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Apoyo para Poussin: así vivió el portero del Real Zaragoza la digestión de su error

Fran Escriba, el vestuario y el club cierran filas en torno al guardameta francés tras su estrepitoso fallo contra el Sporting. "Es un momento complicado y duro, pero nosotros vamos a estar con él, le vamos a apoyar", asegura Lluis López.

Poussin, en un entrenamiento.
Poussin, en un entrenamiento.
Toni Galán

En las profundidades del estadio, en El Molinón y sus tripas de cemento, digirió Gaetan Poussin las consecuencias de un día que jamás olvidará. Su estrepitoso fallo frente al Sporting es de los que dejan cicatriz en la espalda. Un latigazo de los que marcan huella. El Zaragoza, con su inoportuno e incomprensible descuido al echar a tierra una pelota con un rival a la espalda, perdió dos puntos y ensució así uno de sus mejores partidos en tiempos. 

Quien primero lo supo fue el protagonista. Poussin quiso que se le comiera la tierra. Al final del partido, se quedó perdido en el campo, sin saber sin acudir a esos 800 aficionados del Zaragoza que dieron color aragonés a la grada de El Molinón. Fueron los mismos hinchas quienes, desde ese rincón, ya tocando con los dedos el triunfo, avisaron a grito vivo al portero que tenía a Insúa escondido tras él. Lo vieron muchos, lo avisaron varios desde esa porción de la grada. Pero Poussin la tiró al césped y se quedó sin cartera.

Un fallo así es pólvora en la era de las redes sociales, de la visceralidad y el ensañamiento digitales, y de la trepidante carga vírica de cualquier asunto público. Por eso, la imagen del yerro de Poussin no tardó en propagarse y en darle un impacto mediático atronador y negativo al Real Zaragoza. Desde el club, se sabía lo que se venía encima. De inmediato, se activó la maquinaria para que los mensajes oficiales salieran bien moldeados en forma de coraza a Poussin. Así, el entrenador le echó un capote no sin antes cuestionarlo y señalarlo del mismo modo poco diplomático al que ya lo había hecho después del partido contra el Alcorcón. Escribá defendió dos cosas distintas al mismo tiempo, si eso es posible: “A Poussin hay que reforzarle, apoyarle, porque va a pasar una mala noche, una mala semana. Pero debemos ser críticos. El jugador tiene que darse cuenta de que parte de lo del otro día y lo de hoy está en nosotros mismos. Si cometemos errores graves, es mucho más difícil”, analizó el entrenador.

En cualquier caso, la línea a seguir era animar, apoyar, proteger y recuperar a Poussin. “Es un tío muy querido, un profesional excelente. Su comportamiento es buenísimo. La obligación de todos es apoyarle. Estamos fastidiados, pero debemos apoyarle. Todos nos hemos equivocado en algún momento y debemos recuperarnos”, acabó asegurando Escribá. Desde el departamento de comunicación, se decidió que fuera uno de los capitanes el encargado de ofrecer explicaciones sobre el partido. Con Jair indispuesto, con Nieto y Cristian fuera, el encargado fue Lluis López. El central garantizó que los compañeros iban a arrimar el hombro a su portero. “Es duro. Todos sabemos que ‘Gaet’ hizo un gran partido, había respondido muy bien. Son circunstancias del juego. Son situaciones que se pueden evitar, lógicamente. Pero tenemos que estar todos juntos”, apuntó.

“Estaba fastidiado, igual que todos. Al final, se nos escaparon los tres puntos cuando queríamos los tres. Es un momento complicado y duro, pero nosotros vamos a estar con él, le vamos a apoyar. Somos un grupo muy unido. Tenemos que transmitirle eso ahora más que nunca. Y mirar hacia adelante, porque la próxima semana tenemos otros partido”, completó Lluis López.

Poussin salió del vestuario sobre las 21.00. Cruzó entonces la zona mixta camino del aparcamiento donde esperaba el autobús de regreso al vestuario. En su rostro se concentraba toda la historia de una desgracia. Su cara hablaba. Expresaba aturdimiento y desconcierto. Anduvo hacia el pasillo del garaje de El Molinón y se metió en el autocar. En esos minutos posteriores al partido, el portero francés recibió, ante todo, consuelo. Lluis López fue uno de los primeros en animarlo. También encontró refugio en Lecoeuche, compatriota y amigo. Incluso el guardameta rival, Rubén Yáñez, se interesó por él.

Desde el vestuario a Escribá, todo el club, decidió cerrar filas en torno a Poussin. Protegerle y animarlo. Otra cosa son las consecuencias. El portero francés ya venía de un partido irregular contra el Alcorcón, sobre todo, con una peligrosa entrega a Grau que acabó costando el gol. Ese día, Poussin no fue el único responsable de los goles encajados. También Aguado, en el segundo, lo expuso más de lo necesario con una arriesgada cesión, pero la portería señala más que ningún otro sitio. Al portero se le desnuda rápido. Parecía quedar todo eso atrás con las buenas hechuras de Poussin durante 97 minutos en El Molinón. Paró lo que debía y gobernó el juego aéreo cuando más peligroso se puso. Pero sucedió lo que sucedió.

A Poussin se le fichó -en una operación con el sello de Cordero- como garantía de competencia para Cristian y eso, el día a día de trabajo, entrenamientos y exigencia, parece funcionar: Cristian estaba al mejor nivel de sus últimos cuatro años hasta su lesión de Andorra. Pero Poussin también debió haber sido garantía de sustitución. Ahí, ha fallado. Escribá tiene ahora un papelón si Cristian no se recupera a tiempo para jugar contra el Eibar. La previsión es que así sea. Sin embargo, si no es así, el entrenador deberá decidir.

La Romareda es un lugar complicado, a veces despiadado, para los porteros con estos antecedentes. Le cuesta perdonar. Escribá ya cambió el pasado curso a Ratón por Rebollo cuando nadie lo esperaba para el partido contra el Huesca en casa, en un día de gradas calientes. Desactivó así un contraproducente ‘run run’. El famoso murmullo de La Romareda. Este precedente da pistas sobre lo que puede suceder si Cristian no llega a tiempo contra el Eibar. Rebollo está ahí. Quitar a Poussin sería firmarle una sentencia de cadena perpetúa. El técnico ya lo ha señalado lo suficiente, con poca mano izquierda, en sus comparecencias. Es fútbol profesional y es un modo razonable de tratar el caso. Así que queda por ver si Escribá lo termina de marcar a fuego definitivamente, algo, por otro lado, que estaría argumentado desde el prisma único del rendimiento. La papeleta no es sencilla.

Entre tanto, todo el mundo se pregunta lo mismo. ¿En que estaba pensando Poussin? La respuesta solo la tiene un hombre. El club difícilmente lo sacará a explicarse. Pero esta historia nos recuerda que, en este deporte, hay situaciones que un equipo no puede controlar. El error individual, como los momentos de fortuna, forman parte de la compleja ecuación del fútbol. Hay en él cosas inexplicables: lo mismo ganas un título con un gol desde el centro del campo en el último minuto de la prórroga que pierdes dos puntos con un despiste de un portero. Para lo bueno y lo mano, los sucesos individuales alteran el orden de los partidos.

Poussin vivió en sus carnes la cara menos amable del fútbol. Él es el primero que lo sabe. Pero su fallo ya no tiene remedio. Es pasado. La solución pasa por que no vuelva a suceder. Olvidarlo y aprender.

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