La Casa Azul de Calatayud, una cicatriz visible 20 años después

En la madrugada del 10 al 11 de noviembre de 2003, una gran sima se abrió ante el portal del número 8 de la calle Justo Navarro, entre el paseo Cortes de Aragón y el curso del río Jalón. 52 familias perdieron sus casas.

Una valla protege el solar de la desaparecida Casa Azul de Calatayud.
Una valla protege el solar de la desaparecida Casa Azul de Calatayud, en una imagen de archivo.
MACIPE

El solar de la Casa Azul de Calatayud, delimitado por grandes vallas rojas, sigue siendo testigo del drama que vivieron 52 familias la madrugada del 10 al 11 de noviembre de 2003, hace casi dos décadas. Esa noche una gran sima se abrió ante el portal del número 8 de la calle Justo Navarro, entre el paseo Cortes de Aragón y el curso del río Jalón, en pleno centro de la ciudad, y causó graves daños a la cimentación del edificio, provocando grandes grietas por toda la comunidad, que incluía otro portal, el número 6. Los inquilinos salieron con lo puesto y fueron realojados en casas de familiares, hoteles y pisos de alquiler.

El complejo tuvo que ser apuntalado y ni un mes después -el 18 de diciembre-, respaldado por informes municipales que declaraban la "ruina técnica y económica" de la construcción y con las discrepancias de algunos propietarios, fue demolido. Los trabajos de desescombro, previa visita de los inquilinos para recoger parte de sus pertenencias, arrancaron el 13 de mayo de 2004. Desde aquel momento se abrió un rosario de conflictos judiciales que desembocó en una sentencia del Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 1 de Zaragoza que eximió de responsabilidad patrimonial al Ayuntamiento y a la empresa de aguas.

El juez valoró que no se había acreditado "con el rigor necesario" que la causa del siniestro fuera una fuga de agua de las tuberías del sistema municipal, pero tampoco determinó cómo surgió el socavón. En abril de 2005, el Consistorio bilbilitano dio luz verde, a través de un convenio y con el posterior respaldo de la DGA, a construir una nueva comunidad en la misma parcela de 1.200 metros cuadrados, con 16 viviendas más. 20 años después el terreno sigue desierto, aunque cuenta con el proyecto de ejecución pagado y la licencia de obra para 67 viviendas, locales y garajes.

En 2018, varios vecinos, coincidiendo con el 15 aniversario, indicaron que se buscaba una permuta con alguna empresa y recordaron para HERALDO cómo vivieron aquella noche: "Estaba acostado y llamaron a los timbres. Vi mucho revuelo y pensé que era un incendio", detalló Arturo Sánchez, que en 2003 tenía 25 años. Así, explicó que en ese momento les "desalojaron momentáneamente". "Coges lo imprescindible y sales pensando que serán 10 minutos. Pero ya no volvimos a entrar", dijo.

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