En solo 15 días, La Romareda parecía otra. Solo dos semanas después de aquellos bochornosos incidentes en los aledaños del estadio tras perder contra el Huesca, la afición del Real Zaragoza recuperó este sábado la enorme alegría con la que despedía a su equipo en las primeras jornadas de competición.

Jugadores, entrenador, cuerpo técnico y público se fundieron en un simbólico abrazo nada más vencer al Leganés. Durante varios minutos, los futbolistas de Julio Velázquez permanecieron sobre el césped de La Romareda para devolver el cariño dispensado por el respetable durante los más de 90 minutos que se prolongó el choque.

No importaba el frío ni la hora. Todo el mundo quería celebrar el fin de la mala racha, que se había prolongado durante los últimos nueve compromisos oficiales. Regresó, incluso, el "moverse maños, moverse" que tanto sonó en aquella primera racha triunfal.

También saltaron al verde de La Romareda futbolistas no convocados, que actualmente están fuera de servicio por distintas lesiones. Fue el caso de Iván Azón, Bakis o Lecoeuche, que no quisieron desaprovechar la ocasión de festejar la victoria junto al resto de sus compañeros.

La sensación, tanto en el césped como en la grada, era que el Real Zaragoza había sorteado con relativa efectividad la primera gran crisis del curso. Plantilla y afición miran ahora hacia el futuro con mayor aire de optimismo, sustentados por las buenas sensaciones que, más allá del resultado, transmitió el equipo de Velázquez. El próximo viernes, en Barcelona, el equipo estará respaldado por alrededor de un millar de seguidores.