LITERATURA. OCIO Y CULTURA

Enrique Vila-Matas: “Siento que Javier Marías era muy superior a mí como escritor”

El escritor presenta su nueva novela, ‘Montevideo’ (Seix Barral), en el museo Pablo Serrano, un viaje alrededor de su memoria y de la literatura

ENRIQUE VILA - MATAS ( ESCRITOR ) / 27/09/2022 / FOTO : OLIVER DUCH[[[FOTOGRAFOS]]]
Enrique Vila-Matas visita Zaragoza con su novela 'Montevideo'.]
OLiver Duch.

Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) vuelve de la enfermedad con una novela, ‘Montevideo’ (Seix Barral), que en el fondo parece un viaje circular con todas sus obsesiones. La novela se presentaba el martes en el museo Pablo Serrano, en compañía de su editora Elena Ramírez y la colaboradora de HERALDO Eva Cosculluela.

¿Tiene un diccionario de citas, lo elaborado día a día?

No, no. He sacado muchas en mis libros, pero creo que jamás habían salido tan naturales. ¿Por qué? Porque forman parte de una conexión con la realidad. Si yo había estado en esta plaza de San Pedro Nolasco, y me acuerdo, pues a lo mejor diría que la hizo tal arquitecto, que vivía aquí o allá, que se relacionó con Dalí o Duchamp… De alguna forma, es una asociación de ideas de lo que he leído con lo que pienso en aquel momento. Y luego creo que es también eso que digo últimamente: la voz de mis novelas es la voz de un ensayista. De hecho, y en ‘Montevideo’ sucede, el autor de mis libros quiere ser ensayista y vuelve a narrar otra vez.

A provechando una pregunta que se hace en su libro, se la devuelvo. ¿Qué tienta a escribir a un narrador contemporáneo como usted? Un narrador que, por una parte, quiere contarlo todo y a la vez prefiere contenerse.

Viendo ‘El mal de Montano’ o ‘Doctor Pasavento’, dos de mis novelas, incluso lo que hice antes en ‘Bartleby y compañía’, se narra desde el punto de vista de quien piensa en directo. Uno pensamiento y ficción. Gonzalo Sobejano, el crítico literario, me invitó a la Fundación Luis Goytisolo, que está en el Puerto de Santa María, y había hecho una lista de escritores de mi generación: Álvaro Pombo, Javier Marías, Luis Goytisolo y yo mismo. Y nos llamaba narradores ‘pensamentales’: narradores que unen pensamiento y ficción en la narración. Aquí, como se da en el Quijote y salvando las diferencias, hay una intromisión del autor en el texto. Interviene el autor y luego el narrador que cuenta cosas que, quien me conoce, sabe que en París no fui delincuente. En la primera página digo esto para marcar la diferencia que hay entre los dos narradores.

"Quería decirle una cosa: me muevo en el humor, en la ambigüedad y en la paradoja. Salvo un personaje, al que solo quiero darle luz, todos los demás personajes tienen luz y sombra"

Viendo sus libros, ¿podríamos decir que su escritura es como un palimpsesto, escribe usted porque han escrito antes que usted?

Alguien ha definido esta novela como un palimpsesto y estoy totalmente de acuerdo. No había caído en la cuenta. Es evidente que escribo sobre uno, sobre la escritura de los demás, sobre lo que he leído y asimilado, y encima en este libro voy más allá: paso a la habitación de al lado, que en este caso es Cortázar.

¿Por eso lleva encima el ‘Diccionario de símbolos’ de Juan Eduardo Cirlot?

No. Porque este libro solo lo he consultado en esta ocasión. Como tengo un ejemplar antiguo del ‘Diccionario de símbolos’ de Cirlot, mientras estaba escribiendo me dije: “Voy a ver qué dice de la puerta”. Y dice una cosa un poco anticuada: “La puerta es una invitación a penetrar en el misterio”. Y esa definición ya chirría un poco. Pero sí es bonita la historia de Reikiavik que cuenta Cirlot: “Los exiliados se llevaban las puertas de sus casas o, en otros casos, las lanzaban al mar y abordaban el lugar donde las puertas encallaban, viendo en este símbolo la mano del destino que los había querido llevar hasta allí”.

El libro empieza en París y acaba en París. En cierta manera, como dice en una de sus novelas, ‘París no se acaba nunca’ para Vila-Matas.

