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López Bueno: "He dado mucho por el boxeo, pero ahora nadie me apoya"

El excampeón del mundo del peso mosca reclama respaldos para desarrollar su labor.

López Bueno, con el cinturón y los guantes de campeón del mundo.
López Bueno, con el cinturón y los guantes de campeón del mundo.
Guillermo Mestre

Le vi mosqueado el otro día. Tenía cosas que contar. Aquí estamos, campeón. Cuente, por favor.

Muchas gracias por lo de campeón, siendo excampeón.

A usted nadie le ganó. El título no lo perdió en el cuadrilátero, que yo sepa.

Eso es rigurosamente cierto. Me lo quitaron en los despachos. No peleé porque sufría una enfermedad. Incluso presenté dos partes médicos. No me hicieron ni caso.

Todo fue diferente a partir de ese momento.

Claro. No es lo mismo ser campeón del mundo que no serlo (sonríe).

Tenía cosas que contar, decía.

El caso es que no me hacen caso. Que quiero trabajar, que me siento útil, pero nadie me apoya. He dado mucho por el boxeo y ahora nadie me apoya.

¿A quién se refiere?

A las instituciones. Es más, estoy recibiendo más zancadillas que apoyos. En estos momentos, estoy entrenando en el gimnasio Wha Rang, en la calle Sevilla. Cuando llegó la pandemia, entrenaba en el Embarcadero. Antes tuve una gran instalación. Necesito medios. Pienso que soy capaz de formar a grandes promesas como ahora tenemos en Aragón. La gente quiere practicar el boxeo más que nunca. Esto es lo que quería decir. Mi vida ha sido dura...

Ciertamente, nadie la regaló absolutamente nada.

Vivía de niño en la calle Lugo, en Torrero. Éramos siete hermanos. Mis padres se separaron y cinco hermanos fuimos al internado de San Viator. Allí estuve un tiempo hasta que salí con 15 años. Mi padre trabajaba de camionero. Venía a casa cuando podía.

¿Cómo se introdujo en el boxeo?

Por mis amigos. Sobre todo, por David Morales. Aunque a mí lo que me gustaba de verdad eran las artes marciales. Bruce Lee era mi ídolo de niño.

¿Por qué no le dio por practicar kárate o judo?

Porque no tenía dinero para apuntarme a los gimnasios de artes marciales. En boxeo, el gimnasio de la Federación Aragonesa, en la calle Cánovas, era gratis. Allí comencé a entrenar a los 15 años con Juan Peña.

Su vida cambió cuando conoció a Agustín Plou.

Fue mi entrenador. La verdad es que me ayudó muchísimo.

Recuerdo a Agustín, contándome en el Bataclán que estaba entrenando a un futuro campeón de mundo...

Se volcó conmigo. Trabajé a tope con él. Me enseñó muchísimo a todos los niveles. Hasta me metió a trabajar en su pub, el Bataclán.

Y tocó el cielo…

Debute como profesional en 1994, frente Juan Carlos Díaz Quesada, al que derroté. Después llegó el campeonato del mundo hispano, el campeonato de España y el título mundial del peso mosca. También, el título Latino de la WBO y Euroafricano por la CBA.

Su gran día fue el 23 de abril de 1999, el día de San Jorge.

Me medí con el mexicano Rubén Sánchez con el título mundial mosca en juego. Vencí por KO en tres asaltos y me convertí en campeón mundial del peso mosca versión WBO. La primera defensa fue en Málaga frente al ruso Igor Gerassimov, al que vencí por KO técnico en 7 asaltos.

Y aquí vino el lío…

Así es. La siguiente defensa, que era la obligatoria, la tenía que haber hecho frente al portorriqueño José ‘Carita’ López, pero una lesión me impidió realizar el combate y fui desposeído de su título.

Perdió mucho dinero…

Mucho. Televisión, derechos…

Medalla de Bronce de la Orden del Mérito Deportivo concedida por la Casa Real y el Consejo Superior de Deportes. También las instituciones aragonesas... Le han tributado muchos homenajes.

Muchos homenajes, muchos abrazos, muchos consejos… Pero lo que yo necesito son medios, apoyos reales para desarrollar mi trabajo, que es el boxeo. Pienso que puedo ayudar a los boxeadores jóvenes, pero necesitamos instalaciones, medios. Si no, es imposible realizar cualquier labor.

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