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López Bueno: "Era el rey, pero, tras el Mundial, lo perdí todo"

Se cumplen 25 años del la conquista del Campeonato del Mundo del peso mosca del boxeador aragonés.

López Bueno, instantes después de ser declarado vencedor.
López Bueno, instantes después de ser declarado vencedor.
EFE

Hace unos meses, José Antonio López Bueno estaba dispuesto a cambiar su cinturón de campeón del mundo de peso mosca por un puesto de trabajo. El título que le concedió el exclusivo cinturón de rey mundial lo consiguió hace hoy 25 años, derrotando un día de San Jorge de 1999 al mexicano Rubén Sánchez por KO en tercer asalto en un pabellón Príncipe Felipe a rebosar. Fue la cima de un boxeador que no perdió, sino se perdió, que parece lo mismo pero no es igual: fue desposeído del título por incomparecencia. Antes de la abdicación, hubo una historia que hay que contar. Él mismo la cuenta. “Vivía en el barrio de Torrero, en la calle Lugo. Corría el año 1974. Éramos siete hermanos. Mis padres se separaron y con siete años me ingresaron en el internado de San Viator. Yo no era un delincuente, aunque alguno se hacía delincuente allí. Luego fui al colegio Luis Vives y a Puerta Sancho. Después comencé a estudiar Formación Profesional, aunque a mí no me gustaba estudiar y lo dejé en el primer curso. Comencé a trabajar de fontanero, de repartidor, de albañil en la obra, de lo que podía. También comencé a salir con los amigos. Eran buenos chicos, aunque pronto se metieron en problemas. Con 15 años, nos apuntamos al gimnasio de la federación, en la calle Cánovas. Queríamos estar cachas, saber dar puñetazos bien dados”, explicó.

Una tarde apareció por el gimnasio Agustín Plou. Quería ponerse en forma, Agustín. O quizás había quedado con Perico Fernández. Quién sabe... El caso es que Agustín observó cómo soltaba los brazos un chavalito que no levantaba tres palmos del suelo. "Agustín vio condiciones en mí. Pronto empezamos a entrenar. Las cosas fueron rodadas. A los 15 días hice mi primera exhibición en La Almozara, en el campo del Ebro. Al mes y medio, ya estaba entre los mejores del peso minimosca. Agustín estaba muy encima. Me quería tener cerca y comencé a trabajar en su bar en unas fiestas del Pilar cuando yo solo tenía 16 años. Agustín consiguió aislarme del ambiente en que estaba. Lamentablemente, a algunos amigos no les fue bien después. Éramos unos chavales, no sabíamos de qué iba la vida... Y no todos tuvieron la ayuda necesaria para salir de ese mundo", continúó López Bueno.

El salto a la cima fue meteórico: “Debuté como profesional el 14 de julio de 1994. Muy pronto fui campeón de España. Retuve tres veces el título nacional. Después llegó el título latino y el intercontinental. Así llegó al gran día, el 23 de abril de 1999, el día de San Jorge, cuando le gané por KO el Campeonato del Mundo del peso mosca al mexicano Rubén Sánchez en el pabellón Príncipe Felipe”. Hoy se cumplen 25 años del hito. El propio López Bueno narró la pelea. “No hubo color, lo reventé desde el primer instante. Yo me encontraba en gran forma en ese instante”, reiteró López Bueno.

Al igual que Perico Fernández, López Bueno fue capaz de retener el título. “Conservé la corona al vencer en Málaga dos meses después a Gerassimov», subrayó el campeón, antes de detallar el dato más curioso de su carrera: a López Bueno no le arrebató el título mundial nadie, lo perdió por incomparecencia. «Sufrí una caída con la moto en el paseo de Calanda. Me lesioné en el tobillo. Pasaron las semanas, los meses, y el título no se puso en juego en el tiempo establecido. Me equivoqué y lo pagué. Después, ya nada volvió a ser igual. Fue un pena. Fueron unos años muy buenos. Había televisión. Búfalo y después Sousa hicieron buenos contratos con Canal Plus para Óscar García Cano. Ya hace mucho tiempo de eso, pero es cierto que dejé pasar una gran oportunidad», se lamentó López Bueno.

Su retahíla de lamentos no termina aquí. «Era el rey, pero, tras el Mundial, lo perdí todo. Perdí carrera, entrenador... También, la casa en Prados del Rey, pues no podía pagar la hipoteca. También lo dejé con la novia, Violeta. Unos meses después, conocí a Oksana en el gimnasio Seúl, donde yo daba clases. Me casé y con ella tuve tres hijos: Isaac, Ruslan y Valeria. Mi actual mujer se llama Sofía. Sigo peleando por la vida. Sufro cuando me entero de que a mis amigos de la pandilla de chavales les ha ido mal. Yo lo intentaré hasta el final. Y aquí me tiene, saliendo de un agujero y entrando en otro. Me retiré definitivamente en 2010. Ahora solo me queda seguir luchando hasta el final», concluyó el rey que hoy hace 25 años se sentó en el trono.

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