La meca de Cani

El Zaragoza busca un triunfo en Oviedo, donde el de Torrero rompió su cascarón de genio hace 14 años.

A la izquierda, Cani marca el 0-1 en el Carlos Tartiere en marzo de 2003 (el defensa del Oviedo es Paredes). A la derecha, el joven Cani es felicitado por Espadas a la conclusión de aquel recordado partido.
A la izquierda, Cani marca el 0-1 en el Carlos Tartiere en marzo de 2003 (el defensa del Oviedo es Paredes). A la derecha, el joven Cani es felicitado por Espadas a la conclusión de aquel recordado partido.
Oliver Duch

El Zaragoza solicitará esta noche en Oviedo el sello definitivo a la permanencia. A cambio, le exigen una victoria, un triunfo que ponga final a su dinámica de tres partidos sin ganar y zanje de una vez por todas una temporada mediocre, tensa y gris. Enfrente, tendrá un rival venido a menos con la primavera, aunque con suficientes argumentos para sacarle del carril. Un equipo en el que Hierro pone la firma, pero en el que la teoría y las líneas de la pizarra pertenecen a su segundo, Julián Calero. El Oviedo presenta los modos de un juego clásico, con mucho tráfico por las bandas, verticalidad, extremos puros, bombeo lateral de balones y un delantero con comportamiento de ariete como Toché. La amenaza la suscribe también el balón parado, con un especialista en la ejecución como Susaeta y un ramillete de buenos cabeceadores como Torró, David Costas, Christian Fernández, Héctor Verdes…

El Zaragoza conoce así de dónde le llegará el peligro. No se esperan grandes cambio en la formación de Láinez, más allá del regreso en la convocatoria de Cani. No apunta a titular el veterano capitán, aunque en su caso Oviedo no se trate de un lugar más.

El Nuevo Carlos Tartiere es la meca de Cani, el estadio en donde irrumpió como un avión hace 14 años para liderar el punto de inflexión de un Zaragoza que también purgaba penas en Segunda División y que, a partir de ese día, cogió velocidad de crucero hacia el ascenso con Paco Flores al mando.

Aquel día, un 23 de marzo de 2003 en horario matinal, Cani se expresó con la apoteósica contundencia que caracterizaría sus mejores días en el fútbol. Un jugador distinto, alimentado por la genialidad: para el recuerdo queda el mágico gol del 0-1 (el Zaragoza venció 0-2), en el minuto 15, en complicidad con Ibán Espadas, el otro aporte de frescura que salió de aquella mañana ovetense. El delantero vasco le devolvió un taconazo, Cani dejó tirada a media defensa local entre sedosos amagos y letales recortes, y la tocó con suavidad en dirección a gol.

Al descaro de Cani solo lo habían dejado en libertad aquel año, tras su portentoso debut con el primer equipo con el célebre caño a Reiziger, en 5 partidos como titular y algún rato suelto más. Pero, coronado en Oviedo, el canterano se convirtió en la sonrisa de la reacción de un Zaragoza que acabó en Primera. El resto de la historia de Cani es conocido. Ahora, ya crepuscular, aguardará minutos en una cita crucial para el equipo aragonés.

En Zaragoza, se quedó Samaras, con problemas físicos, y en la alineación de Láinez no se esperan grandes cambios, el regreso de Isaac al lateral derecho y poco más.

Durante la temporada, la meca de Cani, Oviedo ha significado un reducto de primer orden, el escenario en el que el conjunto de Fernando Hierro ha apoyado sus aspiraciones de promoción de ascenso. Sus prestaciones locales han sido sobresalientes. Los asturianos llegaron a enlazar una racha de siete victorias consecutivas como local desde enero hasta abril, rota por un empate del Huesca. Sigue siendo la segunda escuadra que más puntos ha amasado ante su público (40, sólo superado por el Levante con 51, y empatado con Girona y Getafe) y también el segundo que menos goles ha encajado (doce en diecinueve encuentros).

Sin embargo, este influjo parece haberse diluido en las últimas cinco jornadas, un lapso en el que sólo ha sumado dos puntos en cinco encuentros, en dos de los cuales ejerció de anfitrión (por siete del Zaragoza). A las mencionadas tablas firmadas por el Huesca el 21 de abril (1-1), se unió el sorprendente asalto perpetrado por un Alcorcón sumido en la lucha contra el descenso.

De este modo, los de Láinez visitan el Tartiere en un buen momento. Fernando Hierro tiene las dudas de Verdés -con molestias- y David Fernández, que arrastra una sobrecarga en un gemelo y no ha trabajado toda la semana con el grupo, que no serán resueltas hasta el mismo sábado.

La ausencia de David Fernández ha sido por "precaución", por lo que todo apunta a que será la pareja de Costas en el centro de la defensa en un once en el que podrían haberse hecho un hueco Carlos de Pena y Nando, dos de los mejores jugadores en la primera parte ante el Nástic.

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