posible que trate el tema desde una perspectiva más cotidiana y más centrada en cómo cambia la naturaleza de esas relaciones con el paso del tiempo. Están muy presentes también la intimidad, la soledad, la necesidad de cierta empatía y las grietas en la comunicación, esos desencuentros me resultan muy prolíficos.

¿La poesía le visita o sale usted a encontrarla y a escribirla?

La poesía siempre es un hallazgo, creo que está ahí, en muchas de nuestras vivencias cotidianas y basta con agudizar los sentidos para percibirla y sacar un cuaderno para tratar de atraerla.

¿Sería también un poemario donde se exalta el amor físico, “Solo el amor te mantiene vivo. / Sudar es la única prueba de amor”, dice, o «claro que idealizo tu espalda»?

Me gustan los poemas de amor que exhiben esa parte más física, más animal, más visceral incluso. El amor platónico está muy bien (bueno, no, en realidad es horroroso), pero me interesa más el amor real que está inevitablemente unido al sexo, incluso aunque sea un sexo no consumado sino anhelado.

"En el libro están muy presentes también la intimidad, la soledad, la necesidad de cierta empatía y las grietas en la comunicación, esos desencuentros me resultan muy prolíficos"

¿Podría explicarnos esas tres partes del libro: ‘El vínculo’, ‘La presa’ y ‘La competición’?

En su momento lo vi claro, pero ahora tampoco crea que lo puedo defender mucho…, ja ja ja. Creo que la primera parte hace referencia al idilio, al enamoramiento y al establecer una relación, que en su segunda mitad ya se intoxica y deriva hacia la obsesión, la inseguridad y casi casi el intentar amarrarla a toda costa. ‘La competición’ aparece porque entiendo muchas relaciones humanas desde aquí, intentando demostrar que se es más que el otro, siendo pretencioso y faltando a la verdad de uno mismo. Es algo violento y espantoso, pero a la vez me atrae ese artificio de fingir ser lo que no se es, de estar en una lucha constante.

¿‘Tantos hombres mejores’ quiénes son y mejores que qué…? ¿Cuál sería el misterio del título?

Siempre titulo los libros con un verso de uno de los poemas fuera de contexto. Este pensé que tenía fuerza, lirismo y que resumía bien la idea de competición, y derrota, que acabamos de mencionar. Serían «tantos hombres mejores que yo», claro, pues hay muchos poemas en primera persona y mi tendencia a compararme con todo y todos también es materia de psiquiatría.

Es un libro sereno pero tiene un poso de melancolía, o el impacto de una herida y sus cicatrices. Revela: «Vivo por cosas tan pequeñas que a veces lloro».

Quizá sea más sereno que los títulos anteriores porque, obviamente, uno se va haciendo mayor y ya no escribe con esa urgencia adolescente ni con esa gravedad que parecía que fuera buscando continuamente un Nobel. Con los años uno relativiza, imagino que crecer lleva implícito darse cada vez menos importancia y eso es algo que resta ansiedad y abre las puertas a un cierto humor.

¿Cómo convive en su escritura lo minúsculo con la idea de la metáfora, el símbolo o el juego?

Los símbolos pueden ser minúsculos y universales al mismo tiempo. Es verdad que a veces, de puro enrevesado, hago textos algo incomprensibles, pero es ahí cuando lo fío todo al azar, a la belleza de las palabras y a que la poesía haga su magia.

El protagonista vive una continua paradoja: «Quiero exhibirme pero no estoy limpio...» y a la vez dice: «Dios me odia y coloca en cada verso anillos de tristeza / con forma de avispero».

La poesía siempre me ha resultado una eficaz herramienta para afrontar mis propias contradicciones y exorcizar los fantasmas interiores. A veces resulta un ajuste de cuentas con partes de mi vida y no quiero ser muy condescendiente conmigo mismo.

¿Qué le da el periodismo a su poesía y la conciencia de poeta a sus columnas y sus reportajes?

