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Silvia Hidalgo: “Mi escritura sale del deseo absoluto y del amor al arte”

La escritora sevillana, ganadora del Premio Tusquets de novela con 'Nada que decir', ha presentado la historia de una mujer vulnerable en Zaragoza

Silvia Hidalgo ha escrito una novela sobre una mujer indignada y rabiosa que se equivoca en casi todo.
Silvia Hidalgo, el martes en el hotel Silken-Reino de Aragón, ha escrito una novela sobre una mujer indignada y rabiosa que se equivoca en casi todo.
A. C./Heraldo.

ZARAGOZA. Nunca se sabe del todo cómo se gestan las novelas. A veces ni siquiera se sabe si tienen algo esencial o radical emparentado con la vida del escritor o escritora. Silvia Hidalgo (Sevilla, 1978) es ingeniera informática y se ha movido en el terreno de las realidades objetivas, pero siempre se sintió atraída por la ficción: la del cine, la del arte y la de la literatura, que se trenza, ante todo, con historias y sensaciones disueltas en palabras. Un día, tras un fin de semana intranquilo en Cáceres, volvió a Sevilla un poco enferma, quizá enfriada, con el alma inundada de desarraigos, desapacible o triste. Y halló su casa más bien fría, hasta inhóspita; se lo contó a una amiga, escritora también, y ella le dijo: “Aprovecha la situación, aprovecha ese estado de ánimo y escríbelo”.

Otro amigo le había dicho que escribiera sus sensaciones en un cuaderno. Y así, poco a poco, con notas y apuntes y rayujos en el cuaderno, “y con grabaciones de audio en el móvil, mientras conduzco, algo que hago a menudo. Así, casi sin darme cuenta, iba tomando forma la novela ‘Nada que perder’. Luego, más o menos, la escribí en poco tiempo y la mandé al premio Tusquets a las once de la noche, una hora antes de que finalizase la convocatoria”, dice Silvia, y confiesa algo casi inesperado: “Jamás pensé que ganar el premio, la verdad. Como ingeniera y mujer que se ajusta a un plan y a unos plazos, me dije que debía acabarla y la finalicé. Y cuando la mandé me vine abajo y me eché a llorar. Me emocioné”.

Silvia Hidalgo lo tenía claro: quería contar la historia de una mujer en crisis. “Desde luego. No hablo de una mujer empoderada, a la que le salen bien las cosas porque tiene carácter y coraje. No. No. Mi personaje es el de una mujer, a la que le doy mi profesión, que nació en un barrio y que en alguna ocasión sueña con con ser hombre porque es lo que ha visto. No sabe bien cómo se rebelan las mujeres, cómo gritan, cómo protestan”. Ella lo hará a su modo. Silvia Hidalgo quería contar el relato de una mujer que se equivoca, que toma decisiones erróneas, que fracasa en casi todo: en las relaciones materno-filiales, en las relaciones de pareja, “sí, sí, se enamora de un manipulador, de alguien que no la entiende, que la maltrata, que desata su vulnerabilidad”, y en las relaciones laborales, donde solo contempla jerarquías y modelos que se le antojan, como mínimo, trasnochados.

“A mí me gusta mucho contar mi tiempo. Abordar mi época. En cierto modo, ‘Nada que perder’ es un documento del aquí y ahora, como hacen otras compañeras como Sara Mesa, Elisa Victoria, María Fernanda Ampuero, Aixa de la Cruz o la zaragozana María Bastarós. No es que yo solo lea a autoras españolas de una edad parecida a la mía, no, claro que no, también sigo otras literaturas y autoras, pero de ellas me siento compañera de viaje. Me interesa mucho contar mi tiempo y sus contradicciones. Y mi protagonista es una mujer que intenta tomar el control de su vida y cae en un mayor descontrol”. Y desde ese desorden existencial, decide indignarse, protestar, enrabietarse, “aunque no esté bien visto en una mujer, ni sea elegante ni femenino… A la vez vive otra paradoja: en su trabajo no hay referentes, es un mundo masculinizado. En la informática apenas hay un 5 % de mujeres. Y en ese grito de rabia e impotencia también se exalta el deseo sexual más crudo”.

