LIBROS. MUJERES EN EL MUNDO RURAL

Lucía López Marco: "Hay muchas mujeres que hacen cosas impresionantes en el mundo rural"

Veterinaria y defensora de la actividad de la mujer, publica sus textos sobre la naturaleza y los animales, y un poemario en lengua aragonesa

Lucía López Marco es zaragozana pero se ha trasladado a vivir a Navasa.
Lucía López Marco es zaragozana pero se ha trasladado a vivir a Navasa.
A. C. /Heraldo.

Lucía López Marco (Zaragoza, 1988), veterinaria y coordinadora de la ONG Justicia Alimentaria en Aragón, acaba de publicar dos libros: ‘Haciendo mallata’ (Prames. Ilustrado por Pilar Serrano), donde resume su visión del mundo rural, de la mujer y del Pirineo, y el poemario en aragonés, ‘Cuan plegue el colapso’ (Gara d’Edizions. Premio Arnal Cavero).

¿Cómo es un día en su vida allá en Navasa, cerca de Jaca?

Mi pueblo tiene 45 habitantes, de los cuales once son niños. Queríamos irnos a vivir a un pueblo del Pirineo, y un tío soltero de mi marido nos dio una borda en Navasa y nosotros la reformamos. Nos fuimos a vivir en el 2020, que es el año en que nació nuestra hija. El poemario en aragonés se lo dedico a ella, se llama Teresa como sus dos abuelas. Me levanto a las seis y media de la mañana, desayuno, despierto a mi hija, le doy de desayunar, la dejo en la guardería en Jaca a las ocho menos cuarto, y yo voy a la oficina. Tengo un coworking. Y ahí estoy todo el día entre llamadas de teléfono, correos electrónicos, y otras tareas, etc.

Da la sensación de que tendrá estrés, ¿no?

Sí. En los pueblos solo hay tranquilidad cuando vas de vacaciones o estás jubilado. No tienes los atascos de otros sitios, pero por lo demás voy acelerada, no sé ir con el freno de mano puesto. He decidido educar a mi hija en un pueblo porque es donde más cómoda me siento. Quería que se criase en un entorno donde fuese común para ella ver ovejas y vacas y que supiese de donde vienen los huevos.

¿Cuándo escribe?

Escribo mucho mentalmente. Voy pensando las cosas, las tengo en la cabeza, cuando voy en el coche es cuando más cosas se me van ocurriendo, y luego cuando encuentro un hueco, alguna tarde, escribo. O por la noche me despierto y escribo en el móvil lo que va saliendo.

¿Y el blog mallata.com?

Lo llevo desde marzo de 2015. Mi vida ha cambiado mucho desde entonces. Antes de ser madre tenía más tiempo de escribir que ahora, se nota el descenso de artículos en el blog y en colaboraciones con otros medios. También es verdad que ahora me llaman mucho para participar en charlas… Con el blog, fui conociendo muchas iniciativas y mucha gente, y me contactaban muchas personas y me preguntaban: «¿Conoces a alguien que esté haciendo queso o que practique tal tipo de ganadería?», y sobre todo me preguntaban por proyectos de mujeres; hay muchas mujeres que hacen muchas cosas impresionantes que no tienen el impacto que deberían tener. Y ahí me vuelco. Hubo un momento en que me harté de contestar emails o de responder a llamadas de teléfono, y empecé a hacer mapas de iniciativas.

¿De iniciativas?

Sí, sí. El que más éxito tiene es un mapa de iniciativas impulsadas por mujeres en zonas rurales del mundo entero. Hacen de todo. Hay unas 500 iniciativas, todas ellas están compuestas por al menos un 50 % de mujeres, en municipios de menos de 20.000 habitantes. Compruebo que las iniciativas existen realmente.

¿Cómo lo lleva su marido?

Mi marido es guía de pesca de los ríos. Vienen los americanos y se los lleva a pescar truchas. Sacan la trucha, le hacen la foto y la devuelven.

¿No ha cambiado usted la aceleración de la ciudad por otra forma de aceleración?

