María Frisa y Marisol Aznar presentan su novela conjunta 'No podría estar más contenta'

La obra, editada por Pregunta, se ha presentado este lunes en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza

Las autoras junto a Luis Rabanaque, ayer, durante la presentación en el Paraninfo
Las autoras junto a Luis Rabanaque, ayer, durante la presentación en el Paraninfo
Oliver Duch

Cuando una novela se titula bien pueden pasar dos cosas: que el interior esté a la altura del envoltorio o todo lo contrario. ‘No podría estar más contenta’ (Pregunta Ediciones) despeja muy rápido la incógnita, basta con leer las primeras páginas o escuchar a sus autoras, María Frisa y Marisol Aznar, para tener ganas de leerlo y pasar un buen rato con sus ocurrencias. Este lunes 20 de noviembre, el actor y autor Luis Rabanaque la presentó en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, para regocijo de los presentes.

María Frisa contó el proceso creativo con detalle. “Luis Rabanaque presentó mi anterior novela, ‘¿Quién es Olimpia Wimberly’, hace justo un año. Luis es de las mejoras personas que he conocido, vaya eso por delante. A los pocos días me dijo que había hablado con Marisol, y que ella tenía una propuesta que hacerme”.

Marisol había leído con avidez varias novelas de María, y buscaba un texto para un monólogo de teatro. “No quería escribirlo ella, precisamente porque pasa el día entero escribiendo, y buscaba otra voz, en este caso la mía. Empezamos a trabajar y pronto nos dimos cuenta que teníamos mucho en común; somos de una edad muy similar, compartimos vivencias y recuerdos. Al final le planteé subir la apuesta y hacer una novela entre las dos. Aceptó, y aquí estamos”.

A la hora de buscar editorial, María pensó en Pregunta, y los interpelados se entusiasmaron con la idea. “Me lo he pasado muy bien en todo el proceso -apuntó María- y me ha servido para reflexionar sobre lo comunes que son a veces nuestras individualidades. Las mujeres de cuarentaypico o cincuentaypocos vivimos en la ansiedad, no bastan las 24 horas. Si no son los hijos cuidas a tus padres, o las dos cosas, trabajas dentro y fuera de casa, y vas todo el día corriendo”.

Miculpa, todo junto

Este neologismo convertido en nombre propio tiene una presencia clave en la novela. “Es la voz interior que te va todo el rato tocándote las narices -explicaba María- y que te fastidia hasta los 5 minutos en el sofá a mitad de día, despreciando esa frase de coach que dice ‘cuidarse a uno mismo no es egoísmo’. Marisol y yo tenemos esa voz más fuerte de lo habitual. Eso sí, el libro es una autoficción, exageramos... lo que no quita para que recuerde con angustia las carreras de obstáculos para llegar al colegio de mis hijos, ahora ya mayores, antes de que tocase la campana. El final era como el de ‘Carros de fuego’, casi oía la música”.

En la novela también hay mucha doble ventana, con las cosas como eran antes y como son ahora. “Hablamos de la televisión, de los médicos… cuando era niña entonces todo se curaba con dos cosas: ‘Vicks vaporub’ o ‘vispaporús’ y saliva de madre haciendo una cruz en la frente. Si ibas al médico ibas con ropa de domingo, no había internet ni móviles y la tele era en blanco y negro sin mando a distancia, el pequeño de la casa estaba encargado de cambiar de la primera cadena a la segunda”.

La multitarea

Marisol Aznar necesitaría días de 26 horas, y sigue metiéndose en fregados con alegría. “Había publicado algunas de las obras de teatro que he escrito, pero es mi primera novela. La transformación del proyecto que ha contado María es un regalo que me ha hecho, y lo estoy disfrutando. Como actriz sufro en los estrenos, es algo que pasa en nuestro oficio, el súper examen; el libro ya está aquí y como tampoco tengo más novelas para comparar, es la mejor que he hecho, seguro -ríe- y también me he reído mucho escribiéndola, a carcajadas. Es una caricatura, nos recuerda lo imperfectos que somos en un mundo que te pide que seas perfecta y maravillosa”.

La familia que forman Marisol Aznar, el músico David Angulo y sus hijas Inés (la mayor, pero aún peque) y Laura tiene un punto Osmond: todos cantan de maravilla. Marisol no descarta un futuro disco familiar. “Lo hemos pensado, no te creas, pero no nos da la vida. Ahora que Inés va tirando por ese camino con clases de canto y parece que quiere dedicarse a cantar, David la va incluyendo en algún proyecto. Por ejemplo, en el concierto navideño que suele hacer con Arrazola y Satur Rodríguez. A ella le va muchísimo el escenario. La pequeña, Laura, aún no incursiona, pero cuando vaya creciendo, sí lo hará, le hace ilusión. Es que canta muy bien, la verdad”.

Marisol es una payasa orgullosa que, en su vida personal, es bastante reservada. “Me abro más cuando conozco a las personas, pero por la calle no llevaba muy bien lo de la fama, aunque ahora ya me he acostumbrado. Hay que separar la persona del personaje, no siempre estás para soltar un chiste y la mayoría lo entiende, pero no todos. A ver, soy simpática con la gente por la calle, ¿eh? Pero las payasas no lo somos 24 horas. Al revés, separas bastante”.

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