En un entrenamiento marcado por la felicidad y la calma en el espíritu de la plantilla del Real Zaragoza, Lluís Carreras no ha roto sus pautas habituales y ha llevado a los jugadores a la sala de vídeo para comentar diferentes asuntos durante 15 minutos antes de comenzar el trabajo sobre el césped. Dentro de esa rutina, esta vez envuelta en sonrisas y ambiente distendido fruto del magnífico triunfo cosechado ayer en Córdoba, han sobresalido dos conversaciones específicas del técnico catalán en la primera parte de la sesión preparatoria: una con los porteros, Manu Herrera y Bono y otra posterior con el centrocampista Erik Morán.

Cuando los jugadores han abandonado la sala de proyecciones de la Ciudad Deportiva y se han dirigido al campo, los dos guardametas han sido requeridos por Carreras, que estaba acompañado por el preparador de porteros, Mikel Insausti. A solas los cuatro, han abordado cuestiones relativas al trabajo de los especialistas del equipo, los arqueros, que viven un momento especial en este crucial hito de la competición ya que Herrera ha obtenido la titularidad por decisión técnica y Bono, fijo bajo los palos durante toda la primera vuelta -salvo en sus tres convocatorias con la selección de Marruecos-, ha pasado a ser el suplente.

Instantes después de concluir esta charla y ya sobre la hierba, Lluís Carreras ha llamado aparte a Erik Morán, con el que ha mantenido un diálogo de cinco minutos con evidentes gestos relativos a movimientos tácticos y con el balón, según desprendía la mímica del preparador catalán. Morán sigue siendo el pivote defensivo del equipo tras el cambio de entrenador, pero sus prestaciones deben modificarse en virtud de la llegada de los nuevos jugadores que lo acompañan ahora en la línea de medios: Culio y Javi Ros.

Carreras quiere ir introduciendo poco a poco a las nuevas incorporaciones en la dinámica del grupo pero sin que ninguna de las piezas veteranas se descarríe. En esa labor de gestión de colectivos está enfrascado día a día el barcelonés.