Silvia Hidalgo dice que no busca la originalidad sino que trabaja la mirada, el arte de contar y el ritmo.
Silvia Hidalgo dice que no busca la originalidad sino que trabaja la mirada, el arte de contar, el lenguaje y el ritmo.
A. C./Heraldo.

Para Silvia Hidalgo, autora de dos libros anteriores como ‘Dejarse flequillo’ y ‘Yo mentira’, si hay algo fundamental para ella son el estilo y el ritmo. “Vengo de otro mundo, donde existe la exactitud, la precisión. Tampoco quería abordar eso que a veces es tan endogámico: la metaliteratura. El ego creativo es muy frágil porque depende de la opinión ajena, y eso al venir de otra experiencia muy distinta me preocupa un poco menos. Mi escritura sale del deseo absoluto, sale del deseo y del amor al arte. Mi aspiración en la vida es escribir de lo que quiero y de lo que me gusta, y si gusta o no gusta a los demás, bueno, pero me siento más a salvo gracias a este bagaje y esta experiencia mía en la parte de una empresa que maneja criterios objetivos”, confiesa la ganadora del premio Tusquets de novela de 2023.

"A mí me gusta mucho contar mi tiempo. Abordar mi época. En cierto modo, ‘Nada que perder’ es un documento del aquí y ahora, como hacen otras compañeras como Sara Mesa, Elisa Victoria, María Fernanda Ampuero, Aixa de la Cruz o la zaragozana María Bastarós", dice Silvia Hidalgo

“A mí me ha dado tanto la ficción, que puedo decir que la literatura y el cine me han salvado -declara, poco antes de presentar su novela con Eva Cosculluela y Julia Millán en la librería Antígona-. Podría haber tenido una vida mucho más limitada que era la de la ciencia y las torretas de mi barrio, y yo he tenido acceso para imaginar y soñar otras vidas, gracias a la ficción y a la mirada que me ofrecían otras personas. Y eso me parece un lujo más que el premio y editar en Tusquets”. La escritora ha insistido en casi todas sus entrevistas en otro detalle: la obsesión por el lenguaje y el ritmo, por la palabra y su capacidad de evocación y de descripción. 

“Lo me que más me preocupa es la lengua… Porque al final lo que escribo no busca la originalidad de una trama, o algo así, sino cómo yo cuento mi mirada. A mí lo que me interesa es proyectar una emoción, que a aquel que lea le pase algo mientras lo hace, ya sea positivo o negativo, que le atraviese una emoción. Los escritores lo único que tenemos es la palabra y el ritmo, tenemos muy poquitas cosas, escasas herramientas más. En un libro tienes la palabra y el ritmo. Si la protagonista tiene un desasosiego quiero que el ritmo sea desasosegado; si está apasionada o al revés, si está ensoñándose, pues deseo que todo sea más lírico, y que el ritmo sea una almohada para eso… Me interesa mucho todo ello porque creo que es ahí donde yo puedo aportar más valor”, dice Silvia Hidalgo, que está orgullosa de publicar en Tusquets, en cuyo catálogo figuran sus admirados Almudena Grandes, Haruki Murakami, Marguerite Duras o Annie Ernaux.

“¿Si tengo algo que ver con Marguerite Duras, como dijo el jurado? No lo sé. La admiro, pero tengo la sensación de que se dijo por acotar una forma de escribir y un mundo. Me interesa mucho Duras, desde luego. El mundo de Ernaux es más autobiográfico y más claustrofóbico, y me siento menos afín con ella”, concluye Silvia Hidalgo.

Portada de la novela ganadora del Premio Tusquets.
Portada de la novela ganadora del Premio Tusquets.
A. C./Heraldo.
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