LITERATURA

Un cuento sobre los indios del 'Viejo Oeste' gana el concurso de relatos

Álvaro Vázquez recogió ayer el premio en un acto celebrado en la bodega de la Confianza.

No lo había escrito expresamente para la ocasión. Álvaro Vázquez reconoció que el escrito con el que ayer se alzó con el premio del Concurso Internacional de Relatos de Cine, nació hace diez años. Pero esta década no lo ha dejado desfasado y su creatividad tuvo premio. El jurado del Festival de Cine de Huesca le entregó ayer el galardón al que acompaña un cheque de 1.000 euros.


«Puse en él mucha dedicación e interés, lo hice lo mejor que pude y cuando lo terminé me di cuenta que habían pasado dos semanas del plazo de entrega para el concurso al que quería llevarlo», relató. Durante esta década ha estado en un cajón, pero no olvidado. Y añadió: «Yo sabía que era una buena historia y cuando leí las bases de este concurso pensé, es justo lo que piden. Y tuve suerte».


Álvaro Vázquez es diseñador de videojuegos en Barcelona, pero en su trabajo tiene que amoldarse a las limitaciones que le impone el cliente sobre temática, cómo se puede hacer, escenarios. Esa libertad que no le permite su trabajo, esa imaginación a la que quiere dar rienda suelta es la que plasma en sus relatos. «Es agradable tener ese control de tu obra», recalcó. Para él, escribir sus historias «es una mezcla de hobby y dedicación».


Éste es el tercer premio que recibe por sus historias. «Me hace ilusión porque es un reconocimiento a que lo que has escrito no son las locuras de una noche de verano -informó- sino que la gente lo valora». Y aplausos se llevó muchos de los cortometrajistas que ayer se reunían en la Confianza, donde se le entregó el premio.


La historia, comentó, «es un relato autobiográfico de un anciano indio que ha trabajado toda la vida de viejo indio que sonríe estúpidamente al protagonista de la película. Ha hecho ese personaje en cientos de películas con todo tipo de actores. Se lamenta de los viejos tiempos en los que su abuelo era el viejo indio que sonreía estúpidamente al protagonista del filme del oeste, su padre sonreía al prota de la película psicodélica de los años 60 y le vendía peyote, él sonríe a Leonardo Di Caprio o Al Pacino y su hijo no sigue la tradición y decide hacer un máster en dirección de empresas».