Un profesor de inglés confiesa que abusó de tres alumnas en Zaragoza
El docente ha indemnizado a las víctimas, de 11 y 12 años cuando ocurrieron a los hechos, y ha logrado reducir la pena.
Se enfrentaba a una pena de quince años de prisión, pero con toda seguridad no la pisará. El ciudadano de origen británico Spencer Paul Tarrant iba a ser juzgado este lunes en la Audiencia Provincial de Zaragoza como presunto autor de tres delitos continuados de abuso sexual a menores.
Provisionalmente, la Fiscalía solicitaba cinco años de cárcel por cada uno, así como una indemnización por los daños morales causados de 25.000 euros para una de las niñas, que tuvo que recibir tratamiento psicológico, y de 10.000 para cada una de las otras dos. La acusación particular pedía similar pena de cárcel, aunque elevaba la cuantía de las indemnizaciones a 30.000 y 12.000 euros.
Pero el pago adelantado de estas cantidades a las víctimas y la confesión de la autoría de los hechos permitió que la Fiscalía, la acusación particular, a cargo de la abogada María Asunción Perea, y la defensa, ejercida por el letrado Javier Osés, alcanzaran hace unos días un acuerdo que ha hecho innecesario que este lunes se celebrara la vista oral.
De esta forma, el tribunal de la Sección Sexta ya ha emitido su sentencia en la que condena por abuso sexual al acusado, con la circunstancia atenuante muy cualificada de reparación del daño, a tres penas de dos años de prisión. En total suman seis años, pero le serán suspendidas individualmente y, salvo que vuelva a delinquir, no entrará en la cárcel.
Le impone también cinco años de libertad vigilada y la prohibición de residir en la comarca aragonesa donde se produjeron los hechos y de comunicarse con las víctimas durante ocho años.
Los hechos que se imputan al procesado, de 57 años, se produjeron entre el 26 de abril y el 28 de mayo de 2021 cuando las menores, dos de ellas de 12 años y una de 11, asistían a las clases de su academia. Spencer Paul Tarrant, aprovechándose de la situación de superioridad y confianza que tenía sobre las niñas, les practicaba tocamientos para satisfacer su deseo sexual.
Las niñas coincidieron en la descripción de los abusos a los que las sometía. Según su relato, el pederasta no actuó con violencia o agresividad, sino valiéndose de su posición como docente. Las menores trataban de oponerse apartándose de él o cruzando las piernas con fuerza para que no las tocara.
A raíz de los abusos, una de las alumnas ha tenido que recibir tratamiento psicológico, mientras que las otras dos han experimentado alteraciones en su comportamiento, ansiedad, insomnio y miedo a salir solas.
