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Real Zaragoza: un año con Torrecilla

El director deportivo cumple 365 días al frente del área técnica del Real Zaragoza, un periodo subrayado por su apuesta por Juan Ignacio Martínez, la búsqueda de gol y el difícil equilibrio presupuestario provocado por la normativa salarial de LaLiga. 

Miguel Torrecilla, este mediodía en la puerta de la sede del Real Zaragoza en La Romareda.
Miguel Torrecilla, este mediodía en la puerta de la sede del Real Zaragoza en La Romareda.
Oliver Duch

Aunque no sin la dosis de inquietud propiciada por la larga cadena de empates del primer tercio de la temporada, el Zaragoza vive un otoño apacible por primera vez en mucho tiempo. Hace un año, las cosas eran diferentes. El club, ante la mala marcha del equipo, renovó el cuadro de mandos del área deportiva y nombró a Miguel Torrecilla como relevo de Lalo Arantegui. Desde entonces, el ejecutivo salmantino ejerce de máximo responsable del departamento. El club anunció su contratación el 7 de diciembre, después de unas horas evaluando diferentes perfiles. Pero, en todo momento, su nombre ocupaba un lugar destacado en las gestiones de Luis Carlos Cuartero, director general. Antes de firmar con el Zaragoza, Torrecilla debía desvincularse del Waasland-Beveren belga, donde trabajaba desde el verano anterior tras finalizar su compromiso con el Sporting.

Una vez solventado este trámite, Torrecilla comenzó a mover los primeros hilos de su gestión, con el equipo en situación de máxima gravedad, colista de la clasificación. Sus primeros pasos fueron de análisis de la plantilla y de evaluación de algunas negociaciones ya avanzadas por la anterior dirección deportiva para el mercado de invierno, como el fichaje de Aleix García, ahora referencia del Girona. Desde un principio, Torrecilla se mostró contrario a una severa revolución en la estructura del grupo. Dio más valor a lo que había que a lo que no tenía. La búsqueda de un delantero goleador concentró sus principales esfuerzos durante un mercado en el que el director deportivo tomó decisiones sencillas, conocidas, de agenda. Y así llegaron dos exfutbolistas suyos en otras etapas, como el delantero Álex Alegría y el central Peybernes, además de Sanabria, cedido por el Atlético de Madrid. Ninguno de ellos tuvo un impacto principal en la reacción de la segunda vuelta. Alegría marcó solo un gol. Peybernes, si acaso, amplió la profundidad de la disponibilidad de centrales, pero nunca terminó de afianzarse por delante de Jair o Francés, y Sanabria tuvo un peso muy accesorio.

La clave del resurgir del Zaragoza y su acierto principal fue la apuesta por Juan Ignacio Martínez. Fue su primera decisión de calado, a las puertas de la Navidad. No tardó mucho en poner al técnico alicantino sobre sus intenciones de que fuera el entrenador del Zaragoza, pero, antes, en parte por cortesía profesional y respeto a su figura, mantuvo a Iván Martínez, siempre en estado de interinidad, pues el Zaragoza nunca lo llegó a confirmar como entrenador. Desalojado del banquillo del primer equipo el joven técnico zaragozano, el aterrizaje de Juan Ignacio Martínez y el mercado de invierno dieron paso a la resurrección del equipo. Jim ni pidió ni exigió. Tenía todo por ganar y muy poco de perder después de varias temporadas alejado de la rueda de entrenadores de Primer y Segunda.

Jim se puso manos a la obra: detectó las debilidades del grupo -que las tenía, en su zona de vanguardia-, analizó las fortalezas -que el tiempo se ha encargado de descubrir que las había-, evaluó las amenazas -una Segunda División de rivales con pocos ataques potentes y que premia las defensas poderosas- y explotó las oportunidades -seis meses por delante para crecer-.

Después de una segunda vuelta con puntuación de ascenso, el Zaragoza se salvó con un fútbol de supervivencia, prioridades defensivas, eficiente y pragmático. Su continuidad apenas admitía debates.

Torrecilla comenzó a trabajar en la confección de una plantilla que estuvo enmarcada en las circunstancias del proceso de traspaso accionarial mayoritario del club. Fran Gámez fue su primer fichaje, el 15 de julio, más de un mes después de finalizar la temporada. Condicionado por un tope salarial escueto, fijado finalmente en 5,7 millones de euros -el sexto más bajo de la categoría-, Torrecilla fraguó un mercado con muchas cartas ya jugadas por él y en el que varias opciones preferentes se quedaron por el camino, bien por cuestiones económicas, bien por la gestión de los tiempos del verano. Una vez más, la búsqueda de gol fijó el centro de la coordenadas. Su opción fue Álvaro Giménez, descarte del Cádiz, que también envió al Zaragoza a Nano Mesa, conocido de Torrecilla de su etapa en el Sporting. De Almería, llegaron Vada y Petrovic cuando rescindieron contratos. Lluis López, del Espanyol, reforzó la defensa después de que no se atara a Peybernes. Y Borja Sainz, del Alavés, aceptó la propuesta de cesión del Zaragoza en lugar de la del Girona. Para última hora quedó la llegada del internacional panameño César Yanis, después de que se escaparan otras opciones panameñas del mercado de Segunda.

En la operación salida, a Torrecilla solo se atascó en Javi Ros, a quien solo se le podía sacar mediante el pago de una rescisión. De este modo, se quedó. Otros jugadores con contrato sí encontraron soluciones: Vuckic (Rijeka), Buyla (Nástic), Larrazábal (Amorebieta)… Además, se descartó la salida de Narvaéz, rechazando propuestas oficiales.

Uno de los propósitos de Torrecilla en este año también ha sido la potenciación del área deportiva, una estructura muy debilitada en número durante anteriores etapas. Finalmente, este otoño ha podido aumentar esa organización con las incorporaciones de su hermano Toño Torrecilla y su colaborador de cabecera Javi López. Ambos trabajan ya a sueldo del club en labores de ojeo, captación, análisis… Junto a ellos, completa el área Álex Monserrate, en la secretaría técnica ya en la etapa de Lalo Arantegui.

El mercado invernal a las puertas constituye el próximo reto de Torrecilla. La delicada situación económica del club, el buen tono general del equipo y la creciente respuesta que con el paso de la temporada van ofreciendo algunas de sus apuestas de verano no sugieren grandes movimientos. Sobre la mesa, eso sí, tiene dos tareas fundamentales en las que el Zaragoza no ha movido pieza: las mejoras contractuales de Francho y Francés, dos piezas muy alejadas en la tabla salarial respecto a su rol real en el equipo.

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