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Real Zaragoza: Escribá, resignado ante la evidencia

A pesar de la necesidad de marcar al menos un gol, el entrenador evita gastar los cinco cambios por segunda semana consecutiva. Un mensaje inequívoco que refleja su falta de confianza en parte de la plantilla.

Escribá se lleva la mano a la frente durante el partido ante el Lugo.
Escribá se lleva la mano a la frente durante el partido ante el Lugo.
Carlos Castro/LOF

A Fran Escribá basta con sentarse a escucharle para comprender los motivos que le llevan a tomar la mayor parte de sus decisiones. En su discurso, casi siempre pausado y reflexivo, se encuentran muchas respuestas a las preguntas que giran alrededor del Real Zaragoza. Sin embargo, no hace falta que el entrenador valenciano articule una sola palabra para hallar otras certezas irrebatibles. La más evidente, que no confía en parte de la actual plantilla. Motivos, desde luego, no le faltan. Ni él, que llegó con la temporada iniciada para reemplazar el fallido experimento Carcedo, ni su director deportivo, Juan Carlos Cordero, son los promotores de un equipo vergonzante y con una falta de calidad que, por momentos, sonroja al más atrevido.

Este domingo, en el trascendental partido ante un rival directo por la salvación, el entrenador del Real Zaragoza volvió a mandar un mensaje claro, tan duro como inequívoco: lo que tiene no le sirve. Por segunda semana consecutiva, el técnico finalizó el partido sin gastar las cinco sustituciones que permite el reglamento. A pesar de la imperiosa necesidad por hacer gol, por ejemplo, no dio opción de participar al canterano Pau Sans, que sí fue el primero en entrar al terreno de juego hace justo una semana ante el Burgos en La Romareda.

Ante los leoneses, Escribá dejó en la banqueta a futbolistas como Tomás Alarcón, Eugeni o Manu Molina. Tres nombres llamados a tener cierto peso en la construcción del fútbol zaragozano. Todos ellos, sin embargo, volvieron a ver el encuentro en el Anxo Carro de Lugo desde el frío e inhóspito banquillo.

Especialmente llamativo resulta el caso del chileno, que se incorporó a la disciplina del Real Zaragoza en el pasado mercado de invierno y apenas ha contado con relevancia y protagonismo durante las últimas semanas.

Escribá, que a diferencia de alguno de sus predecesores sí ha entrenado en Primera División, parece resignado a la evidencia de que no tiene más donde rascar. Como dijo el exfutbolista del FCBarcelona, el también exzaragocista Gerard Piqué, "esto es lo que hay". Eso parece pensar el técnico del Real Zaragoza cada vez que echa la vista atrás y contempla con estupefacción la composición de su banquillo.

Gueye, esta vez, sí

En el Anxo Carro de Lugo, el preparador valenciano cumplió con su palabra y dio minutos a Gueye. Después de reconocer públicamente que no contó con el africano en la última jornada por el "runrún" que se genera en La Romareda, Escribá sí introdujo al punta sobre el césped lucense. No solo eso, sino que hasta pudo dar el triunfo a su equipo con un gol en los últimos minutos del choque.

Por delante, 12 jornadas. 36 puntos en juego para cerrar una temporada difícil, desilusionante y cargada de decepciones. El zaragocismo, como Escribá, hace ya muchas semanas que hizo de la resignación una forma de vida para afrontar el lento e ingrato avance del tiempo. No hacen falta números, sensaciones ni experimentos. La realidad y la evidencia hablan por sí solas.

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