LITERATURA SUDAMERICANA. OCIO Y CULTURA

David Toscana: “La literatura no está alejada de la vida, y te hace soñar y te moldea”

El escritor mexicano presentó en Cálamo ‘El peso de vivir en la tierra’, un homenaje a las letras rusas, al Quijote y a la vida onírica del lector

David Toscana, en su visita reciente a Zaragoza.
David Toscana, en su visita reciente a Zaragoza.
A. C. /Heraldo.

La muerte de tres cosmonautas soviéticos al volver a la tierra, tras pasar 23 días en la estación espacial Sályut, es el origen del literario y quijotesco viaje que va a emprender Nicolás, que es, ante todo, un gran lector. Pasará a llamarse Nikolái Nikoláievich Pseldónimov y su existencia y la de su familia y un puñado desconocidos, en el año 1971 en el norte de México, se convierte en la culminación de un sueño: vivirá y glosará a su modo, yendo de aquí para allá, un puñado de grandes libros rusos y hablará de grandes autores: Tolstói, Dostoievski, Bulgákov, Chéjov, Maiakovski, Anna Ajmatova, Marina Tsvetáyeva o Boris Pasternak, entre otros. Este es el argumento de la nueva novela de David Toscana (Monterrey, Nuevo León, México, 1961), ‘El peso de vivir en la tierra’ (Candaya), que presentó hace unos días en Cálamo con la viajera y escritora Patricia Almarcegui.

¿Qué le ha llevado a un ingeniero industrial y de sistemas a dedicarse a la literatura?

Si nos ponemos a pensar, Dostoievski era un ingeniero militar. Y Chéjov era médico, y Bulgákov también. Y no siempre se veía que para dedicarse a las letras era imprescindible estudiar letras. Esa es una oportunidad que nos dan las universidades hoy, pero como ve a la literatura se llegaba y se llega de muchas formas, incluso siendo soldado como Cervantes. Lo habitual es que uno tuviera una profesión y una vocación. Y mi profesión era ser ingeniero, ya no ejerzo, hace tiempo que ya vivo por debajo de la línea de pobreza de la literatura porque como ingeniero me iba mucho mejor.

Ahora que cita usted a Cervantes, ¿qué es más importante en su novela: Cervantes o la literatura rusa?

Como punto de partida Cervantes, e incluso la estética, la idea del personaje a lo largo de toda la novela es cervantina, con la diferencia de que en vez de agregar novela de caballería agrega novela rusa. Y en vez de ser este héroe idealizado, no es que sea antihéroe la palabra, sino que quiere mezclar un poco todo porque, por un lado, quiere tocar lo bajo del ser humano y, por otro lado, también están estos sueños quijotescos que te permiten viajar al espacio.

"Nunca cuento hechos del presente, elijo un año, y a partir de esta elección, en este caso 1971, me pregunto que me ofrece ese año y que me quita. No lo sé pero voy a explorarlo"

Así dicho…

Lo que en el fondo quieren hacer Nicolás es preguntarse, al emular a clásicos de la literatura, si pudiese ser que la vida de cada uno fuera una obra de arte. Y aunque no lo sea, sabemos que nos toca vivir una vida y las otras nos toca imaginarlas a través de las novelas. Entonces, la pregunta es: ¿qué pasa si tratamos de vivir esas novelas? Y ¿qué pasa si queremos darle a la vida muchas más posibilidades?

¿Las respuestas serían su propio libro?

Bueno, diríamos que sí.

¿Por qué ha partido de la historia de la muerte de los tres cosmonautas? No sé si es un hecho real…

Sí, es un hecho real. Me topo con él por accidente porque estaba leyendo ese mundo de los cosmonautas y lo elijo como punto de partida. Cuando comienza todo este asunto onírico, al mismo estilo de don Quijote, no tenemos antecedentes del personaje. Damos por hecho que como él era lector quiso jugar al juego, y ya. No es una novela que pueda pasar ninguna prueba psiquiátrica ni psicológica, pero algo que me gusta mucho es elegir el año en el que voy a contar la historia. Nunca cuento hechos del presente, elijo un año, y a partir de esta elección, en este caso 1971, me pregunto que me ofrece ese año y que me quita. No lo sé pero voy a explorarlo.

Da y quita muchas cosas. No es lo mismo un cosmonauta de ahora que uno del año 71. No es lo mismo uno de hoy que Yuri Gagarín, o Armstrong, Aldrin y Collins.

El año de 1971 me dio varias posibilidades: se muere Nikita Kruschev, se le concede el Nobel a Alexander Solzhenitsyn, y tenía una situación donde en México habían matado a unos estudiantes. Y empiezas un poco así y sales a pescar que te ofrece ese año. Quedé contento con ese año donde el único truco que tuve que hacer para con la historia fue hablar en la novela de Vassili Grossaman, el autor de ‘Vida y destino’, y en 1971 todavía no se conocía el libro. Sí, hablo de libros que habían llegado aquí, que ya eran conocidos. Por ejemplo, ‘Archipiélago Gulag’ llegó después. Sobre todo se le conocía por ‘Un día en la vida de Iván Denísovich’?

De dónde copia el apellido del protagonista Nicolás...

No, no. Lo parece. Viene de un cuento un poco oscuro de Dostoievski, que se tradujo como ‘Una historia enojosa’.

Para componer esta ‘road movie’ con libros y autores rusos, imagino que ha tenido que hacer un trabajo previo. Digamos de erudición.

