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¿Cuántos puntos ha perdido el Real Zaragoza en los últimos minutos de los partidos?

El Albacete le ganó el partido al Zaragoza en el minuto 89, un nuevo gol recibido en el tramo final de un partido.

ALBACETE B. vs R. ZARAGOZA, LIGA 2023-2024 [[[PRENSA2]]] [[[FOTOGRAFOS]]]
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Al Zaragoza se le atraganta la bocina. Una vez más, en Albacete, el equipo aragonés perdió puntos en la fase final de un partido. El gol de Quiles en el minuto 89 le negó al Zaragoza un botín mínimo que no mereció, pero que haría ver las cosas de otro modo. Ese tanto cuando el encuentro ya se apagaba e incluso cuando el conjunto de Velázquez mejores pulsaciones emitía en todo el parido no es un hecho circunstancial en la temporada. Al Zaragoza se le han evaporado ya 7 puntos en la llama ‘zona Cesarini’.

La expresión está ingresada en las enciclopedias del fútbol en honor al futbolista italo-argentino Renato Cesarini, atacante de la Juventus de Turín. Su especialidad era marcar goles en los instantes finales de los partidos, del mismo modo que ahora el Zaragoza se ha acostumbrado a encajarlos. El más afamado giro agónico de Cesarini lo protagonizó el 13 de diciembre de 1931 cuando le metió a Hungría el 3-2 del triunfo de la selección italiana. Entonces no era época de crónicas periodísticas apresuradas en las que el cronista, curiosamente, ve menos el partido que quienes leen sus piezas. Eran otros tiempos. Pero uno de ellos, el italiano Eugenio Danese, ante el hábito hecho norma de Cesarini, acuñó la expresión para referirse al tramo de minutos finales -a veces decisivos, a veces no- de los partidos.

Para el Zaragoza sí que están siendo determinantes. El gol de Quiles en Albacete significó puntos de resta para el equipo aragonés. Los goles sobre la hora, como dicen en Sudamérica, son su castigo de la temporada.

El Mirandés le ganó en La Romareda 0-1 con un gol de Jair en propia puerta en el minuto 88. Ahí, se escapó un empate. Frente al Sporting, fueron dos los goles encajados más allá del minuto 85. Los asturianos neutralizaron un 0-2 con un gol de Víctor Campuzano en el 86 y otro a medias entre Poussin e Insúa en el 97. Al Zaragoza le resbalaron así en Gijón dos puntos en la ‘zona Cesarini’. Solo unos días después, en La Romareda, un prodigioso lanzamiento a toda la escuadra de Aketxe en el minuto 87 culminó la remontada del Éibar (perdía 2-0 al descanso) y derrotó al Zaragoza, perdiendo así otro punto el filo final de un partido. De nuevo, en la siguiente jornada, el equipo aún de Escribá se estrelló en la campana del final del encuentro: en el minuto 93, le empató el Burgos con un gol de Matos. Otros dos puntos se esfumaron en la prolongación. Y, por último, Albacete, el gol de Quiles en el 87. Un punto más al limbo.

En total, el Zaragoza ha derramado siete puntos en esos tramos definitivos de los partidos, en su caso, momentos con valor decisivo que no ha sabido administrar o gestionar. Unas veces por fallos personales inauditos como el de Poussin en Gijón. En algunas, por la fatalidad de un gol en propia puerta como el de Jair contra el Mirandés. En otras, por la incontrolable ejecución de una falta por parte de un especialistas como Aketxe (otro asunto es por qué Jair hizo esa falta con esa bota tan exacta en el campo)… Pero, a todas esas situaciones, le envuelve un patrón común: el problema del Zaragoza para rematar los partidos y para vivir al borde de la victoria. La falta de triunfos aún ha empeorado esos momentos, en los que al Zaragoza se le apodera la ansiedad y los miedos, y en donde debería reinar la serenidad, el oficio y la inteligencia se imponen las desatenciones, la precipitación y los nervios. Esos finales al Zaragoza le machacan.

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