Ateca reúne figuras carnavalescas de la frontera con Castilla

La localidad de la Comunidad de Calatayud celebra la segunda edición de una cita que reúne a personajes de las representaciones de un territorio interprovincial

Los zarrones de la localidad de Borobia se cubren la cabeza con una cesta con cuernos y tiran paja
Los zarrones de la localidad de Borobia se cubren la cabeza con una cesta con cuernos y tiran paja
Macipe

Ateca se ha vestido de Carnaval a finales de abril para recibir a las figuras tradicionales de esta festividad de la Raya castellano aragonesa. Es la segunda edición de este encuentro enmarcado en el programa de la semana cultural de esta localidad de la Comunidad de Calatayud. Una iniciativa que muestra cómo este territorio interprovincial, un espacio rayano, comparte fiestas y tradiciones que reflejan una vida en común y los lazos que unen a las poblaciones de un lado y otro de esa imperceptible línea territorial.

Así, por las calles atecanas se ha podido ver a los zarrones de Borobia, del Moncayo soriano. Los zarrones son seres mitológicos cargados de misterio y surgidos de la cultura pastoril que van vestidos con pieles y llevan la cabeza cubierta por una cesta con cuernos. En algunas de sus apariciones tiran paja. a veces mezclada con ceniza, que llevan en un gran saco.

Se han unido a la máscara local, que ejerce de buzón del pueblo en sus apariciones estelares. Pese a conocerse como máscara lleva la cara al descubierto y se reconoce por su traje de tela con franjas verticales de color rojo y amarillo, compuesto por pantalón, chaqueta y gorro de casquete, rematados en picos de cuyos extremos prenden pequeños cascabeles.

También han participado los protagonistas de los carnavales de la localidad turolense de Luco de Jiloca. Los más importantes y con mayor tradición son los zarragones, de carácter alegre y grotesco. Con una indumentaria a base de telas de saco o de arpillera, que les cubren todo el cuerpo, mientras que la cara es cubierta por una máscara. También se colocan una chaqueta vieja y, sobre esta, la tela de saco. Entre ambas se dispone un relleno de paja o bien un cojín, formando una gran chepa que deforma aún más su figura. A ellos se suman los diablos, sus antagónicos, que representan el lado oscuro y siniestro, con sayas negras viejas, una camisa blanca y la cara pintada totalmente de negro. Las madamas, la versión femenina, completan el retablo.

El espectáculo mágico que es la Contradanza de Cetina también ha estado presente con sus danzantes, que lucen un traje negro con trazos blancos asemejando un esqueleto, excepto el diablo, que viste de rojo.

Este encuentro que surge de las rutas y de las actividades del instituto Zaurín de Ateca en el programa didáctico Luzía Dueso para difundir el aragonés en los centros educativos.

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