Inmobiliaria

El restaurante de Zaragoza que pudo ser una discoteca y acabará siendo un gimnasio

Este conocido local ha pasado por varias manos y finalmente se transformará en un centro 'fitness'.

Una imagen de archivo de una celebración en el interior de La cuna del cierzo.
Una imagen de archivo de una celebración en el interior de La cuna del cierzo.
Facebook / La cuna del cierzo

Hace varios años que un restaurante con alma de sala de fiestas se daba a conocer en Zaragoza. Los vecinos del barrio del Actur temían que en aquel amplio local se instalara una discoteca que pudiera crear un entorno conflictivo en una zona de lo más tranquila. En su lugar, nació un salón multidisciplinar, que sirvió para bodas, grandes celebraciones, rica comida e incluso fiestas. Su historia acabó hace más de un año y, en un futuro próximo, se transformará en un gimnasio.

La cuna del cierzo, el conocido restaurante del citado distrito de la margen izquierda, sufrirá en los próximos meses una transformación en un centro de la cadena Fitness Park, que abrirá su tercer gimnasio en Zaragoza. Pero la historia de este local tiene su aquel. Antes de ser salón para diversas celebraciones, en la avenida de María Zambrano, número 50, los vecinos se manifestaban una y otra vez ya que en ese edificio en el que se proyectaba una discoteca, además de en otros seis terrenos del barrio, calificados como de uso cultural y espectáculos, pudieran instalarse este tipo de salas de fiesta.

Fue en torno al 2005 cuando el Ayuntamiento aprobó una moción para modificar el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) y evitar que se instalara una discoteca en lo que antaño se denominaba El corral del pollo, un restaurante que cerró. Los vecinos ganaron la batalla y a este local solo se le podía dar un uso cultural y transformarse en un cine, un teatro o incluso un restaurante. Mientras, el grupo inmobiliario Nidalia adquirió el edificio con el objetivo de hacer oficinas. Tras el cambio del Consistorio, no pudo ser y las familias del Actur reivindicaron algunos equipamientos necesarios que podían emplazarse allí, como un centro cultural, uno de mayores, una escuela infantil o un centro médico de especialidades.

El exterior del restaurante, este jueves, con el cartel de los garajes a la venta.
El exterior del restaurante, este jueves, con el cartel de los garajes a la venta.
Oliver Duch
La entrada de La cuna del cierzo. Su fachada cambiará de color y el logotipo será sustituido.
La entrada de La cuna del cierzo. Su fachada cambiará de color y el logotipo será sustituido.
Oliver Duch

Su destino fue bien distinto: en 2006, cuando todavía no pasaba siquiera el tranvía, se inauguró Domo, un espacio destinado a los amantes del deporte. Tuvo una "macroinauguración" por todo lo alto, con la presencia de exfutbolistas como Cani, Zapater y Alberto Belsué, el exboxeador Escriche, el también pújil López Bueno, el jugador de baloncesto Vidaurreta y Borja Fernández, del CAI Balonmano. Había pantallas gigantes para disfrutar de los partidos y una zona de bar para celebrar los resultados.

La idea no cuajó y el local cambió de manos hasta llegar a la denominada La cuna del cierzo, un salón con alma de restaurante y de sala de fiestas. Todavía pueden encontrarse sus recuerdos en internet y en sus redes sociales. Numerosos zaragozanos han celebrado bodas, cumpleaños y acontecimientos en este local de dos plantas y un pequeño aparcamiento.

Con el paso de los años las quejas llegaron. Paco Lázaro, presidente de la asociación de vecinos del Actur, recuerda cómo el local cumplía las condiciones para ser una discoteca, ya que estaba insonorizado. "Lo que nos dio miedo es lo que se podía generar alrededor. Más 'pubs', botellones, mucho ruido...", explica. No fue así con la llegada del restaurante, pero pasado un tiempo algunos vecinos se quejaron de los altos decibelios que salían de la sala.

El Ayuntamiento sancionó en varias ocasiones a La cuna del cierzo hasta que en octubre de 2022 se aprobó un expediente por el que se clausuraba el local al incumplir reiteradamente la normativa y ejercer actividades para las que no tenía licencia. De hecho, en este informe se detallaba que se ejercía un uso más propio de una sala de fiestas sin tener tal licencia.

En su momento, la Policía Local constató que la música que salía del inmueble superaba en 12 decibelios el límite, por lo que fue sancionado numerosas veces tras las quejas de los vecinos. En Trip Advisor, la última reseña que consta es la de una ciudadana que pide el cierre de este restaurante por organizar fiestas cuando se suponía que estaba cerrado.

Tras la clausura, el inmueble se puso a la venta y los habitantes de la zona curioseaban a través de los característicos ventanales, debatiendo qué otro empleo se le podía dar. Su futuro ahora está claro: una cadena francesa instalará un gimnasio en los próximos meses tras una inversión que ronda los dos millones de euros. Ya disponen de la licencia, visible en la parte exterior del edificio, y sus cristales se han teñido de color blanco para ocultar su interior. 

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