A estas alturas, agotadas ya las palabras y casi los razonamientos, resulta grotesco pretender afinar en el perfil del partido de este lunes ante el Celta. Cuatro meses después -¡cuatro meses después!- de su última victoria en San Mamés, el Real Zaragoza tiene que ganar de una vez. Alinear argumentos resulta ya casi patético; porque cada vez se almacenan más. Y la necesidad de ganar se ha convertido incluso en una obsesión, como reconocía hace unos días Paco Montañés. O sea que ya va siendo hora de ganar… incluso por una cuestión de salud mental.

Si alguno de los que han viajado a Vigo no percibe la dimensión del envite, que evite, por favor, salir al campo. Hoy se pide una mentalización absoluta, una entrega total, una exigencia personal que supere los límites. Es el marco en el que se solicita plantear el partido de Balaídos.

¿A qué pueden asirse los jugadores? Enorgullece ver el comportamiento de una afición que, de nuevo, ha mostrado su respaldo incondicional a la escuadra.Llevar en el corazón el escudo del Real Zaragoza es hoy, como viene ocurriendo en los últimos años, motivo de desencantos y sufrimiento. Una cita dolorosa cada fin de semana. Y, a pesar de todo, miles y miles de zaragocistas se empeñan por arropar y dar cariño a la escuadra, en busca de una reacción que nunca llega.

Sobran argumentos y falta convicción. Que los jugadores se miren de una vez en el espejo que le ofrece una afición admirable. Y a ganar de una vez…