A la espera de Mikel González, del mejor Mikel González

Después de 20 días de recuperación de su lesión muscular en la ingle, el central guipuzcoano puede significar el mejor refuerzo del Real Zaragoza en Albacete.

Mikel González juega la pelota en un entrenamiento en la Ciudad Deportiva.
A la espera de Mikel González, del mejor Mikel González
Aránzazu Navarro

Mikel González, del que se pensó hace dos semanas que no volvería al equipo hasta pasadas las vacaciones de Navidad a causa de su lesión muscular en la ingle, puede suponer este sábado en Albacete el mejor refuerzo para Natxo González y el equipo. El central vasco, el senior del puesto en el eje de la zaga desde su fichaje postrero al final de agosto, pese a que había perdido en cierta medida su nivel de solvencia individual cuando cayó lastimado en los aductores el 25 de noviembre ante el Reus, es el que más confianza ha generado en esa crucial posición en términos generales en lo que va de temporada. Y dentro de unas horas, en la siguiente cita liguera del Real Zaragoza, en campo albaceteño, Mikel puede reaparecer con antelación, respecto de los primeros diagnósticos, si se toma como referencia su positiva evolución física en los entrenamientos de toda esta semana.

Si Natxo pudiera recuperar al mejor Mikel González de súbito, el equipo estaría ante una de las grandes noticias de las últimas semanas. Se da la circunstancia de que el joven Verdasca va a ser baja forzosa, no ya en Albacete, sino también en Valladolid tres días después a causa de su expulsión ante el Cádiz. Si Mikel hubiera seguido fuera de órbita hasta enero, el dúo de centrales aptos se reducía a Grippo y Jesús Valentín para estos dos decisivos encuentros a domicilio. O sea, los dos menos utilizados durante el curso (dejando al margen al joven Zalaya, reintegrado en el filial hace dos meses), probablemente los dos que menos nivel han ofrecido, globalmente, cuando han tenido la opción de jugar en el equipo.

Mikel se antoja necesario para el dispositivo de cierre del Real Zaragoza en Albacete. Por su veteranía, por el halo de saber estar que desprende a los de su alrededor en partidos sin accidentes. El de Mondragón perdió en Huesca la onda de rendimiento regular que había dado hasta entonces. Y purgó por ello el día siguiente, pues Natxo lo dejó de suplente ante el Rayo (aunque entró en el descanso por un desdibujado y amonestado Verdasca, porque el entrenador ése día jugó a lo seguro con el portugués y evitó así riesgos de expulsión). Mikel volvió a salir en la foto movida y fea de Almería, lo que supuso la confirmación de que había perdido parte de su aura, inmerso eso sí en un mecanismo defensivo repleto de defectos en los 360 grados que giran sobre su posición. Y enseguida llegó su lesión muscular a mitad del primer tiempo en La Romareda en la visita del Reus.

Aún fuera de sintonía, Mikel nunca ha dejado muestras de errores groseros ni de bajonazos profundos en su rentabilidad como central. Descendió en contundencia y eficacia en las noches negras de todo el equipo, porque seguramente él solo no puede sujetar todo el andamiaje. Pero no es posible encontrar en sus credenciales pifias del tamaño de las de Valentín, Grippo o Verdasca. La regularidad de un futbolista de 32 años y con 12 campañas en la Real Sociedad (la mitad, su capitán) puede y debe ser ahora mismo agua bendita para la defensa zaragocista, tan necesitada de seguridad y poso.

Es una evidencia que a Natxo se le han extraviado, por hache o por be, varias de aquellas 'sensaciones' de agosto y septiembre que hicieron ilusionar a la gente del Real Zaragoza por tanto como prometían, pese a que entonces no lograsen la rentabilidad de las victorias como norma general. A Toquero se le secó la pólvora el día del Numancia. A Borja Iglesias nadie le ha podido reparar el punto de mira y se va a a ir a 2018 sin marcar un solo gol en jugada en La Romareda. A Febas, la efervescencia de su juego espumoso lo ha terminado perjudicando más que favoreciendo. El carácter guadianesco de Eguaras en la medular, en vez de rolar hacia fases de mayor regularidad, se ha ido hacia grandes espacios de ausencias y marros. Buff se olvidó de filtrar balones, entrar en el área, ocasionar llegadas de gol o armar contragolpes peligrosos y hace días que es una rémora en tierra de nadie. Benito (por su doble lesión) y Ángel Martínez pasaron hace muchas semanas de ser dos laterales hiperactivos por sus bandas a una fase de desaparición y mediocridad impropia del rol que auguraban.

Son solo algunos ejemplos (hay más) de piezas de mucho peso específico en el actual Real Zaragoza que andan por caminos inapropiados en las últimas jornadas de liga. Y, dentro de ese grupo de futbolistas con galones en el vestuario que han descendido peligrosamente su aportación individual al grupo, la figura de Mikel González puede ser la que más rentabilidad a cortó plazo le pueda ofrecer a Natxo en tiempos de problemas y dudas. Apuntalar la muralla defensiva ante la portería zaragocista, ser capaces de encajar el mínimo de goles posible, de mantener muchos partidos el guarismo 'cero' en el tanteador del rival, pasa por ser una de las cuestiones mollares para hacer revivir al equipo en la tabla. No hay que perder demasiados partidos más porque el cupo de la primera vuelta está más que cubierto si se quiere seguir aspirando a una clasificación noble al final del curso. Y, para ganar puntos de tres en tres, en fundamental que la defensa se asiente.

Mikel González es esperado como el santo advenimiento. Aquel Mikel sobresaliente de la noche de Oviedo (donde incluso marcó un gol en su faceta ofensiva), del día del Numancia, de la trabajada victoria en Lorca, del sostén ante el Osasuna en un segundo tiempo de sitio. Un Mikel que ayude a cancelar los accesos sencillos hacia el marco zaragocista, algo que está siendo el gran mal del equipo en los últimos tiempos de titubeos. Albacete parece ser el lugar elegido para su reaparición. La mala cabeza de Verdasca ha acelerado los tiempos.

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