Los explosivos juegos de guerra entre Irán e Israel

El escudo de hierro hebreo demuestra su eficacia ante una ofensiva con previo aviso, pero surgen dudas sobre qué hubiera sucedido si Teherán habría atacado por sorpresa.

Avión del Ejército israelí tras el ataque iraní
Avión del Ejército israelí tras el ataque iraní
ABIR SULTAN

La llamada de Israel a conformar una alianza de países contra Irán en Oriente Medio tiene un peso material más allá del simplemente geopolítico. La andanada de cientos de misiles y drones que Teherán le lanzó durante la madrugada del domingo ha puesto al descubierto que, pese a la indudable fortaleza de Tel Aviv, también tiene una dependencia de terceras naciones en su defensa. El famoso escudo aéreo israelí es un potente protector, pero no invulnerable, y la pregunta que surge hoy es qué hubiera sucedido si el ataque iraní no habría sido anunciado con todo detalle con horas de antelación desde el propio régimen de los ayatolás.

La Guardia Revolucionaria puso en antecedentes a Estados Unidos 72 horas antes de pulsar el disparador. Washington, sin embargo, ya barruntaba algo. Y algo grave. El presidente Joe Biden dijo públicamente que no descartaba una acción bélica inminente. Y hasta Israel cerró las escuelas y prohibió a los ciudadanos las reuniones multitudinarias.

Desde el día 3 de abril el Pentágono mantenía un canal abierto con las autoridades suizas, a su vez conectadas al Gobierno iraní, un puente más habitual de lo que parece en situaciones críticas. La precisión en las comunicaciones fue tal que Biden ordenó enviar más destructores a la región oriental equipados con baterías antiaéreas y reforzó la presencia de aviones de combate ante la eventualidad de que serían necesarios para frenar un complejo ataque aéreo. Las cartas estaban echadas. El presidente estadounidense desapareció intermitente esos días de sus actos oficiales y la vicepresidenta, Kamala Harris, fue enviada en su lugar a un par de mítines electorales lejos de Washington por exigencias del incipiente gabinete de crisis.

Con todo detalle

El jueves, 11 de abril, Estados Unidos ya tuvo en su poder la información concreta del bombardeo. La habían proporcionado los iraníes a los países árabes para que protegieran su espacio aéreo. Eran conscientes de que acabaría en manos del Pentágono. Hora, número de drones y misiles, con la correspondiente identificación de qué modelos se trataba, y los objetivos de la ofensiva. Teherán mostró todas sus cartas con el fin de poder ejercer su derecho a la "autodefensa" tras la agresión israelí a su embajada en Damasco, pero con la "cautela" suficiente para prevenir unos daños humanos que hubieran hecho irreversible un conflicto armado de proporciones desconocidas. Aun así, fuentes militares han destacado el enorme riesgo corrido durante la acción, ante la posibilidad de que las defensas israelíes no hubieran sido todo lo sólidas que resultaron o algún misil -viejos en su mayoría- hubiera caído en otro territorio, como por ejemplo Jordania.

El jefe del Comando Central de Estados Unidos en Medio Oriente, Michael Kurilla, viajó a Israel el jueves para coordinar la respuesta al ataque con las fuerzas americanas. Los dos países llevaban días entrenándose para ese momento. Y no fueron los únicos. Antes del fin de semana ya se había tejido una red de relaciones para potenciar la seguridad hebrea, incluso con la colaboración de los países árabes, tanto de modo material, con un refuerzo de su cúpula antiaérea, como también psicológico, ya que la propia amenaza iraní ha reverdecido la sensación de inseguridad y los traumas dejados por el atentado de Hamás del 7 de octubre.

La Guardia Revolucionaria disparó 170 drones, 120 misiles balísticos y una treintena de crucero. De todos ellos, solo diez penetraron el Iron Dome hebreo. El número tiene un efecto dual. Israel asegura que representa un éxito de su nivel defensivo. En cambio, Irán cree que es un ejemplo de que el escudo puede ser traspasado. De hecho, nadie sabe cuántos proyectiles habrían caído en suelo judío de no haber avisado Teherán de sus intenciones y recurrido a su arsenal más viejo. Económicamente, al régimen islamista el gasto en munición le salió mucho más barato respecto a los 1.250 millones de euros que costaron las contramedidas a Tel Aviv.

