Chicharro, tan saludable y sabroso como poco valorado

A pesar de su alto contenido en ácidos grasos omega 3, su venta ha caído en las pescaderías.

El pescatero Miguel Ángel Lallana
El pescatero Miguel Ángel Lallana

No es precisamente el chicharro el más mediático de los pescados. No tiene buena prensa pero tampoco mala. Es muy abundante o, por lo menos, lo era en las pescaderías, de ahí que su precio –casi siempre a la baja– generalmente haya sido una razón de bastante peso a la hora de ponerlo a la mesa. En definitiva, estamos ante un pescado barato al que ni la literatura gastronómica ni los cocineros de renombre le han prestado demasiada atención.


Todos estos argumentos, precisamente, confluyen hoy en día en los mostradores de las pescaderías, en los que se pueden ver chicharros o jureles muy diferentes, de procedencia bastante desconocida y que abarcan un abanico de tamaños y precios realmente sorprendente. Esta semana, por ejemplo, en una gran superficie de Zaragoza se ofrecían chicharritos muy parecidos a las sardinas grandes a un euro el kilo. A partir de ese precio, no resulta difícil encontrarlos a dos o tres euros, hasta los ocho a los que estos días también los vendía Miguel Ángel Lallana en la pescadería Cañete, del Mercado de San Vicente de Paúl.


Miguel Ángel conoce bien este y otros pescados. Su experiencia durante muchos años como mayorista y desde hace tiempo como distribuidor minorista, le lleva a hablar de la existencia de bastantes variedades de chicharros. Antes de entrar en detalle, no duda al asegurar que "estamos ante un pescado azul extraordinario, el que más contenido tiene de ácidos grasos omega-3, junto al salmón y las sardinas". En definitiva, una fuente de salud a la que convendría prestar mucha más atención.


Evolución

Hecha esta primera precisión, este veterano pescadero se refiere a sus peculiaridades, a cómo ha evolucionado su forma de consumirlo. Su pesca prácticamente se realiza en mares y océanos de medio mundo, desde el Pacífico sur al Atlántico, pasando por el Mar Negro o el Mediterráneo. Además, lo mismo se localiza en aguas alejadas de la costa –durante los meses de otoño e invierno, sobre todo– que en zonas mucho más cercanas, e incluso en las desembocaduras de los ríos, especialmente en verano.


"Hoy en día –comenta Miguel Ángel–, la mayoría de los chicharros que llegan a España son de importación, generalmente muy jascos y de poco sabor". Un pescado que ni por tamaño ni por precio permite que el profesional pueda dedicar mucho tiempo a su limpieza. Si acaso, lo justo para eliminar la cabeza y poco más. Cuando esto sucede aparece otro problema: las espinas. Cierto o no, la sensación general es que estamos ante un pescado con muchas espinas que, si no se limpia en condiciones, resulta difícil de comer.


Este problema, desde luego, lo vamos a encontrar en los jureles que se ofrecen más baratos, de importación, de tamaño más bien pequeño o mediano, y sobre cuyo sabor y textura ya debe ser cada consumidor el que saque sus propias conclusiones. En definitiva, un producto ciertamente incómodo.


Pero este no es el único tipo de chicharro que llega al mercado. En su puesto, Miguel Ángel Lallana no ofrece este pescado azul todos los días. Y esto es así por una razón: tan solo lo adquiere cuando tiene la certeza absoluta de que es de costa –de playa lo llama él–, capturado en Galicia, en el Cantábrico o en el Mediterráneo "a anzuelo, con palangres, mediante unas maderas con muchos anzuelos y cebos donde acuden los jureles". "El que estoy vendiendo estos días sé a ciencia cierta que viene de Cudillero, es gelatina pura porque en las zonas de desembocadura hay muchos nutrientes", prosigue.


Y de un tamaño generoso, rondando el kilo de peso cada ejemplar. Lo vende a casi ocho euros, pero claro, no tiene nada que ver con sus parientes. Este tamaño y este precio le permiten limpiarlo en condiciones. "Sacamos los dos lomos y no dejamos espinas", comenta.


Además, este pez tiene la peculiaridad de que cuenta con 11 espinas más en cada lomo, que también elimina cuidadosamente. En fin, que bien se podría hablar de dos productos diferentes y de dos formas de consumirlos muy distintas.


Tal vez todos estos aspectos hayan contribuido a restar protagonismo al jurel y a hacerlo a todos los niveles. En la restauración, por ejemplo, no suele encontrar acomodo, ni siquiera en los menús más baratos. En estos, se apuesta sencillamente por otros pescados más cómodos frente a la alternativa de chicharros que si no están bien limpios de espinas seguramente no van a contar con el favor del público.


Recetario

Así lo cree también el cocinero Ricardo Wenceslao, del restaurante Wenceslao. Él, como Miguel Ángel Lallana, tiene claro que se trata de un buen producto del mar y para la receta que ofrece en estas páginas se ha decidido a prepararlo al horno en papillote. "La verdad es que así queda muy jugoso y sabroso porque todos los ingredientes se cocinan en su propio jugo", comenta.


Para este tipo de preparaciones al horno, este chef también apuesta por los ejemplares grandes, de 700 gramos por lo menos, ya que "los lomos salen muy bien". En cualquier caso, admite muchas presentaciones, ya sea asado, a la plancha, a la brasa o frito. La fritura, si se trata de ejemplares pequeños, es el método de cocinado más habitual, desgustándose como si fueran unas sardinas.


Tres de las preparaciones más tradicionales son a la bilbaína, con manzana y tocino y a la riojana. En el primer caso, el chicharro se asa al horno y se acompaña de unas patatas panadera y una salsa elaborada con ajo y perejil. Un plato típico asturiano es con manzana y tocino. La combinación de sabores de esta receta puede resultar tan agradable y sorprendente como su presentación. Y, por último, a la riojana, asado y acompañado de una sabrosa guarnición elaborada con pimientos rojos, cebolla, ajo y perejil. En otras zonas de la península es típico acompañar al jurel con otros pescados, como las recetas con anchoas o los lomos con percebes.


Para Ricardo Wenceslao, una de las claves a la hora de trabajarlo es "que quede jugoso; no hay que pasarse con el tiempo de horno o de plancha porque corremos el riesgo de que se reseque demasiado". Este cocinero, por último, se refiere a uno de los recursos más habituales cuando hablamos de nuestro protagonista: prepararlo escabechado.


Habitualmente es como más se consume, sobre todo los ejemplares pequeños. Este chef recomienda enharinarlos ligeramente y freír. "Ese mismo aceite lo podemos colar y añadimos unas hojas de laurel, ajo, pimienta y vinagre hasta cubrirlo todo; dejamos marinar 24 horas y al final obtendremos un bocado exquisito", concluye.


Volver al suplemento de gastronomía.