-No ha sido deliberado pero a medida que avanzaba me daba cuenta de que estaba siempre en París, que no es una ‘boutade’, sino que el mundo cultural de París, el mundo del aprendizaje humano (estuve allí dos años viviendo), fue una experiencia importante y me doy cuenta ahora más que nunca. Por eso está escrito desde París y la formación cultural es esta. El otro día en TV-3 dije que yo era muy barcelonés pero de formación francesa.

Afirma que “todos los escritores son franceses”. Ya sabe que Félix Romeo defendió que todos los escritores eran aragoneses.

Sí, ja ja. Lo digo sí y evoco un puñado en el libro pero ninguno de ellos es francés. París fue la patria de la literatura en un momento determinado, también Inglaterra, pero yo me he formado en París. Esos dos años fueron vitales. Y siempre tuve la impresión de que el escritor francés es más respetado por la sociedad que aquí.

¿Cree eso, Enrique?

Sí, creo que sí.

¿No le ha sorprendido el eco que ha tenido la muerte de Almudena Grandes y Javier Marías? Leonardo Padura estaba admirado del cariño...

Son casos distintos. No sé lo que pasa actualmente pero hasta hace poco el escritor francés era muy respetado y había un fondo de cultura muy diferente. Las familias que no leen tienen la colección completa de la Pleiade. El otro día, Esperanza Aguirre hablaba de la muerte de Isabel II, y decía “esa religión que tienen ellos”. Fue ministra de Cultura, podría haber sido más precisa. Es raro, parece una base cultural muy deficiente. Almudena ha sido un polvorín de atracción y admiración, se enterró hasta con sus obras. El caso de Javier Marías ha sido muy diferente.

¿En qué sentido?

Se empezó a hablar mal de él por sus artículos, por su sinceridad, que si parecían poco feministas y tal, pero Javier introdujo otra mirada. Así como los novísimos son de poesía, él es el novísimo en narración. Es el que introduce a Joseph Conrad, a Stevenson, en los primeros libros, tempranamente. Ha buscado la sofisticación. Durante años, y eso se ha olvidado, y no solo por el famoso Umbral, ha sido visto como un pijo anglófilo. Todo esto se olvida, pero claro en esa lucha que ha tenido le ha ayudado la proyección internacional.

ENRIQUE VILA - MATAS ( ESCRITOR ) / 27/09/2022 / FOTO : OLIVER DUCH[[[FOTOGRAFOS]]]
Enrique Vila-Matas se sientió atraído por un cuento de Cortázar: 'La puerta condenada'.
Oliver Duch.

Él decía que era “el español equivocado”.

Sí ha tenido una proyección internacional tan grande por algo es, por algo será. He dicho que era el mejor escritor de mi generación. No he tenido ningún problema en decirlo. De largo. No era amigo mío ni tampoco enemigo. Siempre lo he respetado.

Bueno, usted tampoco ha sido ni un francotirador ni un cobarde.

No, no. No tengo ningún problema en reconocer que Javier Marías me parecía superior, muy superior a mí, sí. Se puede decir otra cosa: que él pertenece más a otra tradición, la anglófila, con Henry James a la cabeza, y yo a la francesa, pero lo cortés no quita lo valiente. Siento sí que Javier Marías era muy superior a mí como escritor.

Avancemos.

Quería decirle una cosa: me muevo en el humor, en la ambigüedad y en la paradoja. Salvo un personaje, al que solo quiero darle luz, todos los demás personajes tienen luz y sombra.

Cuando habla de los escritores franceses (con los que aquí bromea un poco) suele citar a Georges Perec y Marguerite Duras. Aquí no están.

¿En ningún momento aparecen, no? Es cierto, pero no quería repetirme. Y, además, el narrador debe tener otras preferencias; si no el parecido conmigo sería absoluto. Están otros que me han marcado: Arthur Rimbaud, Julien Gracq, Paul Valéry y André Gide, que se intercambiaron muchas cartas. Me ha interesado mucho que entre ambos, que eran muy distintos, al mismo tiempo se respetaban. Eran una cosa y la otra. André Gide persiguiendo a Simenon para que le explique cómo es tan buen narrador siendo un imbécil, ¿no?

Valéry odiaba las novelas…

Sí, odiaba las novelas y se precipitó. Julien Gracq, un gran escritor al que cito, le dijo: “Lástima que se haya apartado demasiado pronto de la narrativa”. Creía que se perdió una serie de cosas que también tiene su interés. Y en este caso se dedicó demasiado al pensamiento.

