¿Qué es el k-pop?: de BTS a Stray Kids

Los fans son la columna vertebral de este fenómeno llegado de Corea del Sur

Grupo surcoreano Blackpink
Grupo surcoreano Blackpink
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El fenómeno fan que ha exportado Corea del Sur es a estas alturas un complejo universo donde se mezclan bandas, coreografías y coleccionismo. Nacido a finales de los 90, más de veinte años después el abanico de grupos de chicos y chicas nacidos al calor de esta corriente se cuenta por cientos. Aunque más que nacidos se puede decir que han sido fabricados. El K-pop es una potente industria que mueve miles de millones en todo el mundo y que produce bandas con la milimétrica precisión de un 'smartphone'. Todo con un fin principal: conectar con los fans.

La relación de los grupos K-pop con sus seguidores es la columna vertebral de un negocio que en este tiempo acumula infinidad de nombres. En España, entró a través sobre todo de BTS, junto a otro grupo femenino, BlackPink. Si bien estas dos formaciones siguen siendo muy conocidas, actualmente les han tomado el relevo otras dos: Stray Kids (boy band) y Twice (girl band). Pero hay muchas más: KON, SEVENTEEN, Red Velvet, Big Band, EXO...

Todas ellas están formados por varios miembros, cada uno con un rol predeterminado que los caracteriza. En Corea del Sur, incluso, cada personaje desarrolla una suerte de 'vida' paralela. Por ejemplo, es común que tengan su propia cafetería temática.

Así, el ecosistema fan del K-pop se basa sobre todo en la elección de un  ídolo concreto (de la misma manera que otros tienen un futbolista preferido) y en el desarrollo en torno a él de su correspondiente 'merchandising'. En la jerga a esto se le llama 'byass' (cada fan suele tener un byass, un favorito). Y el objetivo es juntar cuanto más material se puede de él o ella.

Álbumes K-pop

La producción musical, tanto en discos como en vídeos, es ingente. Las coreografías tienen tanta importancia como las melodías. No es extraño que cada banda saque tres discos en un año, y que además estos, llamados 'albumes' se lance con muy diversas versiones, cada una con cromos ('cards'), pósters o material añadido que las hacen únicas y mayor objeto de deseo aún. 

La idea de exclusividad alienta ese afán coleccionista: hay material firmado, 'cards' exclusivas, portadas diferentes para un mismo disco... Todo en el K-pop se piensa por y para los fans.

Pero este fenómeno también tiene su lado negativo. La voracidad de las compañías discográficas hace que las jóvenes estrellas del K-pop estén sometidos a contratos leoninos, en ocasiones por más de 20 años.

Son captados desde pequeños, en los llamados 'trainees', una especie de escuelas para tal fin de las que salen antes o después dependiendo de sus aptitudes.

Se habla también de que son obligados a mantenerse delgadísimos e, incluso, a operarse. Huelga decir que su trabajo va más allá de grabar discos y dar conciertos. Deben atender a los fans en los más variados formatos, que ahora incluyen directos en las redes sociales, firmas de discos y otras muchas actividades.

Los fans, además, son muy apasionados, sobre todo los de su propio país, que no dudan en expresar su apoyo, pero también su descontento. Igual que son capaces de elevar a un 'idol', lo son también de destruirlo.

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