El Teatro Principal de Zaragoza cumplió ayer a la perfección como escenario solemne de la entrega de los VIII Premios Nacionales de Hostelería. Por unas horas, la gastronomía le quitó protagonismo a la música y al teatro alrededor de un encuentro de mucho nivel. No hay más que fijarse en los números que recordaba el presidente de la Federación Española de Hostelería (FEHR), José María Rubio, minutos antes de empezar la gala.

"Nuestra entidad representa a 300.000 restaurantes, bares, cafeterías… Empresas que dan trabajo a un millón y medio de personas y que tuvieron un volumen de ventas de 120.000 millones de euros en 2013", decía.

Asistieron más de 300 personas, así que el patio de butacas prácticamente se llenó. El periodista Jaume Segalés guió el acto e intentó que fuese lo más ágil posible, ya que había que entregar 19 premios y reconocimientos y todos los protagonistas tenían que hablar. El primer sonido que se escuchó fue el de la jota y la primera muestra de gratitud, para el escultor Pepe Alcañiz, autor de la obra que recibieron los galardonados.

Inmediatamente después tomó la palabra el presidente de la Confederación de Hosteleros de Aragón, José Luis Yzuel, que se acordó, especialmente, de los premiados aragoneses y de la presidenta Rudi y el alcalde Belloch.

Con ironía apuntó que "las encuestas no les dan muy buenos resultados, así que tienen mucho trabajo y no han podido dedicarnos un ratito".

Tras sus palabras, uno a uno se entregaron los premios: al empresario Juan Robles, que de regentar una pequeña taberna se ha convertido en exponente de la cocina andaluza; a Miguel Grande, director general de Los Galayos, referente de la cocina castellana en Madrid; a Abel Lusa, propietario de Cambio de Tercio Group, icono de la gastronomía española en Londres, o al compromiso con la responsabilidad social de la empresa familiar Docamar, que recibió Raúl Cabrera, y medioambiental, para Octavio Llamas, de Autogrill.

La representación aragonesa entre los premiados fue notable. El restaurante Dfabula, por ejemplo, lo recibió por su compromiso con las personas con discapacidad. Su encargado, Marcel Aguilar, recordaba cómo este proyecto "nació en 2010 de la mano de Disminuidos Físicos de Aragón; todo el espacio está perfectamente adaptado y cinco de los siete trabajadores tienen discapacidad".

Muy contenta también estaba la directora general de Turismo, Elena Allué, que recogió el galardón ‘José Luis Fernández Noriega’ a la concordia. «Un premio nacional de esta categoría es muy importante», decía, orgullosa de estar poniendo a la gastronomía aragonesa «en el centro de la promoción». Por último, el secretario de Cafés y Bares de Zaragoza, Jorge Bernués, y el Ayuntamiento de Zaragoza, reconocido por «su apuesta por la gastronomía, los congresos y la cultura», también le dieron un aire aragonés a la gala.

La innovación del restaurante El Olivar; los compromisos con la calidad de Casa Quiquet y con la cultura de Bodega del Riojano, o los reconocimientos personales a Patricia Abril, vicepresidenta de McDonald´s Europa, y a Jesús Monje, propietario de Via Veneto, prácticamente cerraron el capítulo de galardones.

Antes de la despedida, el presidente de la FEHR, además de una larga lista de agradecimientos, dejó un mensaje a los profesionales hosteleros: "Estamos en un nuevo entorno; se acabó la crisis y el cliente ha cambiado, es más exigente, y los establecimientos tenemos que adaptarnos a esa mentalidad".

Tras sus palabras se hizo la foto de familia con todos los premiados, pero todavía quedaba un último detalle que llegó de la mano de la música. La cantante Tamara interpretó varios boleros que dejaron un regusto dulce. Con esa sensación se dirigieron los invitados al Espacio Bantierra para disfrutar de la cena-cóctel ofrecida por el Grupo El Cachirulo.

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