Violencia machista

"Que salgan cuanto antes de la violencia, es la muerte"

Sofía es informática, tiene 30 años y vive en una casa de acogida con su hijo pequeño. Su maltratador es miembro de las Fuerzas de Seguridad del Estado.

Sofía tiene poco más de treinta años y ya pesan sobre sus espaldas años de malos tratos por parte de su expareja. Ha conseguido dejar atrás el infierno, intenta comenzar una vida nueva esperanzada y pidiendo a las mujeres que sufren la violencia que salgan de ahí "cuanto antes" porque "es la muerte".


Es una de las cientos de miles de mujeres maltratadas -600.000 según una encuesta realizada en 2011 por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género- por las que las instituciones y organizaciones trabajan para intentar que denuncien a sus agresores y así lo recordarán mañana, Día Internacional contra la Violencia de Género.


Ella, informática de profesión, lleva varios meses en una casa de acogida de mujeres maltratadas desde donde cuenta cómo comenzó el horror. "Todo empieza con un engaño, metiéndote en su tela de araña" hasta que se produce el primer episodio violento.


"Mi hijo estaba botando la pelota en el salón y él la cogió y la rajó con un cuchillo", relata Sofía, quien afirma que desde ese momento la situación fue a peor: violaciones reiteradas, desprecio, y amenazas, en muchas ocasiones en presencia de los niños.


Su maltratador, quien es miembro de las Fuerzas de Seguridad del Estado, se valía de su profesión para amenazarla y hacerla creer que la denuncia no le iba a servir de nada.


La obligaba a mantener relaciones sexuales continuamente y si Sofía oponía resistencia, la empujaba de la cama y le prohibía pisar la habitación, tenía que ir a dormir al sofá. El hijo más pequeño era testigo del drama.


"En ese momento no entiendes que puedan existir las violaciones en una pareja, aún me cuesta asimilarlo", afirma Sofía, quien cuenta que cuando ella le gritaba que quería acabar con la situación su agresor le dejaba la pistola en la mesa de noche y la decía que ahí tenía la solución.


Fue fuerte y aunque reconoce que el suicidio se le pasó por la cabeza, acudió al centro de salud de su localidad, animada por una amiga; de ahí la derivaron a los servicios municipales especializados en violencia contra la mujer.


Ahora, en la casa de acogida vive con su hijo menor. Denunció a su expareja y está a la espera del juicio.


Dar el paso le costó mucho porque no confiaba del todo en que el sistema la pudiera proteger. "Los mensajes de las instituciones a veces no nos llegan", dice la víctima que, en este momento, se ve "bien".


"Es un proceso difícil y duro y no quieres sacar ciertos recuerdos porque te duelen", asegura la mujer, que espera encontrar un trabajo cuanto antes para poder rehacer su vida y olvidar el sufrimiento de tantos años.


Por eso, anima a las víctimas de violencia de género a que saquen fuerzas y rompan con su agresor. "Les diría que salgan de ahí cuanto antes porque, en verdad, es la muerte, es enterrarse en vida", subraya Sofía.


Lanza un mensaje a la sociedad: la violencia machista es una "lacra" que llega a todos los niveles económicos, culturales y sociales. "No tiene nada que ver que tengas estudios o que no hayas terminado la ESO" (Educación Obligatoria Secundaria).


A pesar de su valentía, su situación no es fácil. El riesgo de que le encuentre su agresor es alto, situación en la que se encuentran actualmente en España 132 mujeres, según la estadística mensual del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.