Andorra despide al mito de la jota y al hombre bueno

José Iranzo ha sido despedido en Andorra, su localidad natal, el pueblo que le vió nacer y que le quiso como nadie.

Capilla ardiente por José Iranzo, el Pastor de Andorra, en la casa de la cultura de la localidad turolense.
Capilla ardiente por José Iranzo, el Pastor de Andorra, en la casa de la cultura de la localidad turolense.
María Quílez

El pueblo que supo querer como nadie a José Iranzo también ha sabido despedirle. Andorra, su localidad natal, la que le dio nombre artístico como jotero universal, se vuelca a estas horas para darle el último adiós al Pastor de Andorra, su vecino más ilustre, fallecido esta madrugada a los 101 años en su casa.


Cientos de personas pasan desde esta mañana a las 11 ante el féretro del cantador, del que no se ha apartado casi un segundo su esposa, Pascuala, sin la cual es difícil de entender la figura del que hiciera célebre 'La Palomica'. Centenaria como su marido, no ha parado de recibir pésames y no ha consentido apenas relevos. Acompañada de sus dos hijos, hermanos y de sus nietos, Pascuala está recibiendo el cariño de sus paisanos, casi en tanta cantidad como su marido desplegó en vida. Más de una treintena de coronas y ramos de flores, llegados de toda la comarca y del resto de Aragón, sirven de telón al féretro, donde se haya Iranzo, de cuerpo presente, vestido de jotero, con su cachirulo morado.


A los pies, la bandera con el escudo de Andorra, la bandera de Aragón y la Cruz de San Jorge, uno de los máximos honores que recibió en su larga vida. Los talentos de José como cantante son moneda común en las conversaciones decenas de personas que casi llenan la Casa de Cultura, sede de la capilla ardiente, pero mucho más lo es la entrañable personalidad de José, su bondad y buenos consejos.


"A menudo me decía: "Yo cuando me muera no quiero molestar, ¿eh?", recordaba su nieto, José Luis, quien describió a su abuelo como "fuerte y valiente". La alcaldesa de la localidad turolense, Sofía Ciércoles, destacó que de el Pastor de Andorra "se ha dicho todo" y que él "también lo dijo todo en sus 101 años de vida". Y animó a enfrentarse a su pérdida "con una sonrisa, como él nos enseñó". Entre los que acudieron a rendir su último homenaje al Pastor estuvieron también gentes del mundo de la jota como su discípulo, cantador Vicente Olivares y Nacho del Río, quien dijo que la muerte de José supone “un día trist para la jota, pero también es muy reconfortante el tiempo que hemos podido disfrutar de él y de su bondad”. “Hoy se nos va el último cantador histórico y el mejor rondador de todos los tiempos, pero sobre todo un hombre excepcionalmente bueno”, añadió.


José Iranzo ha muerto a los 101 años, una edad provecta que alcanzó sin apenas achaques y en casi plenas facultades. El 20 de octubre protagonizó una de sus últimas aparaciones públicas, con los niños de Andorra, que le homenajearon con dibujos y jotas. Poco antes, el 6 de septiembre, en las vísperas de las fiestas de San Marcario, le fueron presentados en su propia casa dos gigantes que le representaban a él y a su esposa.

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