Ratón cierra la puerta

El Real Zaragoza por fin encuentra la estabilidad bajo los palos con la aparición del joven portero. La decisiva aportación del guardameta gallego aumenta la solidez de la apuesta de César Láinez.

Jesús Valentín, Isaac y Zapater se felicitan tras el triunfo logrado ante el Mallorca.
Jesús Valentín, Isaac y Zapater se felicitan tras el triunfo logrado ante el Mallorca.
Raquel Labodía

Portería cero. O portería a cero. Valen las dos expresiones. Siempre que el número sea cero, claro. El cero, que siempre equivalió a nada, lo es todo o casi todo en la Segunda División. Allí, en ese territorio donde el gol constituye un tesoro, mantener la portería propia a cero representa un elemento esencial en la receta de la victoria. Qué mejor ejemplo que el último careo del Real Zaragoza, el del pasado domingo ante el Mallorca. La victoria quedará subrayada en las estadísticas por un remate de pillo de Ángel, allí en el segundo palo al córner botado por Lanzarote, exprimiendo la pifia de los espigados centrales baleares. Pero el gol de Ángel no habría alcanzado un valor superlativo, definitivo y definitorio en el tanteador, si el Real Zaragoza no hubiera cerrado su portería. El gol de Ángel fue más gol porque el Zaragoza no encajó. Y punto. Y tres puntos, mejor dicho.

En este Zaragoza de Láinez todavía en construcción tras la renovación permanente e inconsistente desarrollada primero por Milla y después por Agné, la aparición de Álvaro Ratón como valor estable en la portería agrega solidez a una apuesta ya avalada por ocho puntos sobre 12 disputados. Cuando lo esencial es sumar, y en estos momentos sin duda lo es para el Real Zaragoza, facturar el 66% de los puntos sacados a concurso es mucho sumar. El conjunto aragonés lo está consiguiendo porque intenta jugar más que el rival, porque se muestra más ambicioso. Ahora, como descubrimos el domingo, porque también sabe sellar su portería.

No es la primera vez que Ratón deja el portal a cero en esta nueva etapa de Láinez. Ya lo hizo en el estreno de César (y reestreno de Ratón), en el estadio Martínez Valero de Elche. Allí venció el Zaragoza por un clarísimo 0-3 y una menos clara segunda mitad en la que los ilicitanos merecieron marcar. Pero como los goles no se merecen, sino que se marcan, el Zaragoza atrapó tres puntos por un resultado rotundo. Tras un estreno marcado por el acierto rematador, el Zaragoza sumó un empate en La Romareda ante el Valladolid (1-1), en un partido en el que logró tener más posesión que en Elche, pero en el que finalizó con menos acierto. Marcó el Valladolid a la contra, plan habitual contra un equipo que asumió el esfuerzo creador.

El itinerario liguero continuó en Almería, donde tras adquirir una rápida y amplia ventaja (0-2), el Zaragoza no supo defenderla ni conservarla. Perdió el balón primero, y estuvo a punto de perder el partido después (2-2). «El portero ni nos ha dado ni nos ha quitado», dijo Láinez del encuentro, del resultado y de Ratón. Ciertamente cierto. Un punto y poco más. El pasado domingo fue distinto. En una cita trascendental, el Zaragoza por fin tapió la puerta de verdad. Ángel anotó un gol al que Ratón le dotó de una equivalencia de tres puntos merced a una intervención ante Lago Junior y a un paradón a un disparo rival envenenado por un rechace de José Enrique. El Zaragoza ganó un partido que puede y debe ser fundamental. Además, por fin mostró un argumento también fundamental: la certeza de que su portero también puede sumar puntos. Ese notable rédito obtuvo de la solvencia de un Ratón que dejó la portería a cero.

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