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Deporte a los setenta y tantos

Javier Álvarez (70 años) y Armando Pablo (78) siguen jugando al fútbol sala y al padel con asiduidad. Ambos comenzaron en el campo grande, en el fútbol 11, 

Javier Álvarez y Armando Pablo, con la indumentaria de fútbol sala y pádel.
Javier Álvarez y Armando Pablo, con la indumentaria de fútbol sala y pádel.
Heraldo

Qué lejos queda aquella mañana del 11 de noviembre de 1973 en la que Javier Álvarez despertó a su mujer de la noche de bodas para llevarla a un partido de la UD Arrabal. Se habían acostado a las tres; apenas habían dormido cuatro horas tras bailar y bailar en la antigua Caliera; pero ya se sabe que el fútbol es lo primero. Mari Carmen se acababa de casar con Javier… y con el balón. Aquel recuerdo en el campo de San Antonio es el primero de los muchos que guardan en torno al deporte rey. Y los que quedan… Porque Javier, que en julio cumplirá 71 años, sigue jugando en el equipo de su hijo.

Se retirará él antes que yo”, asegura Álvarez, que siempre fue defensa central pero actualmente, debido a las circunstancias, ha retrasado su posición hasta la portería. “Me cansé de que faltasen los que jugaban de portero y les dije que me pondría yo, que casi siempre estoy”, explica.

Después de toda una vida jugando a fútbol 11 con la UD Arrabal, Javier pasó al campo pequeño cuando se fundó la Liga Delicias, ahora fusionada con la MLA. Defiende los colores del Dinamo Salduba y, como es lógico, se enfrenta a rivales a los que saca 30, 40 o hasta 50 años de diferencia.

En mis comienzos me llamaban el tirillas, pero luego crecí, me puse fuerte, y siempre me he definido por mi físico. Cuando jugaba de central sobresalía por eso y en el fútbol sala, antes de tener que ponerme de portero, también me decían los rivales que era una roca”, presume este cántabro de nacimiento y zaragozano de adopción, y adelanta que le queda cuerda para rato. 

“Mientras me aguanten las piernas, ahí estaré. El fútbol ha sido mi gran pasión y me niego a que esto se acabe”, completa quien, por pocos años, no coincidió en los terrenos de juego con otro ‘loco’ del deporte para el que la edad es un simple dígito (o dos).

Camino de los 78 años, Armando Pablo sigue conservando el fondo físico que obtuvo en su etapa como semiprofesional. A finales de los años 60 militó en el Arenas; después pasó por el Calvo Sotelo de Escatrón; y llegó a hacer alguna pretemporada con el Andorra que por aquel entonces dirigía Matamala. Una lesión muscular de diagnóstico incierto le obligó a dejar el fútbol, pero no la actividad deportiva. Se pasó a la raqueta, para jugar al tenis primero y al pádel después, cuando sus piernas requerían “algo menos de recorrido”.

En su cartera guarda el carné de socio número 1 de Pádel Zaragoza, donde acude una vez por semana. “Los martes voy allí, y los jueves al Olivar. Ahora me gustan más dar clases que jugar partidos completos porque siento que condiciono un poco a los chicos con los que juego, que corren más que yo”, explica Armando, y reconoce que en las pistas despierta cierta atención.

“No es habitual ver a alguien tan mayor por ahí, pero todavía tengo buen nivel. Llevo jugando desde que abrieron las primeras instalaciones aquí, y he hecho buena muñeca”, añade quien, de vez en cuando, se sigue apostando algún almuerzo con los jóvenes. “Como tengo tiempo, puedo elegir cuando juego; prefiero que sea temprano y echar la mañana. Y ahora que marcho unos días a la playa también jugaré con un grupete que tengo allí”, adelanta.

Javier y Armando; Armando y Javier. Quien diga que el deporte no es sano que les pregunte a estos dos titanes. Los setenta y tantos son los nuevos veinte... Y Javier sigue, después de todo, con su querida Mari Carmen. 

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