Ayuda internacional

Hay un dato importante: la seguridad de Tel Aviv dependió de la ayuda prestada por Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y, sobre todo Jordania, el primer país árabe que ha echado una mano al Gobierno de Benjamín Netanyahu pese a ser crítico con la ofensiva en Gaza y acoger a miles de palestinos refugiados. Ammán interceptó una parte de la munición iraní mientras monitorizaba cualquier actividad de las milicias proxi acantonadas en las fronteras de Irak y Siria. A 37 kilómetros de la capital jordana se han recuperado restos de drones destruidos.

El Gobierno jordano autorizó el uso de su espacio aéreo a los aviones de combate internacionales y ordenó despegar a sus propios cazas para interceptar los artefactos iraníes. Al parecer, también Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí aceptaron abrir sus canales de Inteligencia y tratar de modo reservado con Tel Aviv y sus aliados. Una operación perfectamente orquestada.

Las defensas israelíes, provistas de misiles Patriot y Arrow, son una compleja maquinaria que basa su éxito en el efecto de los radares, el desplazamiento de baterías móviles de un lado a otro con enorme coordinación y rapidez, y la existencia de grandes reservas de cohetes. Aun así, las fuerzas estadounidenses desplegaron en su apoyo aviones del 494º Escuadrón de Cazas, enviados previamente desde el Reino Unido, y del 335º Escuadrón de Cazas de Carolina del Norte. Derribaron 70 aparatos, mientras los cañones de los destructores USS Carney y el USS Arleigh Burke neutralizaron seis misiles. Las autoridades de Londres y París prevén informar entre este lunes y el martes del apoyo militar que prestaron a Tel Aviv.

Incógnitas

Del Pentágono al ministro británico David Cameron, las consideraciones de que el ataque fue repelido con un máximo nivel de acierto se repiten por Occidente. Sin embargo, los análisis militares más precisos se hacen otras preguntas: ¿Qué hubiera sucedido de no haber avisado Irán con al menos tres días de adelanto, lo que permitió convertir la agresión en una especie de entrenamiento para los aliados? ¿O si la Guardia Revolucionaria no hubiera secuenciado el lanzamiento de artefactos de modo que las defensas israelíes y los escuadrones aliados pudieran reajustarse de forma dinámica? ¿O si Teherán hubiera apostado por sus misiles hipersónicos y balísticos más modernos en vez de haber enviado proyectiles de la edad de piedra?

Para los aliados, la disposición iraní tampoco resultó demasiado sorprendente. Después de que EE UU asesinara al general Qassim Suleimani en enero de 2020, el régimen de los ayatolás reaccionó con un medido ataque a dos bases militares en suelo iraquí, organizado de tal manera que pareciera una venganza pero sin los daños humanos que hubieran motivado una respuesta norteamericana y una escalada mutua de resultados impredecibles. El ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Hossein Amir Abdollahian, reconoció este domingo que había avisado a los gobiernos de Oriente Medio del bombardeo a Israel con tres días de antelación.

Fuentes de la Guardia Revolucionaria han señalado a The Times que el objetivo de Irán consistió en enviar una señal de su poder bélico a Israel, con el fin de que no profundizara en sus agresiones tras la fulminante destrucción de la embajada iraní en Siria. En realidad, Teherán ha dejado una muestra patente de que es capaz de poner en el aire 300 artefactos explosivos en solo una hora.

Este lunes, el presidente Joe Biden vuelve a llamar al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, para disuadirle de responder. Aparte del aumento de la tensión que registraría Oriente Medio, el mandatario estadounidense es consciente de que guerrear con el régimen iraní requeriría algo más que el escudo de hierro para proteger a la población hebrea.

Según analistas americanos, la Guardia Revolucionaria lanzó básicamente misiles Paveh y Kheibar Shekan de producción propia, de los que tiene en abundancia, y aplicó la estrategia de "combinar armas diferentes, que es lo esperable en un ataque sustancial. Disparar más de cien misiles balísticos en un corto período de tiempo es algo extraordinario, y realizar un ataque combinado con tantas armas diferentes revela el nivel superior de acciones potenciales que podrían realizar", explica al Times Fabian Hinz, experto del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Berlín. Y, sobre todo, los analistas advierten que lo único que no puede olvidarse de lo ocurrido este fin de semana es que Irán demostró su capacidad para llegar tranquilamente a Israel con proyectiles que pueden transportar cargas nucleares.

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