gastronomía

La exclusiva colección de botellas de los 60 para brindar en una centenaria bodega de Zaragoza

Casa Perdiguer guarda una colección de anís, brandy, vermú y vodka, entre otros, que datan de los años 60 y 70

La colección de botellas de los 60 que Casa Perdiguer conserva en Cuarte de Huerva.
La colección de botellas de los 60 que Casa Perdiguer conserva en Cuarte de Huerva.
Francisco Jiménez

Viajen a un salón de la década de los 60 o 70. En unos habría minibar, en otros bolas del mundo que se abrían, también camareras con ruedas o botelleros en las librerías caoba. En su interior reinaban botellas de ponche, brandy, vermú, whisky y vodka que solían sacarse para animar el café de después de comer, cuando había visitas o los domingos y festivos. Posiblemente, en alguna casa todavía quede ese licor que no se terminó.

Sabor de recuerdo y tesoro para coleccionistas, la centenaria Casa Perdiguer de Zaragoza conserva una generosa antología de estas bebidas alcohólicas que recorre varias décadas. Tras mucho tiempo en el silencio de los almacenes, ahora lucen en las estanterías de sus nuevas instalaciones, que abrieron poco antes de Navidad en Cuarte de Huerva. Se han convertido en un distintivo producto a la venta junto al resto de sus actuales referencias.

"El precinto, con el escudo antiguo, está en pesetas e, incluso, en céntimos de peseta"

"El precinto, con el escudo antiguo, está en pesetas e, incluso, en céntimos de peseta", señala Juan Carlos Perdiguer, claro, datan de entre 50 y 70 años. "Algunas estaban fechadas en la base de la botella, como esta que es de 1971 –indica Perdiguer mientras la muestra desde lo alto de la escalera– y costaba 760 pesetas".

En el estante de los brandys no falta Fundador, Byass 96, Insuperable, 501 de los Terry, Abolengo, Soberano, Valdespino, Bertola o 103 de Bobadilla. Cuando se descorcha una de ellas, el color del contenido se ha mantenido intacto y, aunque se ha suavizado la intensidad en la garganta, los aromas continúan en nariz. "Ahora son más finos, han perdido parte de la graduación", sostiene Juan Carlos.

Un poquito más allá destacan los vodkas, como Petroff o Bardinet. En otro de los altos estantes llaman la atención las etiquetas de los whiskies Mag’5, Marshall’s o White Horse. "Estos podían ser de importación desde Escocia", estima Perdiguer, aunque también cuentan con el segoviano Dyc. Y, junto a estos últimos, los vermús, como Martini, Cinzano y Aquila Rossa. Un par de ejemplos de cabezas de Pisco dan cuenta de la importancia de la estética en el sector. También tiene su hueco Cynar –licor de alcachofa– o la Kina San Clemente. También resulta interesante el espacio de los vinos de Jerez.

También, licores aragoneses de más de medio siglo

En la colección se descubren curiosas piezas, como unas pequeñas botellas que se protegían con un fino papel y cápsulas de cañas. Otros están envueltos en celofán, "lo que indicaba que eran de lujo". Entre todas también se esconden anises asturianos y licores aragoneses de café: Cafedona y Cafeona, ambos de Cariñena. Del mismo sabor es Creme de Café de Regnier. Se podría hacer una comparativa entre el pasado y la actualidad.

Esta colección procede de los fondos de Casa Perdiguer, fundada en 1893, y de la tienda de Moneva en la calle de Reina Fabiola de Zaragoza. "Pueden tener un precio a partir de unos 30 euros", calcula Perdiguer, aunque el valor sentimental varía para cada cliente.

Papá Noel, los Reyes Magos y algún cuidadoso anfitrión ya visitaron este nuevo espacio de venta hace unos días. Esta bodega de Casa Perdiguer –que se suma a las tiendas de las calle de San Pablo, de Escosura y de la avenida de Santa Isabel– también ofrece una amplia variedad de vinos, tanto embotellados como a granel.

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