Los barrios consolidados acumulan la mayor parte de las quejas por barreras arquitectónicas

Las Delicias, Las Fuentes, Torrero o San José son los distritos donde más rebajes de bordillos quedan pendientes.
Los presupuestos para la mejora de viales se han desplomado y muchos edificios públicos siguen sin ser accesibles

El juzgado de guardia de Ranillas incorpora una nueva rampa.
Los barrios consolidados acumulan la mayor parte de las quejas por barreras arquitectónicas
José Miguel Marco

Lejos de las (literales) millonadas que se dedicaban hace cinco años, la inversión en supresión de barreras arquitectónicas ha caído en picado y se ha visto supeditada a reformas genéricas de viales. Atrás quedaron las llamadas ‘operaciones aceras’ y, por ejemplo, los 6 millones de euros que se repartieron entre 2007 y 2008 para erradicar trabas a la movilidad. Este año no hay una partida específica a tal efecto (apenas 215.000 euros para ‘mejorar viales’) y son los llamados barrios consolidados –los proyectados en los años 60 y 70– los que más sufren la persistencia de aceras estrechas y bordillos sin rebajar. En la construcción de aquellos años no existían códigos de edificación con normativa sobre accesibilidad y los mayores de Las Fuentes, Torrero o San José lamentan los desniveles y escalones casi insalvables que aún persisten en sus calles.


En barrios como el Actur, Valdespartera o Parque Goya acostumbran a verse sillas de ruedas por estar correctamente adaptados, pero Oliver o Las Delicias son harina de otro costal. Corregir las calles requiere una gran inversión (en Zaragoza hay más de cinco millones de metros cuadrados de aceras) y aunque en 2009 y 2010 gracias a los planes especiales de empleo (Plan E y el FEIL) se realizaron importantes esfuerzos, en los últimos años apenas las calles situadas en el eje del tranvía se ha beneficiado de mejoras urbanas.


La excepción que confirma la regla son las obras que se vienen realizando en Federico Ozanam (80.000 euros para ampliar aceras) o el reciente lavado de cara de la avenida Cataluña, donde también se rebajaron bordillos. Actuaciones exiguas, en comparación con los casi diez millones de euros que se destinaron a la supresión de barreras arquitectónicas entre 2005 y 2010.Quince años de la ordenanza

Esta semana UPyD-Zaragoza publicó un informe sobre los ‘obstáculos en la vía pública’ e instó al Ayuntamiento a que aplique la ordenanza que regula la eliminación de barreras urbanísticas, establecida en 1999, porque la accesibilidad «sigue siendo una asignatura pendiente». La formación magenta, que no cuenta con representación municipal, cree que quince años son «más que suficientes» para cumplir la norma y adaptar calles y edificios a las necesidades cotidianas de los vecinos.


Así, y aunque Zaragoza en accesibilidad sale mejor parada que muchas otras ciudades, sí continúan existiendo en calles, parques y plazas, que complican los desplazamientos a las personas con movilidad reducida. Colectivos como la Fundación de Disminuidos Físicos de Aragón señalan que es precisamente en los edificios públicos, «en los que deberían dar ejemplo», en donde más problemas se encuentran. 


José Miguel Monserrate, presidente de DFA, apunta que en la Ciudad de la Justicia –de nueva construcción– podrían haberse hecho mejor las cosas y que el Auditorio continúa sin ser del todo accesible porque los minusválidos solo pueden entrar a la sala Mozart, «en donde se nos sitúa en un pasillo de evacuación proyectado para casos de incendio». También anotan las complicaciones en el Mercado Central, en el edificio de Correos y en el Palacio de Deportes, porque la reforma que se hizo en 2010 para modernizar ‘el Huevo’ no suprimió las barreras arquitectónicas y los discapacitados siguen teniendo que entrar «por una gatera», según denuncian.


«A pesar de todo, preferimos centrarnos en ejemplos de buenas prácticas como es la reciente creación de la rampa que salva los diez peldaños de la entrada principal del Paraninfo», explica Monserrate. La plataforma, además de quedar perfectamente integrada entre las jardineras del edificio de Ricardo Magdalena, tiene un gran uso también para aquellas personas que portan carritos de bebé y que antes tenían que avisar a conserjería y rodear el edificio para acceder por su parte trasera. En el caso de SanJuan de los Panetes, que acaba de estrenar una nueva escalinata, el proyecto incluía un pequeño elevador en el lateral que queda junto al Torreón de la Zuda. Sin embargo, los minusválidos no son partidarios de estas soluciones porque «se estropean, hay que avisar para activarlos, no sirven para personas con muletas...». Así, al final, se acordó con los responsables de la reforma (la sociedad de Los Tranvías) que cuando haya disponibilidad económica se prolongue la rampa ya existente en la oficina de Turismo hasta las puertas de la iglesia.