"La poesía siempre me ha resultado una eficaz herramienta para afrontar mis propias contradicciones y exorcizar los fantasmas interiores"

Siempre he tratado de diferenciar las facetas, pero cada vez me doy más cuenta de que es inútil hacer el esfuerzo porque ambas no pueden ser compartimentos estancos. Durante tres años he presentado un magacín cultural y he conocido a artistas extraordinariamente talentosos, muchas de cuyas reflexiones se filtran también por estas páginas. Aquello era un trabajo periodístico, pero si la materia prima es el arte y la cultura todo se confunde.

El magacín cultural que cita es ‘Atónitos huéspedes’ en Aragón Televisión. Cita a algunos escritores: Pedro Lemebel, Safo, se ve a Patricia Highsmith, hay un eco de Gil de Biedma… ¿Quiénes son los poetas que le interesan?

Todos ellos aparecen, es cierto, pero últimamente me interesan escritores más contemporáneos, quizá porque identifico mejor sus vivencias… Disfruto mucho leyendo a Alejandro Simón Partal, que me descubrió la ‘poesía de la celebración’ superando nostalgias y melancolías, y en esta línea me encanta también la obra de Braulio Ortiz Poole, Elena Medel o, por citar alguien de aquí, Nacho Tajahuerce, Sebas Puente y Ana Muñoz, que -por cierto- fue la primera en leer el primer borrador.

¿Qué dimensión oculta de su personalidad aflora en su lírica?

No sé si la lírica está hecha para desenmascarar nada. Sí tengo claro que cuando uno escribe poesía adopta una posición 100% vulnerable y queda totalmente al albur de lo que el lector quiera encontrar en los subtextos. Quizá, el que lee con cariño y detenimiento tenga razón en todo.

Christian Peribáñez contó con José Javier Rueda, redactor jefe de HERALDO, y con Fernando Sanmartín, director de la colección, como presentadores.
Christian Peribáñez contó con José Javier Rueda, redactor jefe de HERALDO, y con Fernando Sanmartín, director de la colección, como presentadores.
José Miguel Marco 

CUATRO POEMAS DE ‘TANTOS HOMBRES MEJORES’ (PUZ)

Te rodeo para saber si hay un mar al otro lado,

en tierra firme, salvo un hueso raro en el pie,

no te encuentro fallo.

No soy el primero en ascender el cerro

ni en constatar con un trago tu condición de océano.

Rica pirámide de entrañas de plata,

plaga de hormigas que me sacia.

No soy el primero que lame el salitre de tu hueso raro.

Errar, florecer, repetir

—ya lo he dicho antes—

errar, florecer,

abrazar como a un cuerpo herido la sutura.

****

Caminas con el rayo en la mano,

tu sangre es tozuda.

El bosque crece si le das la espalda

porque tal es la épica (o la tragedia, qué sé yo)

propia de los dioses.

Caminas con el rayo en la mano

pero en la ‘terra incognita’ eres un hombre;

allí donde hay dragones, liviandad y usura,

tu sangre de confín de mapa antiguo es la de un hombre.

Sólo el sudor te mantiene vivo.

Sudar es la única prueba de amor.

*****

Te hablo de cómo las plantas se arquean buscando la luz de la mañana,

de cómo el corazón se estira unos centímetros

y vuelve en la oscuridad de la noche hasta su marca.

Te hablo de Lemebel, de los huesos que mastico

y del ‘inner saboteur’ entre generaciones,

que no empatizan pero se abrazan.

Te hablo de cómo respiran las estatuas bajo las sábanas,

y de cómo cuando escribo

siento que lleno mis pulmones como si fuera un hombre.

Entiendo que no quieres renunciar a nada.

Entiendo que llamas nada a lo que yo digo sístole, diástole y bombeo en la sien.

*****

Despliego la mesana

y aspiro tus alisios.

Quemo las naves en plena travesía

para que no parezca un compromiso.

Navegación carnívora.

Del residuo del amor nace el archipiélago.

*Cuatro poemas de 'Tantos hombres mejores'. Christian Peribáñez. PUZ: La gruta de las palabras. Zaragoza, 2023. 60 páginas.

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