López Amaya, la secuela

En una inusual casualidad, el mismo árbitro que dirigió el duelo entre Zaragoza y Tenerife en la primera vuelta ha sido designado para el partido de la segunda.

López Amaya, la secuela
López Amaya, la secuela

Rara vez las segundas partes son buenas, así que la cosa se complica cuando la primera ya fue un horror: Juan Manuel López Amaya, sanitario de profesión, del Comité Andaluz, volverá a arbitrar el partido entre Real Zaragoza y Tenerife. Ya impartió la justicia a su manera en el mismo duelo de la primera vuelta, cuando el equipo canario se impuso 2-3 en La Romareda y le sancionó dos penaltis a los aragoneses.


Ya fue inusual aquello, que a un equipo local le pitaran en contra dos penaltis, en su casa, contra su afición y, además, al menos uno de ellos, causado por Borja Bastón, tan excesivo como las atrevidas formas con las que repartió faltas y otras decisiones disciplinarias.

Pero no deja de ser tampoco menos inusual lo que sucederá el domingo: que el comité técnico de árbitros, observadas las circunstancias de entonces y que tanto malestar provocaron en el Real Zaragoza, tuviera la casual e insólita ocurrencia de mandar al mismo colegiado a dirigir el mismo partido con los papeles cambiados, el Zaragoza de visitante, y el Tenerife de local.


Hace una vuelta del calendario, López Amaya puso La Romareda patas arriba. Su actitud sobre el campo, su forma de tratar a los futbolistas y de imponer su autoridad generó pequeñas hogueras durante un buen tramo del partido. Tiene fama López Amaya en el mundillo arbitral y entre los clubes de Segunda, adonde acaba de llegar desde Segunda B, de colegiado osado, de ‘echado para adelante’, de arrojado. Pero lo que terminó de quemar al equipo aragonés y de condicionar la que fue la primera derrota del Zaragoza en casa y el fin de una buena racha de siete partidos sin perder con Víctor Muñoz, fueron los dos penaltis señalados. El resumen fue el siguiente. En el minuto 54, sancionó un forcejeo en el área zaragocista de Borja Bastón con Carlos Ruiz en el lanzamiento de un saque de esquina. No era falta. Era una lucha por la posición de esas que tanto proliferan en ese tipo de jugadas. No hubo nada. Mucho menos penalti. Aquello rompió el ritmo de remontada del Real Zaragoza y levantó el 1-2 en el marcador.


A los diez minutos, en el 64, López Amaya volvió a correr hacia el punto de penalti, castigando un leve contacto de Rubén con Cristo Martín en un balón perdido en un lateral del área que se iba fuera. Existió contacto, pero la exageración de la caída en una acción muy dudosa resultó determinante.


Cuando hace unos días, en el Zaragoza se conoció la noticia de que López Amaya sería el árbitro, de nuevo, contra el Tenerife, la reacción fue de extrañeza y sorpresa. No es habitual que el mismo colegiado sea designado para el mismo duelo en los dos partidos de la temporada, aún menos si en el precedente hubo decisiones tan discutibles.


Pese a todo, Ranko Popovic trató ayer de reducir esta casualidad al hecho de anécdota. «Me da igual, nosotros no podemos influir en eso, así que no me preocupa. Nuestro comportamiento ha de estar por encima de todo.

Representamos a un club grande. Nunca podemos estar por encima de los límites del ‘fair play’, nuestra labor debe ser facilitarle las cosas con nuestro comportamiento y con juego limpio», indicó.


La carrera de López Amaya en el arbitraje no deja de ser peculiar. Nacido en Granada en 1977, tiene, pues, 38 años. A esa edad, en la trayectoria arbitral, lo normal es estar en la cuarta o quinta temporada en Segunda. Sin embargo, López Amaya es debutante esta campaña en la categoría. Este ascenso desde Segunda B a esas edades no es habitual dentro del sistema español de árbitros. López Amaya, en cambio, lo ha conseguido, después de una larga carrera en el fútbol regional andaluz y un paso de cinco años en Segunda B, le llegó la oportunidad en categoría profesional.