"Con Tabucchi, del que fui muy amigo, me pasó algo precioso: daba conferencias a los balleneros de Porto Pim y les decía que él era un personaje solamente de Vila-Matas. Los balleneros, imagínese, cómo lo miraban"

¿Para usted, vivir la literatura, no es como hacer viajes que otros han hecho antes?

Sí. Con Tabucchi, del que fui muy amigo, me pasó algo precioso: daba conferencias a los balleneros de Porto Pim y les decía que él era un personaje solamente de Vila-Matas. Los balleneros, imagínese, cómo lo miraban. Yo le copié la descripción literal del bar y un día Tabucchi me dijo: “¿Por qué me persigues?”.

Lo cuenta en el libro.

Soy un enamorado de sus libros ‘Dama de Porto Pim’ y de ‘Pequeños equívocos sin importancia’; a veces en las pequeñas piezas logra grandes cosas, profundidad y variedad. Estaba emocionado con la adaptación de ‘Sostiene Pereira’, y fue Marcello Mastroianni, el protagonista, a verlo a su pueblo. Y no tenían vino. Mastroianni fue a buscarlo a la fonda del pueblo, lo vieron entrar y se quedaron todos perplejos. Creo que está un poco desprestigiado, pero creo que se va a hablar pronto porque se le va a rendir un gran homenaje en diciembre. Era un gran escritor.

Siendo la suya una voz de ensayista, da la sensación de que para usted la novela es un género de libertad total.

Sí, la realidad, en plan confesional, es que me encanta narrar. Ja ja ja. Todo el final del libro era una gran fiesta para mí. Cada vez tenía más cosas para contar. Lo que pasa es que el pensamiento me importa mucho, pero no soy tan experto como otros. Me doy cuenta de que la narración me gusta cada vez más.

Me ha encantado ese verso de Jorge Luis Borges: “Montevideo, ciudad que se oye como un verso”.

¿No lo he puesto en el libro, verdad?

Sí, sí, lo ha puesto.

Es cierto. Lo puse ya cuando estaba metido en el libro. Es fantástico.

Otra cuestión. ¿Cuál es la importancia del azar? Tengo la sensación de que usted es como un especulador del lenguaje, de los hechos, de personajes, de ambientes y atmósferas, pero no sabe muy bien a donde va. Y la realidad le va dando regalos, circunstancias, hechos, giros, y a partir de ahí avanzan sus libros.

¿Eso cree? Es posible, sí. Lo que ocurre es que no hay una sucesión lineal en la historia, y de repente pasan una serie de cosas seguidas que tienen relación entre ellas, pero en el tiempo. Una conversación que tenías con alguien continúa de repente sin darte cuenta, y el tiempo se puede quebrar. Esto viene de la sensación de que la memoria nos permite enlazar muchas cosas. Si tuviéramos un 10% más de memoria aún nos iría mejor.

"Onetti, que no se movía de la cama ya instalado en Madrid, un poco harto de los que querían grabarle, les dijo: 'Por simpatía, me resigno'. Es una frase maravillosa. Me gustaría mucho que esta frase sustituyese a la Melville y su ‘Bartleby, el escribiente’: 'Preferiría no hacerlo'"

Ha dicho que en este libro hay un cambio a partir del cuento ‘La puerta condenada’ de Cortázar, que intenta revivir en Montevideo.

Dicho casi con brusquedad: me voy algo más allá y incorporo lo fantástico a mis libros.

Pero no solo ahí: se imagina que Miles Davis viaja en el tiempo, o lo que sea, y se cita con el poeta Stéphane Mallarmé.

Es una de las escenas que más me gustan de ‘Montevideo’. Es el diálogo imposible del hombre ordenado frente al otro que trae el jazz y la capacidad de la improvisación.

La novela nos da para muchas más cosas. Hablaríamos de los escritores uruguayos que ama: Idea Vilariño, Felisberto Hernández, Juan Carlos Onetti.

Casi todos andan por ahí. Onetti, que no se movía de la cama ya instalado en Madrid, un poco harto de los que querían grabarle, les dijo: “Por simpatía, me resigno”. Es una frase maravillosa. Me gustaría mucho que esta frase sustituyese a la Melville y su ‘Bartleby, el escribiente’: “Preferiría no hacerlo”. Es una maravilla: "Por simpatía, me resigno".

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