Pensamientos ocurrentes

Cada cinéfilo tiene una amplia y heterogénea lista de actores secundarios que siempre le agrada encontrar y que le gustaría ver más, también de protagonistas. En el marco francés, a quien firma esta crítica le ocurre con Benjamin Lavernhe, en cuya trayectoria figuran ‘Pastel de pera con lavanda’, ‘Amor a segunda vista’, ‘Curiosa’, ‘Vacaciones contigo… y tu mujer’ o ‘Delicioso’ (recomendable y aun en cartel). El cómico ostenta el rol principal de ‘El brindis’, película definida por el factor formal, tan sugerente como reconocible, del personaje que se dirige directamente a cámara y al espectador y transmite sus pensamientos y emociones mientras lo de alrededor sigue al margen como si nada o se detiene. Interpreta a un hombre obsesivo, negativo e hipocondriaco inmerso en la inestabilidad anímica por una ruptura, coyuntura en la que recibe con miedo e inseguridad la petición de su cuñado de que realice el discurso en la boda de su hermana. Laurent Tirard, autor de ‘Astérix y Obélix. 

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Al servicio de su majestad’ y de ‘Una cuestión de altura’, articula gags bastante ocurrentes y divertidos. Conjugados con la dinámica, motivan que la obra desprenda simpatía, en especial si se instala la identificación por la ironía amarga de los análisis interiores y por lo de pensar demasiado.

No resulta casual que la historia, basada en una novela de Fabrice Caro, ponga en el eje contextual una rutinaria cena familiar, clásico escenario de tensiones por lo que surge, lo que nunca se dice o lo que frustra de los otros. Por la intensa actividad cerebral de Adrien, encarnado con solvencia humorística por Lavernhe, la narración no ‘avanza’, efecto buscado y lo más interesante del tratamiento al conectar con las idas y venidas mentales, proceso acompañado de las buenas ideas visuales de Tirard. El cierre en la celebración nupcial, esperado con curiosidad, quizá se queda algo escaso pero retiene la afinidad suscitada.