Creo que es más bien un trabajo de amor de lector. No es que me haya puesto a estudiar la literatura rusa para escribir este libro, aunque llevo muchos años leyéndola, sí hice relecturas y esta novela la he escrito a lo largo de cinco años. Y como la novela funcionaba, hice una especie de antología. Sacaba mis libros y veía todos los subrayados que tienen y decía: “Ah, estas frases son muy buenas. Tengo que compartirlas”. Y me daba por empezar a robar todas las frases, y meterlas en mi novela. Lo que he hecho ha sido plagiar, plagiar mucho.

¡Hombre! ¿Ha hecho plagio u homenaje?

El delito del plagio es no reconocerlo. Y cuando te reconoces como plagiario y pones ahí las citas, “como dijo Chejov ta ta ta”, ahí se toma como préstamo, como homenaje, como lo que usted quiera. Aunque muchas frases no son mías, no queda un libro de delito en este caso.

"Las novelas las puedes ver como unas sinfonías: tienen un montón de sonidos diferentes, no siempre tenemos que ser alegres. Cambia el movimiento, el estado de ánimo, cambian muchas cosas"

Se ven muchas pasiones. ¿Es Dostoievski su favorito?

Desde el principio no quise entrar con el torrente y entré con Dostoievski, que es el punto de partida. Adoro ‘Crimen y castigo’, sí. Y poco a poco al árbol le van saliendo ramas. Y claro aparecen poetas poco leídos, Marina Tsvetáyeva, Serguei Esenin, y aparece otro poeta mucho más famoso en el comunismo como Vladimir Maikosvski. Y hay escritores grandiosos como el autor de ‘Los señores Golovliov’, Mijail Saltikov-Schedrín, y Boris Pasternak, Anton Chéjov.

David Toscana ha vivido en Polonia y es ante todo un apasionado lector.
David Toscana ha vivido en Polonia y es ante todo un apasionado lector.
A. C. /Heraldo.

Al margen de Dostoievski, ¿cuáles son los libros que más le han marcado de la literatura rusa?

Algo que me marcó muchísimo y me encantó en la relectura: los ‘Cuentos completos’ de Chejov. Para mí ahora Chéjov es el escritor que cubrió con pinceladas precisas y lúcidas casi todas las facetas de la condición humana. Y sobre todo en sus textos más largos, del final de su vida, es simpático, humorístico, y se vuelve denso, cáustico, se vuelve hasta cruel.

Eso también pasa en su libro, que pudiera parecer un paseo amable hacia las estrellas, y a la vez tiene crueldad.

Yo creo que hay una mezcla. Las novelas las puedes ver como unas sinfonías: tienen un montón de sonidos diferentes, no siempre tenemos que ser alegres. Cambia el movimiento, el estado de ánimo, cambian muchas cosas. Encuentro paralelismos entre la novela y la música sinfónica. Recuerdo que cuando empezaba a escribir novelas, se decía que tiene que tener un tono, y no puedes pasar del humor al drama, y había como muchas reglas, y yo digo que no. Se puede. Volvemos a don Quijote, que tiene mucho humor y se vuelve patético. Los rusos me sugerían la historia y al mismo tiempo para contar la historia que quería yo me robaba algo de los rusos.

Da la sensación de que en el libro, al menos simbólicamente, critica muchas cosas del mundo en que vivimos pero a la vez quiere proponer una realidad alternativa.

Mi propuesta es que, y me ha obsesionado siempre, no deberíamos poner una frontera entre literatura y realidad. La literatura es parte de nuestra realidad. Un escritor mexicano, que tenía un programa de televisión, Ricardo Garibay, le regañó a un lector con esta frase: “Usted le debe más a Sancho Panza que a su propio padre”. Para mí siempre ha sido muy relevante la idea de que leemos no para escapar de la realidad. Cuando te acercas a los clásicos es para tener una experiencia real, que te golpea, que te enciende la conciencia, que te hace filosofar, que te cambia. ¿Y por qué le voy a llamar ficción a esto? Leer es parte de la realidad y es una experiencia poderosa.

El retrato más conocido de Fiodor Dostoievski.
El retrato más conocido de Fiodor Dostoievski.
Arhivo H. A.

¿La realidad alternativa consiste en hacer posible en la vida los sueños?

La literatura no está alejada de la vida, y te hace soñar de muchas formas y te moldea. La literatura para muchos momentos históricos y regímenes de gobierno fue una amenaza no porque de una forma muy directa criticaras al estado, pero sí le dabas al ser humano la posibilidad de ser un individuo, le dabas el deseo de tener ambiciones, de tener dignidad. Todo esto se encontraba en la literatura. Fenómenos como ‘Madame Bovary’ no es fueran escandalosas por lo que se escribe, por la prosa, bella o descarnada, sino porque habrá mujeres que dicen: “Ah, mira todos estos deseos de esta mujer también son los míos. Yo también estoy con este marido aburridísimo”. Y se les abrían puertas a la vida, a la libertad, al amor y al inconformismo.

¿Lo tiene así de claro?

Pues claro. Se trata entonces de abrir puertas a tu individuo, a lo que eres. Mucha de la literatura que se prohibía era porque ponían en el centro al individuo y no a la colectividad. ¿Por qué estuvo prohibido ‘El maestro y Margarita’ de Mijail Bulgákov? ¿Qué tiene? ¿Qué menciona contra Stalin? Poca cosa. Pero ahí estamos haciendo un juego de sueños, de individualidad, de búsquedas personales y no colectivas. Y, sin afán de compararme en nada, por ahí va mi novela ‘El peso de vivir en la tierra’ en la que he invertido cinco años de mi vida.

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