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Velázquez pinta un Real Zaragoza diferente

El técnico se estrena en La Romareda con un novedoso sistema (5-3-2) que resultó decisivo. El salmantino alternó el pincel fino con la brocha gorda para culminar su primera gran obra: tumbar al líder de Segunda.

Velázquez celebra la victoria sobre el Leganés al final del partido.
Velázquez celebra la victoria sobre el Leganés al final del partido.
Toni Galán

Después de debutar con un significativo borrón en Albacete, hay quien ya bromeaba con que el Real Zaragoza de Velázquez era un cuadro... En el Carlos Belmonte llegaron los primeros tachones. Este sábado, sin embargo, el segundo entrenador de la temporada dio -por fin- las primeras trazadas de luz y color a su nuevo Zaragoza. El técnico salmantino alternó el pincel fino con la brocha gorda para culminar su primera gran obra en La Romareda: ganar al líder de Segunda División.

El lienzo no será expuesto hasta junio, cuando el inexorable paso del tiempo dicte su evaluación final. Pero, los bocetos iniciales de Velázquez dibujan una pieza con estética diferente a la de su predecesor. El técnico apostó por un novedoso cambio de sistema (5-3-2) que, más allá de la victoria, permitió a su equipo competir con infinidad de más garantías respecto a las últimas jornadas.

Cualquiera diría que enfrente estaba el mejor equipo de la categoría. El Leganés, que solo había perdido tres partidos en las primeras 17 jornadas de liga, apenas inquietó la portería de Rebollo. El tercer portero del Real Zaragoza casi ni ensució los guantes, ya que la línea de cinco defensas planteada por Velázquez resultó infranqueable.

El asedio del Albacete, hace solo una semana, se quedó en una mala pesadilla. Esta vez, Jair, Francés y Mouriño compitieron con muchísima más seguridad, despejando cualquier atisbo de peligro y evitando esos malditos pases horizontales que apenas repercuten en el juego ofensivo de cualquier equipo. Hasta Fran Gámez, mucho más liberado, incrementó sus prestaciones en ataque.

En el medio, Velázquez hizo algo tan simple como utilizar a sus mejores futbolistas. Aguado, aquel chaval que a tan buen nivel arrancó la temporada, recuperó la confianza y formó en la medular junto a Toni Moya. El de Mérida, venido a menos con el desafortunado desarrollo de la temporada, también regresó a la titularidad y, sin practicar un fútbol excelso, demostró que su papel en la plantilla puede (y debe) ser mucho más relevante.

Maikel Mesa, diferencial

Pero si hay un futbolista diferencial en la actual plantilla ese es Maikel Mesa. Algún día sabremos por qué Fran Escribá se empeñó en arrinconar en el costado izquierdo a un jugador que, si jugara con bolsillos, la calidad se le caería del pantalón.

Velázquez, en otro giro de lógica aplastante, reubicó al tinerfeño por dentro, muy cerca de Víctor Mollejo. Y el fútbol le dio la razón. Mesa, sabedor de que su fútbol es fundamental para el nuevo Zaragoza, no dudó en mostrar su nombre y su número al respetable en la celebración del único tanto del partido. "Aquí estoy yo", parecía decir el atacante, en un evidente gesto de reivindicación.

Tanto le gustaba a Velázquez lo que veía sobre el césped, que tardó 80 minutos en realizar la primera sustitución. Señal inequívoca de que lo que funciona no se debe tocar. El Zaragoza no funcionaba y por eso se tocó el banquillo. Es solo un partido, pero lo visto sobre el césped ante el Leganés es significativamente diferente. Buena señal.

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