Esquileo en Aragón: el papeleo retrasa la llegada de profesionales uruguayos

La "excesiva" burocracia impuesta para las contrataciones en el país latinoamericano, la falta de mano de obra nacional y el descenso de trabajadores de Polonia y Ucrania suman dificultades a esta necesaria actividad para la sanidad y bienestar de la ganadería ovina.

Esquiladores de Oviaragón-Grupo Pastores en una explotación aragonesa.
Esquiladores de Oviaragón-Grupo Pastores en una explotación aragonesa.
Grupo Pastores

Comienza la campaña de esquileo y con ella un nuevo quebradero de cabeza para el sector. Tras las dificultades que impuso en años anteriores la pandemia de la covid para disponer de la mano de obra cualificada necesaria para esta ancestral e imprescindible actividad, ahora es la normativa la que está complicando la llegada del cerca de centenar de esquiladores que cada año recalan en Aragón procedentes de Uruguay o del este europeo ante la falta de trabajadores nacionales.

Lo está viviendo en sus propias carnes la sección de esquileo del grupo Pastores. Hasta el momento, la cooperativa aragonesa ha podido disponer de la mitad de la plantilla que utilizará en esta campaña para librar a unas 600.000 ovejas de un pelaje que se vuelve incómodo –e incluso puede acarrear enfermedades– cuando comienzan a suavizarse las temperaturas. Y esta previsto, aún con muchas incógnitas, que a comienzos de la próxima semana aterrice el resto de profesionales, hasta completar el medio centenar de esquiladores que emplearán hasta el próximo mes de julio repartidos en cuatro cuadrillas de entre cuatro y nueve profesionales.

"Este año estamos teniendo un montón de problemas con las contrataciones en Uruguay, de donde procede el 40% de los trabajadores", señala el responsable de esquileo en el grupo cooperativo, Carlos Bernués. El motivo no es otro que la "farragosa y excesiva" legislación impuesta desde el Ministerio, que está provocando retrasos y "muchas complicaciones para iniciar la actividad", advierte. De hecho, esperan el lunes a unos 15 esquiladores procedentes de ese país, pero los retrasos con los visados hacen dudar de que puedan coger el avión ese día.

Bernués explica que el Ministerio ha cambiado este año la normativa para disponer de los profesionales uruguayos. "Antes cada empresa traía a sus trabajadores, pero ahora la Administración ha impuesto que dicha gestión tiene que realizarse con contrataciones colectivas en origen, por lo que tiene que haber una empresa en aquel país que se ocupe de los trámites de varios esquiladores para diferentes firmas", detalla.

Pero no acaba ahí el "incremento del papeleo", porque cuando llegan a España se exige "nuevos trámites" que antes no eran necesarios, entre ellos la tarjeta de identificación de extranjeros. Todo ello se traduce en mayores pérdidas de tiempo, retrasos, mucha burocracia y un aumento de gastos para los que no todas las empresas están igual de preparadas, reconocen desde el sector.

Tantas trabas han provocado incluso que los trabajadores uruguayos, "aborrecidos de papeleo y de esperas", señala Bernués, han decidido incluso desistir de viajar a España y han preferido quedarse en su país "después de tener la faena comprometida".

A estas nuevas complicaciones se suma que la inexistencia de mano de obra nacional para realizar esta actividad y además, advierte Bernués, cada vez vienen menos profesionales de los países de Europa del Este, de donde proceden una buena parte de los esquiladores que trabajan en Aragón. "En Polonia, uno de los países tradicionalmente migrantes a España, han mejorado las condiciones de vida y prácticamente ya no vienen trabajadores para el esquileo y la guerra en Ucrania hace imposible que vengan cuadrillas de aquel país", explica, para añadir que aunque continúan llegando a España cada vez es más testimonial la presencia de profesionales rumanos.

"La situación se está poniendo muy complicada", señala el representante de la cooperativa aragonesa. Unas dificultades que no solo derivan de la falta de mano de obra sino de la "asfixiante burocracia" a la que están sujetas estas empresas en Aragón. "De octubre a aquí hemos tenido tres inspecciones en el esquileo sin tener siquiera trabajadores". Una situación, denuncia Bernués, que no sufren empresas que realizan esta actividad en otras autonomías y mucho menos aquellas que recurren a la economía sumergida. Por eso, pide a la Administración que incluya el esquileo en la ayudas a la condicionalidad, para que sea necesario presentar la factura correspondiente por este trabajo.

Cuatro meses de campaña

Pese a tan adverso escenario, el grupo cooperativo Pastores dispondrá de toda la plantilla para una campaña que se alarga durante cuatro meses. Se inició a mitad de este mes de marzo, como viene siendo habitual en los últimos años, en los que el cambio climático ha provocado un adelanto de esta labor imprescindible para garantizar la higiene y el bienestar de las ovejas.

"Desde que yo comencé hace 21 años a ahora el esquileo se ha adelantado en un mes", señala Bernués, que explica que la campaña se alargará hasta mediados del próximo mes de julio, cuatro meses en los que los profesionales de la cooperativa retirarán el vellón a unas 600.000 ovejas.

Aunque la cifra depende de las variaciones que va experimentando el censo, Bernués reconoce que este año la producción ha descendido menos que el pasado año. "Ha habido abundancia de agua y con ello de comida en los campos y además los precios del cordero se mantienen elevados, por lo que hay menos desánimo en el sector", explica Bernués.

"La pena es que este año que hay buena lana, ninguna empresa va a recogerla"

Las lluvias de invierno y la disponibilidad de pastos ha dado un respiro a la ganadería de ovino, especialmente en el Alto Aragón, donde los animales presentan una mejor condición corporal y su vellón es de mejor calidad. "La pena es que que este año que hay buena lana, ninguna empresa va a salir a recogerla", explica el responsable de esquileo de Grupo Pastores, Carlos Bernués, que recuerda que la paralización total del mercado ha hecho que este producto no tenga ningún valor porque no tiene salida comercial.

"Es una lástima –repite– porque hace cinco años un ganadero de la provincia de Huesca, por ejemplo, hubiera podido sacar unos 90 céntimos por oveja y así se hubiera podido pagar una buena parte del esquileo". Ahora, sin embargo, no vale nada, porque ninguna empresa la quiere. 

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