Las balas de plata de Maikel Mesa

En la cartujana y estilosa figura de Maikel Mesa, reside un centrocampista con alma de delantero, un tipo de futbolista desconcertante, inclasificable de acuerdo a los cánones posicionales y funcionales de su oficio, capaz de jugar entre las sombras, pero hacerse ver allá donde más importa, cuando al fútbol lo alumbran los focos en el sitio exacto y en el momento justo: el gol. El tinerfeño pisa por la temporada del Real Zaragoza con el aplomo y las certezas que le dan sus diez dianas de la temporada y su condición de principal granero del gol de un equipo que no ha tenido en todo el año mucho pan que llevarse a la tripa.

Maikel Mesa le marcó al Huesca desde el punto de penalti, pero con el refinamiento, el desafecto, la clase y la levedad que caracterizan casi todo lo que hace en el campo. Fue su décimo tanto de la temporada, su mejor registro desde que es futbolista profesional, superando los 8 (3 de penalti) que anotó en Albacete el curso pasado y que le pusieron en dirección al Zaragoza. Su influencia ofensiva está siendo determinante en el funcionamiento de un equipo acalambrado por la falta de números de sus atacantes principales. Agarrados a ese instinto de Mesa; el Zaragoza ha ido tirando hacia delante.

Si algo define al tinerfeño, es la concreción de su fútbol. Le basta poco, a veces lo justo, para hacer mucho. No necesita de grandes cuotas de participación en el juego, ni de protagonismos excesivos más allá de lo realmente importante: el gol. Es un futbolista de soluciones simples -como si el gol lo fuera- para problemas complejos: una bala de plata que cobra aún más eficiencia cuando se observan sus índices de efectividad. Mesa lleva diez goles (2 de penalti) con solo 20 remates entre los tres palos. Es decir, marca gol cada dos disparos que le cogen portería. El dato podría relativizarse si su número total de remates que van fuera fuese desproporcionado. Pero tampoco es el caso: ha disparado 54 veces y 20 han cogido puerta, casi un 40%. Es decir, Maikel Mesa tiene la pólvora, pero también la puntería.

Ya está insertado en el top-10 de goleadores de la categoría. Es el segundo centrocampista, tras Curro (Burgos/13), más anotador. Pero, más allá, destaca en los diferentes registros de eficacia en el remate. Es el noveno jugador con un porcentaje más elevado de remates que van a puerta. Y es el cuarto con mayor efectividad, es decir, el cuarto futbolista de Segunda que más goles mete en relación a las situaciones y ocasiones de peligro que dispone, lo que se llama los XG (goles esperados), un índice que mide la calidad y cantidad de los remates. El potencial de gol. Ahí se observa la productividad de Mesa. Lleva 10 goles con apenas 6 goles esperados. Está cuatro  por encima de lo estimado en función de lo que ha rematado: solo Bautista (Eibar/+6,1), Braithwaite (Espanyol/+4,2) y Juanto Ortuño (Eldense/+4,1) le mejoran.

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Aunque los penaltis tienen un alto peso en el cálculo del XG por su potencial de gol y Mesa ha metido los dos que ha tirado; el tinerfeño apoya su rentabilidad en esta métrica también en cómo son sus goles: algunos difíciles, alejados de la portería en metros y posición. Ese control de la llegada al área, pararse en la corona, interpretar el rumbo del balón, aparecer más que estar… Un reloj rematador llamado Mesa al que, además, le han bajado tres goles desde el VAR (Valladolid, Tenerife y Andorra). Para lo malo y para lo bueno, así es Maikel Mesa.