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Cierra Calzados Lagatta, la zapatería "de toda la vida" del paseo de Teruel de Zaragoza

No es un adiós definitivo tras 40 años de negocio familiar porque los hermanos Tutor Bermúdez lanzarán en septiembre un canal de venta 'online'. "Ojalá en un futuro podamos reabrir", afirman.

Los hermanos Jorge (izquierda) y Alberto Tutor Bermúdez, el miércoles en Calzados Lagatta.
Los hermanos Jorge (izquierda) y Alberto Tutor Bermúdez, el miércoles en Calzados Lagatta.
Oliver Duch

Están siendo días complicados para los hermanos Tutor Bermúdez. Afrontar el cierre del negocio que crearon sus padres hace 40 años no es fácil. Tampoco lo es para su fiel clientela, que desde que colgaron (hace apenas dos semanas) en el escaparate 'liquidación por cierre' entran en su establecimiento para mostrarles su tristeza. "Es una especie de pésame. A mí me dio un vuelco el corazón al poner el cartel", señala Alberto, gerente de Calzados Lagatta, en el paseo de Teruel de Zaragoza.

Este recuerda que su primera venta fue de forma casual con tan solo 13 años. "Mi padre salió un momento a por cambios y entró un cliente", apunta. Para él y sus dos hermanos, la zapatería ha sido su segunda casa. En ella han jugado, pasado los veranos... Los tres desarrollaron sus respectivas carreras profesionales, pero la muerte repentina de su madre, Josefina Bermúdez, el 8 de marzo del año pasado les hizo dar un paso al frente y coger las riendas del comercio. "Nuestro padre falleció con 44 años en 2001 y ella trabajó sin descanso para sacarnos adelante. Lo hizo hasta el último día; es el mejor ejemplo de mujer trabajadora. Siempre me acordaré que sus primeras vacaciones fueron en 2009 porque mi hermano Alberto ya era mayor y se quedó en la tienda. Me fui con ella a Mallorca", explica Jorge Tutor Bermúdez, abogado y mediador familiar, que se encarga del asesoramiento jurídico.

"Nos conocen como la zapatería de toda la vida del paseo de Teruel. Nuestra clientela es la de siempre, que ha ido pasando generación tras generación"

Alberto apunta que lo más fácil hubiera sido liquidar todo "de un plumazo" y "a lote". Sin embargo, el cariño que siempre han sentido por la empresa familiar les empujó a luchar por ella. En su caso, ha compaginado su empleo (como administrativo de compras) en una compañía del sector industrial con la zapatería (por las tardes y los sábados). "Por las mañanas ha estado una empleada", detalla, al tiempo que añade: "Este es un negocio para vivir una persona".

La zapatería estará abierta, en principio, hasta el próximo 31 de octubre. No obstante, como resaltan, no es un adiós definitivo; en septiembre pondrán en marcha (coincidiendo con la temporada de invierno) un canal de venta 'online', bajo el dominio 'calzadoslagatta.com'. "Es la vía que hemos encontrado a corto plazo para no cerrar totalmente; para mantener viva la memoria de nuestros padres. Ojalá en un futuro podamos reabrir (la tienda física)", subrayan. 

El tener una empleada a media jornada unido al alquiler del local, el incremento de la cuota de autónomos y la subida de los costes y las materias primas están detrás de la clausura. Según explica el gerente, los beneficios se van en contratar a una persona, el nuevo precio del alquiler y los costes de suministros. "Además hay mucha competencia. Parece que todo el mundo puede vender calzado; se está perdiendo la esencia. A ello hay que sumar el desplazamiento del consumo hacia grandes superficies y la venta 'online'", informa.

En cambio ellos se mantienen fieles al comercio minoritario de barrio y han conservado el establecimiento tal y como lo diseñaron sus progenitores (con madera y espejos de los ochenta, entre otros elementos). "Nos conocen como la zapatería de toda la vida del paseo de Teruel. Nuestra clientela es la de siempre, que ha ido pasando generación tras generación. Vecinos, gente de la periferia (de Zaragoza) y de pueblos que nos conocían y han mantenido la fidelidad. Y también somos más económicos que la competencia", indican. 

Alberto Tutor Bermúdez muestra una zapatilla de rizo.
Alberto Tutor Bermúdez muestra una zapatilla de rizo.
Oliver Duch

Asimismo, ambos hermanos resaltan que lo que les ha diferenciado de otras zapaterías de la ciudad es que han trabajado el calzado "de toda la vida" (zapatillas de rizo, alpargatas y de baturro, menorquinas, zapatillas de calle y zapatos y botas de serraje, entre otros), que todos los artículos son de fabricación española, que cuentan con anchos especiales "para pies delicados" y el asesoramiento personal. "Nuestra madre conocía hasta las tallas de los clientes. Hay gente que sabe que tiene que venir aquí a por botas de serraje, con las que llevamos trabajando 40 años, y a por alpargatas, que son de La Rioja", indican.

"Nuestro padre abrió esta zapatería en 1983 y diez años después, otra en Duquesa de Villahermosa. Su objetivo era seguir con una cadena de tiendas, pero desgraciadamente murió con 44 años"
"Nuestra madre conocía las tallas de los clientes"

"Era un emprendedor de su época"

El negocio está enfocado a señora y caballero, aunque en sus inicios también contaba con calzado para niños y bolsos. Alberto Tutor padre había trabajado en peletería y Josefina, en una fábrica de calzado. "Sabía curtir el cuero y hacía bolsos exclusivos para el calzado. Mi padre era un emprendedor de su época. Abrió esta zapatería el 20 de mayo de 1983 y diez años después, otra en la calle de Duquesa de Villahermosa (de la que se encargó su mujer y que después traspasó a la muerte de su esposo). Diversificó el negocio y su objetivo era seguir con una cadena de tiendas de zapaterías. Desgraciadamente murió y se truncaron sus ambiciones", relatan.

En el canal 'online' que van a lanzar el próximo mes explicarán la historia de Calzados Lagatta y también habrá una imagen de sus padres. "Es una especie de memoria; queremos honrarles. Es un negocio que hemos mamado desde niños, lo llevamos en la sangre", subraya Alberto Tutor Bermúdez, quien pese a su "agotamiento físico y mental" no se resigna a perder la empresa familiar. "Es la herencia que nos han dejado".

Mientras, hasta finales de octubre, liquidarán el calzado que les queda y sus clientes podrán hacer sus últimos encargos (en la tienda física). A clientes, vecinos y amigos les dan las gracias por haber confiado en ellos durante los 40 años de andadura. El deseo de su madre era, una vez jubilada, trasladarse a vivir al paseo de Teruel. "Había cogido tanto cariño a los vecinos y al barrio que estaba mirando un piso. Valoraba las  amistades que había hecho y lo bien que le habían tratado. Le quedaba poco para jubilarse", cuentan con emoción sus hijos. 

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