Descubierto un 'San Cristóbal' de Goya entre los fondos de una colección privada

Arturo Ansón ha identificado la pintura y la data hacia 1767, en pleno periodo de formación del artista. Perteneció originalmente a Juan Martín de Goicoechea, el gran protector y amigo del pintor.

Imagen del 'San Cristóbal' que el historiador del arte Arturo Ansón atribuye a Goya.
Imagen del 'San Cristóbal' que el historiador del arte Arturo Ansón atribuye a Goya.
Patrocinio Jimeno

Nunca está todo dicho de Goya, y buena prueba de ello la da el aragonés Arturo Ansón, que acaba de anunciar el hallazgo de una obra desconocida del pintor de Fuendetodos. Se trata de un ‘San Cristóbal’ que hasta ahora era anónimo y que el historiador del arte acaba de adscribir al artista tras una ardua investigación. Las conclusiones las da a conocer en el libro ‘El arte público a través de su documentación gráfica y literaria’ (Institución Fernando el Católico), un volumen que ha coordinado José Antonio Hernández Latas y en el que participan especialistas como Jesús Rubio, Jesús Pedro Lorente o Ascensión Hernández.


El ‘San Cristóbal’ es un óleo sobre lienzo de 140 por 100 centímetros que se encuentra en una colección privada. Sus propietarios invitaron a Ansón a verlo sin sospechar su autoría; y el historiador del arte, uno de los principales especialistas en la obra de Goya, desde el principio tuvo claro que estaba ante un cuadro excepcional. "Mi intuición me decía que era del pintor de Fuendetodos, pero no estaba seguro al ciento por ciento", relata. Sus sospechas se agigantaron cuando trazó el recorrido de la obra y vio que originalmente perteneció a Juan Martín de Goicoechea, el amigo y protector de Goya, y que, desde entonces hasta hoy, siempre ha estado en manos de sus sucesivos descendientes.

Patrón de los comerciantes

Pero que el cuadro perteneciera a Goicoechea no quiere decir que sea obra de Goya. La clave para establecer su autoría la ha dado la restauración. "La obra presentaba repintes de dos clases, unos de finales del XIX, un poco groseros, y otros de principios del XX. Se vio oportuno restaurarla, y el trabajo se hizo en Zaragoza bajo mi supervisión –relata Ansón–. La restauradora, Patrocinio Jimeno, y yo hemos trabajado en equipo desde el primer momento, valorando conjuntamente los pasos que se debían dar y analizando los resultados. Es una profesional extraordinaria y el resultado no puede ser mejor".


Devuelto el cuadro a su condición original, Ansón ha establecido su autoría comparándolo con otras obras de Goya, Así, según asegura en el artículo recién publicado, "la manera de modelar los brazos y los pectorales es semejante a la que utilizó Goya un tiempo después en ‘El bautismo de Cristo’, pintado hacia 1771 y que también fue realizado por Goya para don Juan Martín de Goicoechea". "El rostro de San Cristóbal es muy parecido al que poco tiempo después pintó Goya al seguidor zaragozano del apóstol Santiago que, en actitud de oración, porta un manto azul verdoso cubriéndole la cabeza en el centro de la parte inferior de la ‘Aparición de la Virgen del Pilar en Zaragoza a Santiago y los convertidos’. Presenta esa cabeza, también, similitudes con la del apóstol Santiago en la misma obra y con la de San José en el cuadro de ‘La Triple Generación’". Y la manera en la que está pintado el labio inferior es la misma que en otras pinturas de la época... Ansón fecha además la obra comparándola también con otras del pintor aragonés.


"Goicoechea seguramente se la encargó a la vuelta de Goya a Zaragoza tras su fracaso de 1766 en el concurso de pintura de la Academia de San Fernando –señala el historiador del arte–. Era un fracaso en toda regla, y a Goya le tuvo que fastidiar mucho. Debía estar rabioso y con ansias de demostrar su valía. El cuadro, por sus dimensiones, era una oportunidad para ello porque no estaba destinado a un dormitorio o habitación pequeña, sino que tenía que estar en un lugar destacado, seguramente en la sala principal de casa de Goicoechea. San Cristóbal, además, es patrón del comercio, actividad a la que se dedicaba la familia".


¿Es suficiente argumentación para la autoría? Arturo Ansón lo tiene claro: "La pintura no se parece en nada a la que podían haber realizado los pintores que estaban en Zaragoza en aquel momento –señala–. No puede ser de los Bayeu ni de Luzán ni de Braulio González... Quien quiera encontrar en ella un Goya de plenitud se equivoca; pero es un Goya. Y si alguien quiere desmentirme, que me argumente por qué no lo es, que no tengo inconveniente en retractarme si me lo demuestra". Y concluye: "Es una de las obras más importantes del Goya de juventud".

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