Nata Moreno: "El toque social me sale solo, pero eso no está reñido con pasártelo bomba"

La directora de cine (Zaragoza, 1979) colecciona premios gracias a su corto ‘Madreselva’, con el que aspira a ponerse en la carrera por su segundo premio Goya

Nata Moreno, directora de 'Madreselva'.
Nata Moreno, directora de 'Madreselva'.
Pablo Ferrer

Madre mía, ‘Madreselva’. Acapara premios y aplausos, está en Filmin... ¿Cómo fue el rodaje?

No había mucho tiempo, y sí muchos planos. El elenco se aprendió sus papeles como si fuera teatro, y les gustó. Me emocionó el proceso de sus emociones, la evolución de los personajes está viva. En el montaje hicimos diabluras: aunque Marina (Salas) es la protagonista, tengo máster de cada uno y podíamos haber contado la historia desde otros puntos de vista. Podría ser un largo, ¿quién sabe? Quizá te quedas con las ganas de lo que podría pasar con los personajes de Tosar, Vito o Estefanía.

Hay algo de western en la película, o mucho.

Es que me gusta el género. Una actriz aragonesa me dice que también le ve algo de surrealismo buñuelesco, ya ves. La libertad como creadora que te da el corto es que se trata de un espacio bestial para no estar pendiente de ninguna exigencia, así que he metido todo lo que me gusta en el mismo saco. Al mismo tiempo he tratado de que tenga sentido, claro. Es divertido romper la cuarta pared y el espacio-tiempo y ver que las cosas no cambian tanto, por ejemplo.

En su cine hay una vertiente social más o menos manifiesta. Esta vez la cosa es más humorística que comprometida.

El toque social me sale solo, pero eso no está reñido con pasártelo bomba, la reivindicación llega por muchas vías y puedo reírme mientras defiendo cosas en las que creo. Cuando gané el Goya y el Forqué con mi documental, que al fin y al cabo describía una historia en la que yo misma tenía un hueco, sentí que era necesario expresar todo aquello. Aquí empleo a Tosar para que salgan cosas que nos dicen a las mujeres, incluso hay alguna transcripción del juicio de ‘la manada’, y también se le da la vuelta a la situación.

¿Se puede bromear con todo?

La realidad, a veces, es muy cómica. En este corto, la gente se ríe con los momentos más terribles. También llama la atención la inversión de roles, en el cine no es tan común.

¿Le tienta un segundo ‘cabezón’, ahora que los académicos andan votando para los Goya? ¿Y trabajar en la meca del cine?

Claro, sería fantástico. Todos los sueños lo son. Hollywood, por ejemplo, suena genial para rodar allá, con dinero y dinosaurios y lo que haga falta, aunque creo que una buena historia se puede grabar con móvil y dos grandes interpretes. Si Hollywood no llega, no pasa nada, no es una meta. En el año en que gané todos esos premios llegó la pandemia justo cuando me iba para los festivales americanos. Más que frustrarme, me alegré de estar viva.

¿Y la actuación? ¿Le puede más la emoción que le proporciona estar detrás de la cámara?

Hace dos años estuve en los Teatros del Canal con un texto muy chulo, lo disfruté... pero es que me flipa dirigir. Como directora no espero a nadie, me muevo aquí y allá y si tengo que soltar adrenalina, agarro mi Super 8. Tengo mucho respeto por los actores, se me da bien dirigirlos, pero ellos están siempre buscándose: yo, no tanto.

¿Cómo ha sido su etapa postpandémica, ‘Madreselva’ aparte?

Escribí un guión, pero me aburrí con el resultado y no hay que defender algo que te aburra, no se trata de hacer una película, sino tu película. Acabo de escribir una serie que ha comprado El Terrat y tengo dos proyectos de desarrollo de largometraje para los que busco financiación.

Lleva más de media vida en Madrid. ¿Fue una buena decisión?

Llegué con 20 años, sí, pero Zaragoza sigue siendo mi casa. Cuando vuelves al dentista, al oculista y al ginecólogo de tu casa es que no has quitado esa ciudad de tu vida. Cuando imagino algo que rodar, siempre me sitúo primero en nuestra tierra. Una está hecha de sus recuerdos de infancia, y de lejos echas de menos más cosas. Aquí la vida va más rápido; echo de menos pasar la tarde con mi madre, pero mi hogar está ahora en Madrid.

También tiene sus asideros de ADN aragonés en la capital.

¡Unos cuantos! Jorge Usón y Carmen Barrantes, por ejemplo. A veces nos cuidamos los hijos, otras nos vamos de vinos… y mantengo el contacto con gente del cine que no vive aquí pero viene a menudo. Con Paula hablo muchísimo y con Javi Macipe, con quien trabajé, lo mismo, fue una gozada ver ‘La estrella azul’ en San Sebastián.

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