Yo soy así. No sé estarme quieta. La gente me pregunta: "¿De dónde sacas el tiempo?". No me sé sentar en un sofá y ver la tele. La gente me dice que yo misma soy una red social. Sobre todo del medio rural, porque ya llevo muchos años con el blog. Y cuando empecé no había muchos dedicados a estos temas, y vas tejiendo contactos. Opinas, te comprometes, tocas asuntos polémicos. Suelo tener unas 200.00 visitas al año.

En su libro se ve que usted ama la naturaleza, habla de las plantas, recoge historias de mujeres, anécdotas, leyendas…

¿Leyendas? Me gusta mucho escribirlas. ‘Haciendo mallata’ quiero ser eso, una ‘mallata’, un tipo de refugio que empleaban los pastores y el ganado, que pasaban en las noches de alta montaña. Buscaba una palabra en aragonés que fuese femenina y que encerrase muy bien todo lo que el medio rural contiene y que hiciese un guiño especial a la ganadería extensiva. ‘Mallata’ es perfecta.

¿Qué cosas le atraen?

Hablo de todo, de ese conocimiento ecológico popular, de usos tradicionales que se dan a las plantas y a los animales, y en el contexto en el que estamos de emergencia climática es muy necesario difundir esos conocimientos porque también las personas que quizá los han puesto en práctica o son muy mayores o ya han desaparecido. Y eso me gusta vincularlo con las leyendas porque es parte de conocimiento ecológico también.

Cita mucho a José Miguel Navarro, a Severino Pallaruelo, a Enrique Satué…

José Miguel ha hecho un trabajo increíble. Sus libros, como los de los demás, han sido una referencia. Yo he estudiado veterinaria porque me interesaba la ganadería, y quería tener vacas, y ya me he dado cuenta de que es imposible tal y como está la administración… Al acabar la carrera me fui a Bolivia con una beca y ahí descubrí la etnoveterinaria, que son los remedios tradicionales para curar al ganado. Decidí hacer mi trabajo de fin de máster sobre etnoveterinaria del valle de Tena y de Tierra de Biescas. Ahí entré en contacto con la botánica del Serrablo, con pastores y personas que tenían gallinas y en casa. Y entrevisté a Luis Pueyo.

¿Quién es?

Un ganadero de Panticosa que me enseñó el dominio que tenía del ecosistema en el que vivía. Yo había leído también el libro ‘Cabalero’ de Enrique Satué, que es mi suegro. Luis Pueyo no es ‘Cabalero’, pero en cierta parte sí que lo era. Tiene ovejas, cabras, vacas, y todas de razas autóctonas. Yo venía de Bolivia, donde el conocimiento indígena es otro mundo, pero llegar aquí y encontrarme a un indígena del Pirineo (no sé si le hará mucha gracia que lo diga así, pero es un indígena del Pirineo) me dio muchas claves…

Y disfruta con las historias humanas. Hay una defensa constante de la mujer, del feminismo y del aragonés.

Hago una defensa de todo lo que viene a ser la cultura ligada al territorio. La lengua entra en esa veta cultural. Y me impresionan mujeres como la fotógrafa y viajera Matilda Ruth Anderson...

En ‘Haciendo mallata’ es clave la poesía.

Me he dado cuenta de que con la poesía llego a más público. No soy del Pirineo, aunque he veraneado mucho en él. Mi bisabuelo Alejandro Espiago escribía coplas y cuentos baturros, y seguro que me ha influenciado. Mi ídolo es Ánchel Conte y su poemario ‘Non deixez morir a mi voz’. Por poder leer a Ánchel Conte en versión original merece la pena aprender aragonés. Es una joya. Y también me gustan mucho Luzía Dueso, Mariví Nicolás, Carmen Castán, Ana Tena Puy y Elena Chazal. Todas ellas me guían.

¿Qué es ‘Cuan plegue el colapso’?

Surge de la maternidad y reflexiono sobre el amor, la vida, el paisaje y la mujer.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión