La ópera en pequeñas dosis ya ha llegado a 30.000 espectadores

La compañía zaragozana MikrÓpera, cuyo propósito es acercar la lírica a los niños y las familias, ya prepara un nuevo estreno para 2018, cuando cumplirá una década sobre los escenarios.

'Caperuzita Roja' es el último montaje de MikrÓpera'
'Caperuzita Roja' es el último montaje de MikrÓpera'
P. S.

En la primavera de 2007, en una reunión de músicos y amigos, empezó a germinar el proyecto MikrÓpera. Una de las presentes era Zelia Lanaspa, fundadora y actual directora de esta compañía zaragozana. “Hablamos de hacer algo diferente, pequeño, relacionado con el canto y dirigido a los niños. La idea era transmitir la pasión por la lírica en escena y una forma de lograrlo era creando montajes de ópera en formato reducido para público infantil y familiar, y separando el género de su concepción elitista”, recuerda la soprano aragonesa.

Tras quince meses de trabajo y montaje, ‘Hansel y Gretel’ se estrenó en 2008. Después, se subieron al escenario con ‘¿Hormiga o Zigarra?’, ‘Plumas de seda’, ‘Mujeres de ópera’, ‘Ópera intro’, ‘La Flautika mágica’ y la recién estrenada ‘CaperuZita roja’, en la que también trabajan el tenor Ángel Baile, el pianista David Pellejer y Pablo Vicente, en la labor de producción.

El éxito de su primera adaptación les condujo a formar parte de la programación municipal ‘Vamos al teatro’. Entonces, “nos dimos cuenta de que nuestro proyecto era viable por existir una demanda oculta de este tipo de espectáculos divertidos y didácticos, que tenían un sentido y un espacio en el tejido cultural de la ciudad y que, a la vez, se podían llevar a otros lugares”, cuenta Lanaspa.

Al preguntarle por las claves para atraer al exigente público infantil a sus versiones y adaptaciones de obras clásicas, además de referirse a la creatividad y la imaginación, “requisitos indispensables”; la duración y el idioma, cuentan, son fundamentales. “Normalmente, las obras suelen tener una duración de entre dos horas y media y tres horas, por lo que había que reducirlas a un tiempo en el que los niños pudieran mantener la atención: generalmente, una hora. Además, los textos tenían que traducirse al castellano”, reseñan. “Es muy complicado que la ópera pueda ser popular si se canta en el idioma original y no se entiende. En Centroeuropa, es común que se traduzca a la lengua de cada país”, incide Zelia.

Así, en sus montajes narran e interpretan historias clásicas, fábulas o cuentos infantiles cuyos textos se intercalan entre los fragmentos musicales de obras de Mozart, Verdi o Puccini, por ejemplo. Otra de las particularidades de las creaciones de MikrÓpera es que se caracterizan por realizar una lectura contemporánea de esos clásicos, añadiendo personajes, valores o virando enseñanzas finales y, siempre, interactuando con los niños.

Es el caso de la fábula de ‘La cigarra y la hormiga’, “posee una moraleja válida para el marco temporal y la época en la que se escribe, pero ahora, ya no tanto. Por ello, había que darle la vuelta para adaptarla a los niños y al siglo XXI”, ahonda la directora. ¿Cómo? Crearon un nuevo personaje, una ninfa situada entre los dos protagonistas, y añadieron el valor de la colaboración. “Al final del invierno, la hormiga acepta que la cigarra entre en el hormiguero a cambio de que le enseñe a bailar. Y ya en primavera, la cigarra se ha hecho con el mando de este lugar, mientras la hormiga ha aprendido a disfrutar de la vida. Se mantienen los sentimientos universales y las emociones humanas atemporales dándole un giro al relato”, detalla Lanaspa.

Algo similar ocurre con su última y particular versión de la ‘Caperucita roja’ de Perrault, que ligan a la ópera ‘Don Giovanni’ de Mozart. En ella, el lobo feroz, más seductor que sangriento, intenta, como director de cine que busca nuevos talentos, cautivar a una Caperucita muy actual. Son nombrados personajes como ‘Dora la exploradora’ o Berlusconi, y en la historia no faltan ni los móviles ni los viajes del Imserso. La moraleja, esta vez, se basa en la confianza.

Un nuevo estreno y óperas “aún más pequeñas”

La compañía zaragozana suma aproximadamente 200 funciones y 30.000 espectadores en su andadura, la mayoría representadas en territorio aragonés. Aunque su público es predominantemente infantil –de 3 a 10 años-, también hay adultos que no se resisten a ver la forma en la que el amor, la amistad o el compañerismo se transmiten a través de la lírica y de los anteriores clásicos reinventados. “Cantamos a viva voz, sin micrófonos, y comprobamos que la ópera encandila a los niños y que crea un silencio absoluto”, reconoce Zelia, quien comenta que son muy pocas las compañías que se dedican a la producción de ópera infantil en España, mientras que en Aragón “no existe otro proyecto similar” al suyo.

En unas semanas, el equipo de MikrÓpera viajará por cuarta vez consecutiva hasta Málaga, donde actuarán en el Teatro Echegaray. La localidad zaragozana de Utebo también está entre sus próximos destinos. Y a la vez que viajan con sus funciones, ya preparan un nuevo montaje que se estrenará en 2018 con motivo de los diez años que cumplirán sobre las tablas.

De la que será su próxima obra no desvelan nada, pero sí de proyectos que pueden llegar. “Nos están demandando nuevas iniciativas, incluso piezas aún más pequeñas, para niños de menor edad y relacionadas con proyectos didácticos y salas concretas”, desvela la soprano, quien recuerda que no pierden de vista el objetivo con el que nacieron aquella primavera de 2007: potenciar la ópera, divertir al público y brindarle una moraleja.

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