El Mirador de los Buitres, la gema de Calmarza para el joyero visual aragonés

Este magnífico lugar para los amantes de la naturaleza, la avifauna y la fotografía se combina en la localidad zaragozana con la visita a la pequeña (pero coqueta) Cascada del Pozo Redondo

Una vista impresionante desde el Mirador de los Buitres de Calmarza, en los confines de la provincia de Zaragoza.
Una vista impresionante desde el Mirador de los Buitres de Calmarza, en los confines de la provincia de Zaragoza.
Laura Uranga

Cuando pasas Jaraba viniendo de Ibdes y Nuévalos, donde se yergue ese imán de visitantes llamado Monasterio de Piedra, llegas a Calmarza. Si vienes de Cetina, quizá has agarrado la carretera del Villar (un brazo clásico de la A-2501) antes de aparecer en la localidad de los balnearios, para ‘alcorzar’ en el camino hasta la última población zaragozana antes del límite autonómico en esa zona de la Comarca Comunidad de Calatayud. Tras Calmarza, a apenas seis kilómetros, está la población alcarreña de Algar de Mesa, con la que hay buena relación vecinal.

Pero estábamos en las inmediaciones (aún zaragozanas) de Calmarza, con un objetivo muy concreto: llegar al Mirador de los Buitres. Una vez en él, todo se ve más claro. Diáfano, si no hay niebla y acompaña mínimamente el tiempo. Hay un sendero circular desde y hasta la localidad, con 13,5 kilómetros de recorrido y un desnivel positivo manejable, 611 metros, que se recorre a paso normal en algo más de tres horas recorriendo el Barranco de la Tejera, un espectáculo de tramo que conserva restos de las antiguas caleras. Está junto al estrecho barranco del Hocino. El arranque del cañón del Río Mesa a apenas dos kilómetros y la sucesión de cortados espectaculares, en sinfonía de colores terrosos, hacen de las vistas una razón de peso para el viaje.

Camino mixto

Otra opción para llegar al Mirador de los Buitres, mucho más cómoda, es acercarse con el vehículo por la carretera del Villar. Si se sube desde Calmarza o se baja desde Cetina, el punto de parada es el mismo:la zona de los pajares del Villar. Desde ahí solo hay que caminar 700 metros hasta el borde del precipicio; una vez allá, el único reto es agenciárselas para buscar los mejores ángulos que se ofrecen a la cámara e inmortalizar bien todo el paisaje.

Los buitres y los alimoches se refugian en las oquedades, pero no tardan en salir a saludar: al principio es necesario acostumbrar la visión al entorno, por la cantidad y diversidad de objetivos, pero enseguida se consigue el enfoque preciso.

El segundo gran aliciente de Calmarza para los visitantes de gatillo fácil ante lo ‘instagrameable’ es la cascada del Pozo Redondo. Está situada al lado de la antigua Teledinámica del Mesa, fundada en 1801; fue una ‘fábrica de luz’, y se llega en un salto desde el bar local, en la parte baja del pueblo. No necesita de un gran tamaño ni una caída ruidosa de aguas para suscitar la admiración de quienes la ven por primera vez. El entorno arbolado, además, dota de argumentos a la sensación de estar en un lugar de fábula infantil, mágico, donde los duendes y las hadas campan a sus anchas cuando los humanos descansan.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión