Maridaje con los mejores vinos de garnacha del planeta

Unas 500 personas acudieron ayer a la Noche de las Garnachas, broche de oro del certamen.

Los asistentes a la Noche de las Garnachas pudieron degustar cientos de vinos.
Los asistentes a la Noche de las Garnachas pudieron degustar cientos de vinos.
Asier Alcorta

Los amplios salones de la sede de Bantierra, en Zaragoza, acogieron el pasado 5 de febrero la esperada Noche de las Garnachas, el acto en el que, como también ocurre en Perpiñán, los aficionados al buen vino pueden entrar a disfrutar de los mejores vinos del planeta, pues allí se pueden catar todas las referencias presentadas al concurso.


En origen, esta velada tenía como objetivo posibilitar a todos los miembros del jurado probar todos los vinos galardonados, aunque más tarde se amplió la entrada a otras personas interesadas en conocer la gran variedad de vinos blancos, rosados, tintos, espumosos y dulces que se pueden elaborar con los distintos tipos de garnachas.


En este caso, eran 576 vinos disponibles, que hicieron las delicias de los más de 500 asistentes a esta velada, quienes degustaron, además, los bocados de alta gastronomía preparados y servidos por el grupo El Cachirulo, cuyo personal se había encargado también del impecable trabajo del servicio de los vinos durante la cata del jurado profesional, por la mañana, en el monasterio de Veruela.


Los vinos se maridaron con las siguientes creaciones: chupitos de caldo de gallina con tropezones, montaditos de jamón batido, tacos de patata y pulpo al ajolio suave, canapé de mousse de foie, tosta de bacalao con vinagreta de changurro, cucharita de salpicón de marisco, sushi de salmón ahumado y wasabi, taquitos de longaniza de Graus y secallona de Barbastro, pastel de cabracho con huevas de Avruga, croquetas caseras de gallina, buñuelos de morcilla, brocheta de la huerta de Zaragoza en tempura, albondiguitas de ternasco en salsa de almendras, arroz con chipirones y gambitas y ternasco en costra de pistacho.


Como postres, se sirvieron dos de los postres aragoneses más afamados en estos momentos: pastel ruso y trenza de Almudévar.


Un auténtico lujo para quienes tuvieron la fortuna de conseguir una de las aproximadamente 300 entradas que se pusieron a la venta y que se agotaron a las pocas horas de abrir las taquillas virtuales.


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