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El entrenador más longevo de la élite aragonesa deja el banquillo por el "abandono institucional" al club

Fran Orizo abandona el cargo al frente de la Escuela Waterpolo Zaragoza después de 27 temporadas en el puesto y un total de 38 años en la entidad. "De tanto pedir, creo que le estoy cerrando las puertas al club", asegura. 

Fran Orizo, durante un tiempo muerto de esta temporada con el Escuela Waterpolo Zaragoza.
Fran Orizo, durante un tiempo muerto de esta temporada con el Escuela Waterpolo Zaragoza.
Francisco Jiménez

Fran Orizo, el técnico más longevo de la élite del deporte aragonés, se despidió este fin de semana de su cargo como primer entrenador de la Escuela Waterpolo Zaragoza (EWZ). Orizo deja el banquillo tras 27 temporadas en el puesto y un total de 38 años en el club. Un mito del waterpolo zaragozano que se marcha dolido por el abandono institucional a la veterana entidad en los últimos dos años y que ubica el foco de su salida en el descenso de las subvenciones públicas que, en tiempos de crisis por la covid, han dejado al club al borde del ahogamiento financiero.

En concreto, el Gobierno de Aragón ha pasado de ayudar al club con 90.000 euros hace dos años con los 22.000 de actual ejercicio. Un notable descenso que ha obligado al club a replantearse la continuidad de la figura del entrenador profesional o a hipotecar al céntimo las cuentas de la próxima temporada. De hecho, este curso no han podido utilizar la Piscina de Bomberos, entrenando en piscinas públicas y jugando sus partidos en el Stadium Casablanca, lo que también ha multiplicado los gastos. 

"Me voy, primero, porque así el club no tiene que soportar el coste económico de mantener a un entrenador profesional y, segundo, porque creo que no he sabido vender un proyecto que, para mí, es la bomba. No soy objetivo pero creo que el proyecto del Escuela Waterpolo Zaragoza es maravilloso. Me marcho por el abandono institucional a la entidad, un abandono que desde luego no merece", asegura con franqueza el zaragozano, que comenzó su andadura en el club en 1984 y que desde 1994 dirige al primer equipo.

"Quizá la culpa es mía porque no he sabido vender lo importante que es este proyecto. Nunca vamos a ser campeonas de liga, pero que el 90% de nuestra plantilla es aragonesa tiene un valor incalculable. En un deporte minoritario como el nuestro es el gran reto y nosotros lo hemos conseguido", relata con amargura. Orizo viene sopesando su adiós desde el pasado verano, cuando el club le comunicó que iba a ser complicado sujetar la figura de un entrenador profesional en las actuales circunstancias económicas. "Ya en la reunión de pretemporada del año pasado, el club me comunicó que, con la reducción de subvenciones, iba a ser complicado mantener a un entrenador profesional. Desde ese momento le he dado vueltas a la cabeza. Es una decisión dura, pero muy meditada", asume.

Una situación "insostenible"

"Se ha juntado una bajada espectacular de ingresos con una notable subida de gastos. El club ha intentado hacer un esfuerzo para que siguiera un año más, pero eso suponía que nos íbamos a quedar sin margen de maniobra. Cualquier contratiempo iba a suponer vivir al límite y no cuadrar las cuentas. Era insostenible", lamenta antes de asegurar que, incluso, su figura podía ser contraproducente en la relación con las instituciones públicas. "Moralmente estoy vacío, creo que ya no le aporto nada a este proyecto. De tanto pedir, creo que le estoy cerrando las puertas al club. Ser tan reivindicativo, se está volviendo en contra del club. Yo no puedo aportar más y creo que soy más un lastre que otra cosa. Las jugadoras y el club se han empleado a fondo y creo que no se está siendo justo con ellos", asegura con dureza.

Orizo, que ha vivido en su piel toda la evolución de la Escuela Waterpolo Zaragoza desde sus orígenes hasta su consolidación en la élite, se queda con los recuerdos y las vivencias personales por encima de los éxitos de un equipo que llegó a competir en Europa durante dos temporadas. "El waterpolo me lo ha dado todo. Mis mejores amigos, que somos como hermanos, han salido del club. Mi mujer, Ana, era exjugadora mía y con ella tengo dos hijos maravillosos. Ha sido mi trabajo durante todo este tiempo. No le puedo pedir más al club ni al waterpolo. Ha sido mi vida desde los 10 años", relata emocionado.

Ahora, Orizo seguirá con su vida a la espera de un nuevo futuro que de momento es incierto. Su relevo en el cargo será Paula Esteban, hasta la fecha entrenadora del filial. Ella, de momento, no tendrá cargo de profesional, lo que aliviará notablemente las arcas de la entidad. "Estoy seguro de que lo va a hacer fenomenal y ojalá sepa vender mejor que yo este proyecto fantástico", remata Orizo en su amarga despedida.

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