Real Zaragoza-Huesca: la pizarra del derbi

Real Zaragoza y SD Huesca se miden después de una temporada en la que ambos equipos han arrastrado problemas ofensivos. Antonio Hidalgo le ha dado un vuelco a su escuadra en el último mes

Entrenamiento del Real Zaragoza a dos días del derbi contra el Huesca.
Entrenamiento del Real Zaragoza a dos días del derbi contra el Huesca.
Toni Galan

Al Real Zaragoza y la SD Huesca les han separado durante la temporada varias casillas de la clasificación, pero les han unido diferentes aspectos del juego, casi todos relacionados con un déficit principal: la huella del gol y la producción ofensiva. Esto ha condicionado sus rendimientos en algunas fases de la temporada: al Zaragoza no le ha costado tanto definir como al Huesca, aunque sí acercarse al gol. Esto se explica en la diferencia de calidad de los hombres de ataque de uno y otro equipo. Si la eficacia en el área contrarias ha sido uno de los motores del Zaragoza; los problemas de resolución han marcado la temporada de un Huesca que es el equipo menos goleador de Segunda (9), el que menos remata a portería (30), el que menos goles marca por tiro (0,05), el que presenta un porcentaje más bajo de disparos a puerta (20,5%) y el que menos goles esperados produce (9,2).

Sin embargo, esta lectura global del curso se ha matizado en el último mes en ambos conjuntos. En el Zaragoza porque, hasta la derrota de Elche, venía del tramo de mayor volumen ofensivo, con más remates y ocasiones. Y en la SD Huesca porque su modelo de juego ha cambiado radicalmente, como la noche y el día.

El Zaragoza, en este sentido, es un equipo que ha dejado su mejores notas cuando ha rellenado su mediocampo de centrocampistas. El 4-4-2 en rombo y, sobre todo, el 4-3-3 han sido las fórmulas con las que los jugadores de Escribá más se han acercado al punto óptimo de su potencial. Lo lógico es que el técnico insista en ese camino. El Zaragoza ha sido todo el año una escuadra rígida, prudente, reservada, de ritmos bajos y pocos riesgos, de mucho control de la posición sin la pelota y mucho control de la pelota cuando la tiene, un control, eso sí, falso y alejado de la portería rival. De pocas alturas en su juego y patrones muy encorsetados. De descansar el fútbol en exceso en sus defensas, cayendo en un ritmo soporífero, y de hacer del centro del campo un territorio de paso y no de construcción. El 4-3-3 le ha aliviado alguno de esos defectos. Le permite mezclar más juego por dentro, acercar a los extremos al área rival, asentar más el juego en campo contrario… Solo sus carencias en mecanismos de salida del balón, con Jair como punto crítico, le han impedido más claridad de dominio.

El Huesca, por su parte, es otro. Antonio Hidalgo ha introducido un interesante y moderno modelo de juego que hace que el Huesca sea dos equipos en uno. Para empezar, el vuelco de estilo ha sido extremo. De un equipo estricto en sus posiciones defensivas, de juego contenido y directo y de cesión de la pelota y repliegue intenso; se ha pasado a un equipo dúctil, insistente en la posesión y más atrevido con el balón, más alto en el campo y con un ánimo más ofensivo. Hidalgo ha ido conduciendo a su equipo a un sistema doble: el Huesca defiende con un 5-4-1 y se hace líquido para atacar con un 3-5-2 en el que hay tres jugadores clave. Uno de ellos es Nieto, que ejerce de central derecho en defensa, pero forma doble pivote con Sielva (o Kento) en la creación. Otro es Javi Martínez, que frente al Espanyol alternaba las zonas interiores con funciones de carrilero izquierdo. Y el último es Gerard Valentín, carrilero derecho de potente uno contra uno: su zona suele ser el lado fuerte de un equipo que tira arriba a Joaquín Muñoz para que acompañe a Obeng. Desde que ha llegado Hidalgo, el Huesca está compitiendo mejor: solo una derrota en los últimos cinco partidos, con tres empates y una victoria. A falta de desequilibrio individual, el nuevo técnico le ha aportado soluciones tácticas. Pero sigue siendo un equipo sin veneno, con problemas de finalización. Ha marcado solo tres goles en cinco jornadas, pero solo ha encajado también tres.

Su muro de cinco hombres puede representar un problema a un Zaragoza al que le ha costado abordar defensas así. Mirandés y Alcorcón jugaron así y ahogaron al equipo de Escribá. La gran pregunta es si el Huesca cederá la pelota o la querrá como en sus últimos partidos. Desde la llegada de Hidalgo, los oscenses han ganado siempre la posesión excepto en Eibar. Por el desarrollo de estas intenciones puede girar la trama del partido.

Escribá ha demostrado descifrar bien a los rivales y responder las grandes preguntas de los partidos. Pero, más allá, de la pizarra, el encuentro pude disputarse en una atmósfera muy difícil para el Zaragoza ante la situación de crisis de su entrenador. El aspecto emocional puede ser decisivo.

En todo caso, se espera un partido dentro de las coordenadas habituales de la categoría. Un pulso igualado, bloqueado en muchas fases y en el que el gol, por muy obvio que parezca, marcará la diferencia. Sobre todo, si lo hay, a quien lo marque primero.

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